30 de octubre de 2009
Una gran decepción
La vida
de una puta es más complicada de lo que creen. Agradezco infinitamente sus
palabras de apoyo y sé que muchísimos de ustedes me estiman de verdad, pero mi
vida no es como algunos escriben en sus comentarios donde afirman que estoy
buscando un final para este blog digno de telenovela. Muchos creen que me
quiero retirar de la prostitución, buscar un príncipe azul, casarme, tener
hijos y todo color de rosa. Tal vez eso quisiera, pero la vida se encarga de
darme lecciones. Les conté en la entrada anterior de mi “amigo” de la
universidad al que yo le gustaba mucho y con quien me terminé acostando. Es
cierto que di muchas pistas y advertí que si él leía este blog seguramente sabría
que hablaba de él. En los comentarios de todos ustedes, me brindaron su apoyo,
en ningún momento pienso ni pensé decir su nombre ni me interesa tampoco. Solo
quería contarles a ustedes este episodio de mi vida. Así como en entradas
anteriores ya les había dicho que nunca sabría cómo reaccionaría un hombre al
que le contara que yo era una prepago.
Pues bien, en efecto, mi “amigo” leyó el blog, siempre lo ha leído y nunca se
imaginó que esto le estuviera pasando conmigo. Esta semana nos vimos en la
universidad y nos fuimos a tomar un café en una cafetería que no es tan llena
como la de los edificios principales. El estaba nervioso y seco a la vez. Me
dijo, tanteando el terreno, pues seguramente no quería cagarla (como después lo
haría), que se metía mucho a leer SOHO en internet y que seguía un blog de una
prepago, etc, etc, que le parecía curioso, que las historias le gustaban pero
que justo en el de esta semana había leído una historia donde él se sentía
descrito. “Estuvimos en Cachao, estuvimos en tu apartamento... ¿Eres tú?”.
Me lo preguntó pálido, como si estuviera hablando con el diablo. Me
preguntó que si yo era esa persona, esa prepago que escribía. Lo noté muy
molesto. Le dije que si fuera así qué pasaba, y me dijo que no lo soportaría,
que se sentía sucio, que yo le gustaba de verdad pero que al saber que yo
trabajaba en esto, no podía seguir viéndome. Yo me exalté un poco, le dije que
¿cuál era la doble moral, por qué leía un blog de una prepago y al conocerla le
parecía asqueroso? Me trató de dar múltiples explicaciones, que una cosa es el
morbo y que otra es la vida real, que una cosa es leer y excitarse leyendo algo
y otra es enamorarse de una mujer que lo hace por plata. Le dije que si había
leído bien, he pensado en retirarme del negocio, que quiero empezar en otras
cosas, pero solo hacía gestos de negación con la cabeza, como si no quisiera
oír mis razones. “Yo jamás pagaría por estar con una puta”, me dijo. “Me siento
sucio”, es lo que más me decía. Obvio, yo no aguanté, no es muy rico que me digan
que se sienten sucios por haber estado conmigo. Le dije que no nos volviéramos
a ver y listo, nadie lo está obligando y que yo solo esperaba que no hablara
con nadie de esto. Me juró que no, que él era el principal interesado en
olvidar todo esto, en borrar esos momentos y hasta me insultó porque me dijo
que realmente se estaba enamorando de mí y que yo jugué con él al no ser
sincera desde el comienzo.
¿Les parece una telenovela? Sin duda parece una pero es la vida real. Es un
golpe duro de saber que no será fácil desprenderme de mi pasado. Yo me paré y
me fui y no les miento que me sentí muy triste, decepcionada. No por él, les
juro que no alcancé a enrollarme lo suficiente, sino por el hecho de saber que,
a pesar de todo, sigo estando sola. Sola, muy sola. La paradoja de mi trabajo
es esa: vivo rodeada de hombres pero estoy sola. Lo primero que pienso es en
seguir como prepago, es como sentirme a salvo de dolores y frustraciones como
estas. Al menos en mi trabajo tengo claro que los hombres son para producir
plata y que no debo esperar nada más a cambio. En la vida real, hay que esperar
que los hombres sí te quieran, y no quiero esperar nada de nadie. Me emputa la
doble moral, esa que los lleva a pajearse por una película porno o por una puta
como yo, pero cuando están ante una de ellas, se persignan como si fuera el
diablo. ¿Al fin qué? Como sea, uno debe tener claro lo que es. Yo, lo que sea,
por encima de los insultos, no me escondo, soy siempre la primera en decir que
soy una prepago. No me da pena decirlo, para qué ponerle otro nombre a las
cosas. !Pero cuántos solapados que no son ni esto ni lo otro! Como ven, estoy
un poco decepcionada, solo me dan ganas de seguir trabajando en esto y no
exponerme a juicios de nadie. Que cada quien haga de su vida lo que quiera.
