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12 de agosto de 2003

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Las confesiones de Alejandra Azcárate

Hace algunos años, cuando Alejandra Azcárate era la presentadora y locutora de El Mañanero de La Mega aceptó hablar con SoHo de lo que tanto nos gusta: de sexo.

| Foto: Las confesiones de Alejandra Azcárate

Como si Alejandra no tuviera los méritos y el talento suficientes para salir adelante por lo que ella es, algunos medios de comunicación la presentaron pensando que su único valor era haber tenido una relación con Tomás Uribe, el hijo del Presidente. Eso es lo de menos. Alejandra estudió Ciencias Políticas y Periodismo en Emerson College de Boston, presentó con éxito las secciones de espectáculos de los informativos de Citytv y actualmente hace parte de la mesa de trabajo del programa El Mañanero de La Mega. Es bogotana, tiene 25 años, hija de caleño y paisa, y por encima de todas las cosas, dueña de un sentido del humor aplastante que da fe de su inteligencia y su apabullante carácter. Se lo demostró a SoHo hablando de sexo sin tapujos. ¿Qué es lo último que hace antes de acostarse? Darme la bendición. Soy muy creyente. No voy a misa por perezosa. Pero Dios es todo en mi vida. Si se pega una rumba tenaz y al otro día abre los ojos y hay un hombre en su cama, ¿qué es lo primero que pensaría? “¡Gracias, Dios mío!”. ¿Cómo es su ropa interior? Casi nunca uso. Me incomoda. El brasier es una prenda abominable para mí. Me gusta sentirme libre. Por eso cuando uso, prefiero la sencillez. ¿Qué talla? 34 B. ¿Le han dicho algo cuando se desviste y resulta que no tiene calzones? No me han dicho pero sí me han hecho. ¿A qué edad perdió la virginidad? A los 18. Me ayudó bastante que tuve novio desde chiquita. Si no, seguramente la hubiera perdido mucho antes. Aunque no soy ilusa pensando que en su momento el noviecito supo respetarme. ¡Qué va!, debió acostarse con ciento cincuenta mientras estaba conmigo. Pero lo que sí le reconozco es la paciencia. Además, terminó aguantándome ocho años. ¿Cómo es perder la virginidad? No es doloroso ni satisfactorio. Más bien un poco incómodo porque uno no sabe exactamente qué está pasando. Pero más que la sensación física, uno tiene muchos prejuicios en la cabeza que son los que hacen que la cosa sea complicada, especial y sobre todo inolvidable para bien o para mal. ¿Tiene algunos signos del buen polvo? Sí. Básicamente tres puntos: me fijo en cómo maneja el carro. Si no sabe manejar una máquina menos a una mujer. Uno ahí se da cuenta de muchas cosas: cuando es lento, acelerado, agresivo, atravesado o cuando no sabe parquear en reversa. También me fijo en cómo come y el comportamiento en la mesa: ahí se detecta si es selectivo, exquisito, afanado, egoísta y sobre todo si le gusta probar otros platos. Hay que ver cómo come para saber ‘cómo come‘. Y clave, por último, el sentido del humor. Un hombre que me haga reír tiene muchísimas más posibilidades de llevarme a la cama que un charlador monótono. El sentido del humor para mí es afrodisíaco y un sinónimo de inteligencia, que para saber manejar a una mujer se necesita, ¡y mucha! Una persona que le inspire sexo. Steven Tyler, el vocalista de Aerosmith. Me debilita, me parece la locura furiosa. ¿Y colombiano? ¿Colombiano? ¡Huuuy!, con nuestra raza hay que tener cuidado hasta con las ganas. ¿A qué político se lo pediría? En el caso hipotético, al ministro Fernando Londoño. ¿Y usted cree que el Ministro sería buen polvo? Seguramente no, pero sería interesante salir de la duda. ¿Y cómo cree que maneja el carro el Ministro? Debe tener chofer, por eso a lo mejor a la hora de estar conmigo tendría que mandar a otro a hacerme la vuelta. Un buen reto para la soberbia. ¿Y a quién no se lo daría por nada del mundo? A Jorge Barón. ¿Haría un ménage à trois con dos hombres? ¡Noooo, qué pereza! Acaban con uno. ¿Tiene una fantasía erótica? Sí, en una plaza de toros con flamenco y sevillanas de fondo, el olor a animales y la textura de la arena. ¡A mí la fiesta me gusta brava! ¿Ha sufrido percances sexuales? Sí, una vez mandé la mano y no sentí nada. No sé si el tamaño era demasiado “discreto” para mi gusto o si no le funcionaba. El caso es que ambas opciones eran patéticas. Menos mal me enfrié porque si lo hubiera hecho con ese personaje, hoy me estaría azotando. ¿Se ha echado un polvo sin querer echárselo? Nunca. Todo lo hago con ganas. ¿Ha tenido un one night stand? No. Siempre he tenido una relación con los personajes que he estado. No necesariamente amor. Puede haber sido atracción, amistad, complicidad, en