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11 de agosto de 2009

Mafia

Mafia

Por: Adolfo Zableh

Mafia es una organización que goza de poder político, poder económico y no teme echar mano de lo que sea para obtener lo que quiere.

Basado en esto, la primera mafia del mundo es el Vaticano. Solo podría tener más poder si permitiera que sus curas y monjas procrearan –o que al menos dejaran de mantenerlo en secreto-. Y en cuanto a las herramientas para obtener lo que quiere, ahí están su Potro, su Pera Vaginal, su Cuna de Judas, joyas de la Inquisición que ayudaron a ganar la batalla contra los herejes.

Eficaces han sido sus métodos para asesinar, amedrentar y mantener a la gente en su más primitivo estado de estupidez. El mismo Adolfo Hitler hubiera eyaculado de felicidad en su ajustado uniforme Nazi –que fascina al clero- de haber cobrado tantas víctimas como la Iglesia.

La segunda mafia es el sistema bancario. No mata gente a balazos, pero a ninguno de sus miembros se le tuerce el corazón si hay que sacar a alguien de su casa si no paga tres veces lo que realmente cuesta. Eso, por no mencionar lo que cobran por usar las tarjetas, por expedir un papel, por retirar de un cajero.

La solución para liberarse de la primera mafia es sintonizar los domingos la Santa Misa de RCN, y ver al Padre Chucho a las 6:30 a.m. cantando La gota fría junto a otro cura que toca el acordeón. Unos pocos segundos de tal imagen podrían desatar la crisis que siglos de atrocidades y destempladas declaraciones de Benedicto XVI no han logrado.

Ante la segunda, uno podría guardar su dinero bajo el colchón, pero es  poco elegante y muy inseguro, en especial por las polillas. La otra salida era DMG, pero el gobierno –presionado por el sistema bancario- lo declaró ilegal, cuando la banca ha hecho lo mismo durante siglos, aunque con más baja rentabilidad para el ahorrador.

La gran tercera mafia es la FIFA, que tampoco tiene pistolas, pero que amenaza con desafiliar a cualquier país que intente desautorizarla.

Por ser una organización tan sagaz no deja de sorprender que Colombia haga parte de ella. Nuestros dirigentes de fútbol no solo han probado ser los más corruptos, sino ahora también los más incapaces. (Iba a decir imbéciles, pero me pareció muy agresivo, aunque no por eso, falso). En una mezcla de ambas características, decidieron prohibir en los estadios el uso de cualquier distintivo del equipo visitante.

Yo quisiera saber en qué hotel se reunieron, cuándo, a qué hora, bajó que parámetros de la lógica llegaron a la conclusión de que impedir que la gente haga públicas sus preferencias es lo indicado para acabar con la violencia, y con qué excusa van a salir cuando no se acabe.

Lástima no poder usar con ellos la Pera Vaginal, básicamente porque ya no la fabrican, pero principalmente porque quienes tomaron la decisión no tienen vagina. A menos, claro está, que la Santa Madre Iglesia afirme lo contrario.