23 de febrero de 2011
Frotis
Sé muy bien que el mundo está lleno de ratas, unas mas grandes que otras, pero ante todo ratas y que hay que tener mucho cuidado con ellas..
Por: Juan Carlos OrtizAlguna vez leí al escritor Mircea Eliade decir que entre lo sagrado y lo profano había un solo paso. Y es cierto, como cuando uno está en la calle en pleno ruido y congestión y con solo dar un paso se entra a una iglesia, se siente la transmutación inmediata de dos ambientes totalmente antagónicos y distintos. Del caos a la calma en pocos metros.
A mí me pasa lo mismo con el cine. Entrar a un teatro y ver una película es como un proceso de mímesis y catarsis absoluto donde los problemas y las preocupaciones vuelan y desaparecen.Por eso tengo siempre como costumbre hacerlo , esté donde esté.
Hace un tiempo estaba de viaje por Colombia, visitando lo que se llama una ciudad intermedia o mediana por su tamaño y para ser consecuente con la tradición decidí ir a cine a un viejo y grande teatro del centro de la urbe.
Luces apagadas, pocas personas en el público , varios minutos de proyección cinematográfica , película en acción cuando de repente sentí algo que rápidamente me frotó las piernas. Me asusté y quedé pensativo sobre lo sucedido. Volví a calmarme y a seguir viendo la película pero nuevamente el corrientazo entre mis pies tuvo mas fuerza. Esta vez entré en pánico y salté. Algo se movía jugosamente y con mucho conocimiento por el piso del teatro y me rozaba.Decidí que mis pies en la oscuridad no volverian a tener contacto con el suelo y así al mejor estilo de circo quedé sentado en la parte superior de la silla reclinada haciendo equilibrio para no caerme . Fueron muchos minutos de aguante pero ante todo era un acto de supervivencia.
Finalmente la película terminó y prendieron las luces. Pude mirar hacia abajo y me encontré con la respuesta a mi incertidumbre: una rata inmensa y peluda. Se notaba que era una rata que vivía ahi y vivía muy bien. Con asco exponencial la ví correr con una crispeta en su boca por los pasillos del teatro como si fuera su casa. Indignado fui a buscar al administrador del cine para quejarme. Lo encontré en la dulcería y le dije:
-Señor, hay una rata asquerosa en este teatro. A lo que él me contestó:
-Claro que sí. es la mascota , se llama Anibal y vive acá.
Yo quedé petrificado. Sé muy bien que el mundo está lleno de ratas, unas mas grandes que otras, pero ante todo ratas y que hay que tener mucho cuidado con ellas. Pero esta historia era nueva para mi conocimiento. Conocí una rata mascota que hace frotis y trabaja para ayudar a mantener el equlibrio del ecosistema fílmico con la limpieza de un teatro.
De todo se ve en esta viña del Señor.
jco