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5 de marzo de 2009

Mi primer polvo como prepago II

Por: Andrea

Tienen razón, no les conté exactamente de mi primer polvo sino de mi “audición”, por decirlo de alguna manera. Pero es que en todo caso, para mí fue mi primera experiencia, no crean, eso de que un desconocido se baje los pantalones y yo a la media hora tenga su verga en la boca pues es algo complicado. Pero como veo que quieren que cuente la primera-primera, aquí voy.

Esa tarde llegué a mi apartamento, me bañé pues me sentía un poco sucia, pues les conté que él se me había venido en las tetas y por más que me limpié me sentía mal, cochina y aún ahí con dudas de si estaba haciendo lo correcto o no. Pero debo confesar que en el fondo sentía también algo de excitación. Desde siempre he sido muy fresca con el sexo, nunca he tenido prevenciones y he sido muy lanzada con todo. Una vez fui con un amigo a un bar swinger y aunque no hicimos intercambio de parejas, me encantó que me vieran en bola y que la gente me morboseara así supieran que no me iban a tocar. Por eso, decidí seguir adelante y como escribí en el blog anterior esa misma noche sonó mi celular nuevo. Era mi “jefe” diciéndome que llegara a una dirección. Era un hotel en la carrera 15 con calle 116 y que en el lobby me estaría esperando mi primer (ahora sí) cliente oficial. La cita era a las 9 de la noche, pedí un taxi y llegué hasta allá. Era un gringo que tenía negocios aquí en Bogotá y que hablaba español relativamente bien. No digo el nombre (lo prometí desde mi primer blog) pero era un hombre alto, calvo, de ojos verdes, fornido, vestía un traje de corbata gris oscuro. Yo me vestí como si fuera mi primera cita con el hombre de mi vida. Una mini falda y unas botas negras que me llegaban hasta la rodilla. Me puse un top negro, una chaqueta y, no es por nada, me veía muy sexy.

Pregunté en recepción y me indicaron que el hombre me esperaba en el bar del hotel. Ahí estaba, me presenté, me ofreció un trago (acepté un vodka con sprite), y conversamos un rato. Fue muy amable conmigo, me dijo que había estado con muchas niñas de la agencia pero que yo era la más buena de todas. Supuse que eso se lo decía a las demás pero no me importó. Le conté que era mi primer día de trabajo y que estaba un poco nerviosa. Eso pareció excitarlo mucho pues se interesó más en la conversación, me preguntó que por qué me metí en esto, que si sabía lo que haríamos más tarde en su habitación, en fin. Le dije que sí, que eso creía, que ya sabía a lo que me enfrentaba y que tenía que probar en el trabajo, que si no funcionaba pues me retiraba.

El estaba tomando whisky y me acuerdo que se tomó uno doble después de esto, pidió media botella a la habitación y me invitó a subir. Una vez arriba le recordé que el servicio era por una hora y que en el bar se nos fue media hora (eso me lo advirtió el jefe: el tiempo cuenta desde que uno llega no desde que comienza el polvo). A él le dio risa y dijo que pagaría lo que fuera necesario y sacó unos dólares de su billetera y los puso en la mesa. Me dijo que me quitara la tanga pero sin quitarme la minifalda. Eso hice. Después que me sentara en una silla que estaba cerca de la cama, donde él estaba sentado y me ordenó que me masturbara. Al comienzo, me sentía rara pero empecé a frotarme con los dedos y me los fui metiendo lentamente, también me tocaba las tetas de vez en cuando, hasta que sentí que de verdad me estaba excitando mucho. Cuando menos me di cuenta, él estaba desnudo masturbándose también. Me dijo que me volteara (yo aún sobre la silla), me subió la falda hasta la cintura, se puso un condón y me embistió de una. Me hizo venir más de una vez, luego me botó sobre la cama, se hizo encima mío, me mordía los pezones, me apretaba las nalgas y de repente se vino dentro de mí.

Ese fue mi primer polvo real, me pagó 400 dólares, esto es como un taxímetro y habíamos estado casi 45 minutos tirando, más 30 más en el lobby. Pedí un taxi y me despedí con un beso en la mejilla, pero él no se resistió y me dio una palmada en el culo ya casi saliendo de la habitación. No fue la única vez con él. Me llamó varias veces después y paga muy bien, eso es lo bueno de los extranjeros. Obvio, no toda la plata es para mí, mi jefe espera lo suyo.