16 de diciembre de 2005
Mujeres
Katarina Sacht en antología de los grandes orgasmos
Aunque por esa sangre brasileña que fluye por todo mi cuerpo debería decir que un bossa nova o una samba, según el ritmo, la velocidad y la intensidad del momento, representan mi orgasmo ideal, creo sinceramente que me quedo con el tango argentino.
Por: Revista SoHoCon la mirada penetrante sobre el otro, con ese contacto visual que te corta la respiración y que te impide pensar en nada distinto a tu cuerpo y al de tu compañero. Me quedo con ese juego de sombras y luces rojizas, azuladas, violáceas que crean una atmósfera ideal para perderse en el mayor de los placeres. Con ese vaivén que te lleva de un paso violento que te agita a uno suave que como una cuna te arrulla a la luz de la luna. Con esas prendas que evocan los cabarés parisinos, medias veladas de cuadros, corsés, bragas y brasieres de colores dramáticos como el negro o el rojo carmesí. El tango es seducción. Es como ese preludio necesario de palabras cariñosas y fuertes al oído. Comienza con un abrazo incompleto, pasa por un entrecruzarse el uno con el otro y termina con un beso y un desvanecimiento en el que el cuerpo arqueado se rinde al placer. El tango, como el sexo con amor, evoca las pasiones más oscuras, los instintos animales y los sublima. Por su mezcla de violencia y erotismo, de texturas suaves como terciopelos, el colorete rojo que marca el papel, los zapatos de cebra, el tigrillo disecado, el mosquete antiguo, las pieles de leopardo, res y oso que me acompañan en estas fotos. Todas expresiones de esa pasión salvaje, pero sofisticada y tierna, que podría hacerme tener ese orgasmo ideal.