5 de marzo de 2009
Mi primer polvo como prepago II
Tienen
razón, no les conté exactamente de mi primer polvo sino de mi
“audición”, por decirlo de alguna manera. Pero es que en todo caso,
para mí fue mi primera experiencia, no crean, eso de que un desconocido
se baje los pantalones y yo a la media hora tenga su verga en la boca
pues es algo complicado. Pero como veo que quieren que cuente la
primera-primera, aquí voy.
Esa tarde llegué a mi apartamento, me bañé pues me sentía un poco
sucia, pues les conté que él se me había venido en las tetas y por más
que me limpié me sentía mal, cochina y aún ahí con dudas de si estaba
haciendo lo correcto o no. Pero debo confesar que en el fondo sentía
también algo de excitación. Desde siempre he sido muy fresca con el
sexo, nunca he tenido prevenciones y he sido muy lanzada con todo. Una
vez fui con un amigo a un bar swinger y aunque no hicimos intercambio
de parejas, me encantó que me vieran en bola y que la gente me
morboseara así supieran que no me iban a tocar. Por eso, decidí seguir
adelante y como escribí en el blog anterior esa misma noche sonó mi
celular nuevo. Era mi “jefe” diciéndome que llegara a una dirección.
Era un hotel en la carrera 15 con calle 116 y que en el lobby me
estaría esperando mi primer (ahora sí) cliente oficial. La cita era a
las 9 de la noche, pedí un taxi y llegué hasta allá. Era un gringo que
tenía negocios aquí en Bogotá y que hablaba español relativamente bien.
No digo el nombre (lo prometí desde mi primer blog) pero era un hombre
alto, calvo, de ojos verdes, fornido, vestía un traje de corbata gris
oscuro. Yo me vestí como si fuera mi primera cita con el hombre de mi
vida. Una mini falda y unas botas negras que me llegaban hasta la
rodilla. Me puse un top negro, una chaqueta y, no es por nada, me veía
muy sexy.
Pregunté en recepción y me indicaron que el hombre me esperaba en
el bar del hotel. Ahí estaba, me presenté, me ofreció un trago (acepté
un vodka con sprite), y conversamos un rato. Fue muy amable conmigo, me
dijo que había estado con muchas niñas de la agencia pero que yo era la
más buena de todas. Supuse que eso se lo decía a las demás pero no me
importó. Le conté que era mi primer día de trabajo y que estaba un poco
nerviosa. Eso pareció excitarlo mucho pues se interesó más en la
conversación, me preguntó que por qué me metí en esto, que si sabía lo
que haríamos más tarde en su habitación, en fin. Le dije que sí, que
eso creía, que ya sabía a lo que me enfrentaba y que tenía que probar
en el trabajo, que si no funcionaba pues me retiraba.
El estaba tomando whisky y me acuerdo que se tomó uno doble después
de esto, pidió media botella a la habitación y me invitó a subir. Una
vez arriba le recordé que el servicio era por una hora y que en el bar
se nos fue media hora (eso me lo advirtió el jefe: el tiempo cuenta
desde que uno llega no desde que comienza el polvo). A él le dio risa y
dijo que pagaría lo que fuera necesario y sacó unos dólares de su
billetera y los puso en la mesa. Me dijo que me quitara la tanga pero
sin quitarme la minifalda. Eso hice. Después que me sentara en una
silla que estaba cerca de la cama, donde él estaba sentado y me ordenó
que me masturbara. Al comienzo, me sentía rara pero empecé a frotarme
con los dedos y me los fui metiendo lentamente, también me tocaba las
tetas de vez en cuando, hasta que sentí que de verdad me estaba
excitando mucho. Cuando menos me di cuenta, él estaba desnudo
masturbándose también. Me dijo que me volteara (yo aún sobre la silla),
me subió la falda hasta la cintura, se puso un condón y me embistió de
una. Me hizo venir más de una vez, luego me botó sobre la cama, se hizo
encima mío, me mordía los pezones, me apretaba las nalgas y de repente
se vino dentro de mí.
Ese fue mi primer polvo real, me pagó 400 dólares, esto es como un
taxímetro y habíamos estado casi 45 minutos tirando, más 30 más en el
lobby. Pedí un taxi y me despedí con un beso en la mejilla, pero él no
se resistió y me dio una palmada en el culo ya casi saliendo de la
habitación. No fue la única vez con él. Me llamó varias veces después y
paga muy bien, eso es lo bueno de los extranjeros. Obvio, no toda la
plata es para mí, mi jefe espera lo suyo.