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14 de junio de 2005

Carolina Acevedo - Blanca Nieves

Por: Jorge Franco
| Foto: Jorge Franco



La Patrona vio el número en la pantalla del celular y un frío le recorrió el cuerpo. Se fue a un rincón y contestó.
-Tenemos a Blancanieves -le dijeron.
-¿Quién habla? -preguntó la Patrona.
-Enanito Cinco.
-Ajá -dijo la Patrona.
-¿Ahora qué hacemos?
-Yo qué les dije -preguntó la Patrona, de mala manera.
-Que no la llamáramos, que usted llamaba.
-¿Y entonces?
-Fueron órdenes de Enanito Uno, patrona -dijo Enanito Cinco.
-Pásemelo -ordenó.
La Patrona carraspeó. Del frío pasó al calor cuando oyó que en otro cuarto timbró un celular. Pasó otra vez al frío cuando oyó al Patrón contestar la llamada.
-Le tengo malas noticias, patrón -le dijeron.
-Hable.
-Patrón, se llevaron a Blanca N.
-Ajá.
-Sí, señor, la sacaron a la brava.
-Cuente.
-Pues, patrón, que la sacaron del apartamento y que eran siete.
-¿Y qué más?
-Nada más, patrón. La que vio todo fue la mamá de ella, pero no quiso contarnos nada. Dijo que le iba a contar todo a la policía.
En la estación de policía, la señora dijo "mi hija se llama Blanca Nubia Ortiz, pero en la familia la conocemos como 'la Nena', todos le decimos así", el policía preguntó sin dejar de teclear, "Ortiz, ¿qué?", y la señora dijo "Ortiz Cardona", estiró la mano y le dijo al agente "Magnolia Cardona, su servidora". Después del saludo, el agente le preguntó "¿estado civil?", la señora respondió coqueta "divorciada", y el agente dijo "¿su hija?", "ah, la Nena", dijo ella, "soltera", "¿edad?", "¿la Nena?", el agente asintió, la señora dijo "apenas tiene veintidós". Ya iba a llorar cuando sonó el celular dentro de su bolso. Rebuscó un buen rato hasta que lo encontró.
-¿Dónde está? -preguntó el Patrón.
-Usted ya debe saber dónde estoy -le contestó ella.
-¿Qué está haciendo allá?
-Usted ya sabe lo que estoy haciendo aquí: buscando protección.
-Mejor me hubiera llamado a mí -dijo el Patrón.
-¿A usted? -dijo la señora-. Más bien dígame dónde estaba su gente cuando se la llevaron.
En otro extremo de la ciudad, la Patrona aprovechó que su marido estaba hablando por teléfono y se fue a otro cuarto a hacer su llamada.
-¿Quién? -preguntó la Patrona.
-Enanito Tres.
-Páseme a Uno.
-No está. Salió -dijo Enanito Tres.
-¿Con permiso de quién? -preguntó la Patrona, y sin esperar respuesta, dijo-: Dígale que siempre tienen que estar juntos, que el Rey ya sabe lo que le pasó a Blancanieves y que ya empezó a buscarla. Dígale que me llame cuando llegue.
La mamá de la Nena guardó el teléfono en el bolso cuando colgó con el Patrón. El agente había dejado de escribir y la miraba por encima de las gafas. Le preguntó a la señora "¿noticias?", y ella le dijo aturdida "era un pariente", el agente siguió mirándola callado, la señora se rebulló en la silla y dijo "es alguien muy especial que quiere mucho a la Nena". El agente miró el papel en la máquina y dijo "recapitulemos", ella preguntó "¿puedo fumar?", él negó con la cabeza y dijo "íbamos en que eran siete y que estaban armados", "hasta los dientes", añadió la señora y dijo "eran casi unos niños, ninguno tendría más de dieciséis", el agente le preguntó "¿los conoce?, ¿sabe quiénes son?, ¿para quién trabajan?".
En un pasillo de la mansión se encontraron frente a frente la Patrona y el Patrón. Cada uno llevaba un celular en la mano.
-A vos qué te pasa -preguntó la Patrona.
-A mí, nada. ¿Y a vos?
-preguntó el Patrón.
-¿A mí? Nada -dijo ella-. Vos sos el que últimamente ha estado como muy raro.
-Qué casualidad -dijo él-, porque últimamente también te he visto como muy rara.
Cada uno siguió su camino hacia un lado opuesto de la casa. Ella marcó su celular y dijo "gracias, señorita, necesito que me atienda el doctor Contreras". El Patrón, al otro lado, marcó su celular y dijo:
-¿Por qué me colgaste? ¿Seguís ahí?
-Sí -dijo la señora-. Y aquí me voy a quedar hasta que aparezca la Nena.
-¿Vos viste a los que se la llevaron? -preguntó el Patrón-. ¿Sabés si Blanca Nubia los reconoció?
-Qué casualidad -dijo la señora, con disimulo-. Lo mismo me están preguntando aquí.
-¿Y? -dijo el Patrón.
"¿Seguimos?", dijo el agente y la señora le hizo una seña con la mano para que esperara, le dijo al Patrón "voy a terminar aquí mi declaración y luego hablamos usted y yo". Cuando colgó la señora, el agente le preguntó "¿el pariente?". La señora asintió.
-El doctor Contreras puede atenderla pasado mañana a las cuatro -le dijo la secretaria a la Patrona.
-Dígale que allá estaré faltando cinco para las cuatro -dijo la Patrona, colgó sonriente y marcó otro número. Preguntó-: ¿Quién habla?
-Enanito Seis.
-Páseme a Uno.
Uno pasó y reportó:
-Sin novedades, patrona.
-Necesito que tomen las fotos hoy mismo.
-Ese es el momento que estábamos esperando, patrona.
