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11 de febrero de 2004

Catalina de las Casas

Su novio, al que conoce hace tres años, la llevó por primera vez a un bar swinger. Tiene un puesto de confianza en una firma importante y mucha curiosidad de explorar más el mundo de los intercambios.


¿Hace cuánto frecuenta bares swinger?
Hace unos ocho meses, antes de eso mis experiencias sexuales eran absolutamente normales. Mi novio fue el que me convenció de ir.

¿Qué pasó la primera vez?
Fui con mucho susto, no sabía con qué me iba a encontrar. Me imaginaba un lugar feo, oscuro, lleno de gente nada que ver, pero resultó todo lo contrario: la decoración, los demás y, en general, el ambiente me gustaron. Me acuerdo que esa noche había una fiesta romana y todos estaban en bata. A medianoche hubo un show de striptease y nos hicimos cerca del escenario. Después la gente empezó a tener sexo en todos lados, nos contagiamos del ambiente y empezamos a besarnos. No nos quitamos ni las batas ni la ropa interior pero sí dejamos que una pareja nos tocara un poco.

¿Y las siguientes noches fueron un poco más allá?
La tercera vez que fuimos hicimos parte del show de medianoche, que generalmente son concursos en los que se escoge a la mujer más sexy, a la que mejor se quita la ropa o se premia la mejor tanga. Ahí comenzamos a interactuar con más gente y a medida que participábamos nos desinhibíamos. Esa noche ya hubo más contacto con la pareja que estaba al lado.

¿Ya llegaron al intercambio total?
No. Yo no he estado con un hombre, pero mi novio sí ha llegado a besar, a tocar y al sexo oral con otra mujer. Penetración total todavía no.

¿Por qué no?
Para mí es más difícil. Yo tengo en cuenta muchas cosas: que el tipo huela bien, que me inspire sexo, que sea muy sensual. En cambio con una mujer no he tenido problemas. Si he llegado a caricias y besos es porque para mí las mujeres inspiramos sexo. Pero tuvo que haber un momento en que el intercambio con un hombre fue inminente.
Se dio una situación en que estuvimos a punto de hacerlo pero en ese momento me dio susto y no quise. No sé qué pasó, estaba todo dado para un intercambio total.

¿A su novio le gustaría que usted estuviera con un hombre?
Sí. A él sí le gustaría muchísimo.

Volvamos al bar. ¿Allí siempre están juntos?
Al principio le pedía que estuviera conmigo. Ahora uno va y viene y habla con el que quiera.

¿Quién toma la iniciativa?
Normalmente dejamos que la gente llegue a nosotros. A veces los aceptamos, a veces no.

¿Hablan con las personas con las que interactúan o prefieren el silencio?
Hay quienes desean que se genere una amistad pero a mí, por ejemplo, no me gusta. Soy muy callada en ese medio.

¿Y durante el contacto?
No, absolutamente nada. No me gusta quedarme con
teléfonos, direcciones, nombres. Solo me gusta el momento porque ser swinger es como ser otra persona, representar un papel, y para eso debes dejar de lado tu vida normal, tu trabajo, tu familia.

¿Qué es lo más osado que ha hecho y hasta donde está dispuesta llegar?
Definitivamente estar con una mujer, besarla, acariciarla, tocarse muchísimo en partes muy íntimas. La verdad no sé que haya más osado que estar en un club swinger porque es una sensación muy fuerte. No es solamente lo que tú sientes sino lo que siente la otra pareja.

¿Hay alguna cosa que no estaría dispuesta a dejar que pasara?
No. Cualquier cosa puede suceder.

¿Incluso que su pareja estuviera con un hombre?
No, con un hombre no. Con una mujer no habría problema.

¿Cuál es la diferencia entre una orgía y un bar de swingers?
Una orgía es como una película de cine rojo y un bar de swingers es algo más erótico. Además en una orgía tú sabes que vas a tener sexo con todos. Aquí puedes negarte.

¿Le ha parecido que su pareja desea a otra mujer mucho más que a usted?
No pienso en eso. Estoy segura de lo que soy y eso es importantísimo si eres swinger. Además te metes en el cuento de lleno o no puedes llevar esta vida.

¿Le ha tocado negarse a algún pedido de una mujer o un hombre?
Un día, creo que fue el día de la fiesta del barro, la niña que hace el show de striptease me ubicó y bailó para mí. Parece que le gusté mucho a una pareja y el tipo me buscó en un momento que estaba sola y me propuso ir al salón de fantasías. Me insistió y me insistió, incluso su mujer me hacía ojitos, pero, primero, a mí me pareció que él estaba muy viejo y, segundo, que ella era horrible. Por eso me negué. De alguna manera esa noche sí me sentí acosada.

¿Se han encontrado con alguna pareja swinger fuera del bar?
Una vez en teatro, pero no los reconocí porque siempre habíamos estado bajo una luz muy tenue y sin ropa.

¿Dejaría que su pareja fuera con otra persona a swingear?
No. En el bar ya se sabe que somos pareja y somos reconocidos como tal. Si él llegara con otra persona la gente ya no lo vería como swinger sino como una cosa muy diferente y se lo haría sentir así.

¿Alguna vez ha sentido que más que ir a buscar placer los dos han ido porque él quiere estar con otra mujer?
Sí, claro. Él sí va en ese plan, buscando una mujer que esté muy, muy buena y sin duda si ella le da la oportunidad de comérsela él se la come. Ese es uno de los temores que aún tengo.

¿Qué cree que van a decir los que no saben que usted es swinger?
Todos los que no saben qué significa nuestro estilo de vida van a asociar este ambiente con una orgía y muy seguramente van a pensar de mí cosas que no son ciertas. La verdad es que cuando yo estoy en un bar swinger lo que estoy haciendo lo hago con la persona que amo, y que nuestra confianza es tan alta como para que frecuentemos estos sitios y aún así sentirnos seguros cada uno del otro.

¿Si terminara con su pareja actual buscaría un hombre swinger también?
No creo. Tengo que vivir todos los momentos swinger con él porque sé que no voy encontrar otro tipo que esté dispuesto a esto. Además, si se lo propusiera a otro hombre, mínimo creería que soy una prostituta.

¿Qué es monogamia?
Amar a una sola persona.

¿Tiene hijos?
Uno. Tiene cuatro años.

¿Si sigue siendo swinger le contaría?
Sí, pero tendría que ser mayor de edad.

¿Tiene planeado hacer swinging por mucho más tiempo?
Sí. A mi novio no le gusta mucho la rumba. Siempre me dice que le da jartera ir solamente a bailar o a tomar, pero ir a un bar swinger involucra muchas cosas más, es ir a bailar, es sexo y diversión de otra clase. Por eso creo que para nosotros no hay vuelta atrás.