¿Quién es él o el que sea para juzgarme? Como sé que me está leyendo, ahí le
dejó esa inquietud. Que se mire primero, y que si se enamoró de mí es por algo,
porque soy una mujer como cualquiera.
Fue una decepción pero yo voy a seguir adelante. Tengo muchas cosas para pensar
pero estas cosas endurecen cada vez más el alma. Es mejor así. Para los que
escriben diciéndome que estoy buscando un final rosa para mi blog, sugiéranme
uno. Yo también quisiera saber cuál puede ser el mejor final para mi vida, cuál
puede ser mi mejor futuro a mediano plazo. Ya ni sé. Anoche tuve un
cliente con el que me he acostado varias veces. Le pedí 200 mil pesos más de lo
que siempre cobro por hora, él me los dio, y quiero hacer lo mismo con más
clientes, quiero hacer más y más plata, aprovecharme de ellos, como ellos gozan
conmigo, con mi cuerpo. Ayer, por ejemplo, él sacó un vibrador y me dijo que lo
usara y lo usé, cerré los ojos y pensé en un hombre en abstracto, sin rostro, y
me desconecté de donde estaba, y mientras sentía ese hormigueo en mi clítoris,
me vine mucho, pensando en ese ser que no existe, mientras mi cliente se
pajeaba. Los dos ahí mismo, en el mismo lugar, !pero yo tan lejos! Qué más da,
me pagó bien, mi mente me pone lejos de ofensas, de juicios.
Uff, tomo aire y respondo algunas de sus preguntas. Normalmente tengo dos
celulares, uno es blackberry y el otro es un nokia. Uno es personal, el otro
es para el trabajo. ¿Que si tengo un programa de televisión favorito? Hay uno
que me desconecta mucho y me parece muy bueno, una serie que se llama Two and a
half men. ¿Qué cuál ciudad me gustaría conocer? Tokio. Debe ser otro cuento.
¿Cómo me gustan los vibradores? Me gustan que vibren sobre mi clítoris, no me
gusta meterme un consolador hasta el fondo, sino tocarme por fuera, sobre el
clítoris es el mayor placer, no es adentro como sé que muchos creen. ¿Que si me
han metido vibradores por el culo? Sí, es rico porque lo que más importa de un
vibrador es eso: que vibre. No me importa el tamaño, es ese cosquilleo
delicioso que no produce un pene normal. Los vibradores dan ese plus, es un
placer muy diferente al que da una verga. Una noche me tocó un tipo que me
metió un vibrador en el culo y a la vez él me metió su verga en mi vagina. Eso
fue lo máximo, es un placer que no se imaginan. Es una tortura china, uno
piensa que se puede morir en ese instante, morirse del placer. ¿Que
si me gusta darme dedo? Cuando estoy tirando sí. A veces siento que yo puedo
hacerme venir más fácil que lo que podría un cliente. Si estoy encima de uno de
ellos y no estoy totalmente excitada, me froto rápido con los dedos y así tenga
la verga adentro, me dan ganas de venirme mucho más rápido. Y me vengo. Yo
siento más placer así, que metiéndome los dedos hasta el fondo. ¿Que si he ido
a una cámara de bronceo? Sí, voy seguido a una que queda detrás del centro
comercial Atlantis, allí van muchas mujeres de la farándula. Me gusta mantener
mi piel bronceada, les insisto en que me gusta cuidar mi cuerpo.
Espero que me perdonen que hoy estoy un poco indispuesta, un poco achantada y
que sé que muchos esperan historias de sexo-sexo. En mi siguiente entrada les
contaré de buenos polvos, este fin de semana sé que tengo mucho trabajo. Y eso
haré, trabajar, huir de la vida real donde a veces salgo lastimada.