-Pues más les vale que les salgan buenas.
-Lo bonito sale bonito, patrona.
Mientras la Patrona hablaba con Enanito Uno, vio que el Patrón salió a caminar solo por el jardín. Luego lo vio hablando también por el celular.
-Cuente.
-Nada, patrón, hemos averiguado por todas partes pero nada.
-Ajá.
-Parece que son gente nueva, patrón. Siete chiquitos.
-Ese cuento ya me lo sé. ¿Qué más hay?
-Pues que doña Magnolia sigue en la estación de policía, patrón.
"Recapitulemos", dijo el agente, y leyó "hace dos días, a las nueve de la mañana estábamos mi hija Blanca Nubia Ortiz Cardona, de veintidós años, y yo, Magnolia", la señora interrumpió "como a las nueve y cuarto, señor agente", el policía siguió leyendo en silencio, luego dijo tecleando "siete menores", la señora asintió, el agente dijo "descríbame a la plagiada, por favor", "¿a quién?", "a su hija, señora".
Enanito Uno le ordenó a Enanito Cinco que pusiera a Blanca N. contra la pared, y a ella le ordenó que se quitara la ropa. Blanca N. se llevó las manos a la cara y lloró.
"¿Describirla?", dijo la señora, atragantada, luego se agarró las manos y preguntó "¿cómo hago para describirle a la mujer más hermosa de este mundo?".
Mientras Enanito Cinco agarraba a Blanca N. por detrás, Enanito Dos le rasgó la blusa y de dos tirones le arrancó el brasier. Los senos blancos saltaron al vaivén del forcejeo.
"Tiene un cuerpo perfecto, y todo natural", declaró la señora, "mide como uno setenta, tiene un busto que, Dios mío", la señora se rió y lloró al mismo tiempo.
Mientras Enanito Cinco y Enanito Dos inmovilizaron a Blanca N., Enanito Tres le bajó los pantalones a pesar de las patadas que ella trató de darle, y después le quitó el calzón de un manotazo. Un triángulo negro y tupido sobresalió entre los muslos blancos.
"Tiene la piel como de porcelana blanca", le dijo la señora al agente, "desde que nació parecía con copito de nieve", la señora sollozó y dijo "por eso la pusimos Blanca Nubia".
Apenas la dejaron sin un solo trapo, Enanito Uno le dijo a Blanca N. "si nos colabora no le va a pasar nada. Solamente tenemos que tomarle unas fotos". Blanca N. puso cara de no entender. Se sosegó. Enanito Uno les dijo a los otros dos que se apartaran y apuntó con la cámara digital. Los otros seis también miraron emocionados a Blanca N. iluminada por los flashes, desnuda, gimiendo, tan blanca como la pared en la que se apoyaba.
El Patrón contestó el teléfono:
-Diga.
-Nada, patrón. Es como si se hubiera perdido en la mitad de un bosque.
-Pues talen el bosque -ordenó el Patrón.
La Patrona apagó el celular cuando entró al consultorio del doctor Contreras, y apenas se sentó le puso las fotos sobre el escritorio, y le dijo "según mi marido esta es la mujer más hermosa de la Tierra". Contreras miró las fotos boquiabierto, la Patrona dijo "así se lo decía cada vez que hablaba con ella y la muy zorra le seguía el cuento". Contreras observó una a una las fotos sin poderlo creer, la Patrona dijo "se pasó cinco años diciéndole que no había una más hermosa que ella", se acercó a la cara de Contreras y le dijo "y usted se preguntará qué hice yo en esos cinco años en los que mi marido me engañó con la tal Blanca N.". El médico no dijo nada, siguió callado sin poderlo creer. Ella dijo "en esos cinco años le pagué a usted la especialización, Contreras, en la mejor universidad para que no hubiera un cirujano plástico mejor que usted". Contreras se pegó al espaldar de la silla, ella le dijo "y usted se preguntará para qué, Contreras". Él miró las fotos y miró a la Patrona y tomó aire para soportar lo que comenzaba a imaginarse. "Nada es gratis, Contreras, pero a usted le va a salir barato: solo tiene que dejarme igual a ella".
Apenas salió del consultorio, la Patrona prendió su celular y marcó.
-¿Quién habla? -preguntó.
-Enanito Ocho.
-¿No eran siete?
-A Siete lo quebraron, patrona.
-Dígale a Uno -ordenó la Patrona-, que ya le puede dar la manzana a Blancanieves.
"Pero, ¿describirla?", le dijo otra vez la señora al policía, y repitió "¿describirla, describirla?", se quedó pensativa y dijo "¿podría usted describir a quien no se parece a nadie?".
-No aparece, patrón.
-Búsquenla hasta debajo de las sombras. Encuéntrenla.
-¿Y debajo de la tierra, patrón?
La señora le dijo al agente "gracias a su belleza, la Nena ha tenido todo en este mundo", y él le preguntó "¿todo?", la señora asintió, y él repitió "gracias a su belleza", y ella asintió otra vez.
A media noche Enanito Uno y los otros seis entraron decididos al cuartucho donde escondían a Blanca N. Ella seguía desnuda, apenas cubierta por una manta sucia. Enanito Uno, convulsionando y con la lengua pesada, le dijo "ya no hay príncipes, Blancanieves", y ella, convencida de que su belleza la había salvado siempre, habló por primera vez y dijo "estás equivocado", dejó caer la manta y añadió "hay siete".