fin... Pero con un desconocido, jamás. Aunque no estaría mal el riesgo... ¿Alguna vez se ha echado un polvo con alguien nada que ver, como un latonero o un mecánico? No. Pero me encantaría con un lanchero bien bronceado, de pelo largo medio amonado por el sol, lleno de coralitos en el cuello y que solo comiera merluza. ¿Si un tipo va a tirar con usted y se queda con las medias puestas, pierde el año? Desde que no se quede con los calzoncillos... Aunque no nos digamos mentiras: una media es canceladora. Una posición. La primera, la de abrir. El inicio marca el resto de la sorpresa. ¿Hay alguna que sea más cómoda para las mujeres? Desde que uno se sepa acomodar, todas funcionan. ¿El sitio más raro donde lo ha hecho? El camerino de un set de grabación. ¿Ha tirado en el mar? Sí, muy incómodo. Ese polvo acuático es una ilusión de película recargada. Porque la realidad es fatal. Besos salados, raspada de cola, la bombeada en medio del oleaje y lo peor, la arena. Uno dura ocho días encontrando granitos mal ubicados. ¿En dónde fue? En una playa que se llama Arboletes, cerca a Montería. ¿Con quién? Con él... ¿Cuál es el sitio ideal para hacer el amor? El más convencional: una cama grande, muy cómoda, impecable y con muchas almohadas. ¿Motelea? Nunca. Hasta ahora no he tenido la necesidad aunque tiene su morbo. Mi problema es más de higiene que de atmósfera. Y además lo mío son los jabones grandes. ¿Cómo le fue con Tomás Uribe? Lo adoro y además “un niño al año no hace daño”. ¿Y con su actual español? Tengo una debilidad con la Península Ibérica. Le vamos a decir sitios y usted responde si ha tirado en ellos: ¿una piscina? Sí, fantástico. ¿La sala de la casa de sus papás? No. ¿Con qué cara los mira uno en el desayuno? ¿Un avión? No, me gusta la presión, no la presurización y menos con dolor de oído y la azafata ofreciendo achiras. ¿En carro? Sí, es un buen lugar para descubrir la faceta escondida de contorsionista. ¿Baño de bar? No, los afanes nunca me han dado cerca a un sanitario público. ¿Casa de amiga? Sí, para qué la prestan. ¿Ascensor? No la faena total, pero sí el pre. ¿Oficina? No, siempre he tenido compañeros muy feos o casados. ¿Para qué le ha servido ser bonita? Para poderme dar el lujo de escoger y no de que me escojan. ¿Posaría desnuda? No, me daría pereza tener que salir a responder que lo hice porque las fotos me parecieron superartísticas. ¿Le gusta el porno? Me encanta. Hay películas tan ñucas que uno las ve para reírse; otras son tan vulgares, que me producen rechazo pero también curiosidad; y otras muy bien hechas que logran su propósito: querer repetir las escenas. ¿Cuál es la música perfecta para tirar? Rolling Stones ¿Cómo le gusta que la desvistan? De arriba abajo, porque si lo hacen al contrario queda muy claro que van directo al grano y se pierde la gracia. ¿Cuál es el pre perfecto? Un buen beso es básico. Ahí se transmite todo, incluso sin que le pongan a uno una mano encima. ¿Cuál es el mejor post? Arrunche, comida a domicilio y televisión. ¿Que le digan que la adoran y toda esa vaina? Ay, no. Si de verdad lo quieren a uno, ya está implícito. En ese momento me fío más del instinto y las sensaciones que de las palabras. Y pues si ya hicieron la vuelta, para qué más. ¿Alguna vez ha tirado con un tipo que no ha vuelto a aparecer? He sido de buenas y han quedado enganchados. No he padecido el fenómeno de la paloma: comió y voló. ¿Y alguna vez ha tirado y no ha vuelto a aparecer usted? Sí, me he hecho la loca. ¿Le gusta el sexo oral? Las bocas siempre dan de qué hablar. ¿Cuál es la fórmula para el sexo ideal? Amor, pasión, lealtad, complicidad y creatividad. ¿Nunca se lo ha dado a un tipo por fuera del noviazgo? Se lo he dado a un tipo antes de volverse mi novio. Pero jamás teniendo novio me he acostado con otro. ¿Pero ha puesto cachos aunque sea con besos? Sí. ¿Y se ha arrepentido? Siempre he preferido arrepentirme de lo que he hecho y no de lo que he dejado de hacer. Y menos después de descubrir que mi novio desde antes me tenía la frente como un perchero. ¿Y qué opina de la infidelidad de los hombres? Hace parte de su diario vivir. Ustedes funcionan como compartimientos, por eso el sexo no hace variar los sentimientos. A la loba la llevan a bailar y a tirar. A la novia la invitan a pasar el 24 de diciembre en familia. Cada una a lo suyo. En cambio nosotras somos totalitarias. El novio es para todo. ¿Ustedes son el sexo débil? ¿Débil? Eso es pura paja: ustedes hacen lo que sea por lo que tenemos entre las piernas. Suena crudo pero es verdad. Por ahí se han perdido imperios, trabajos, amigos, matrimonios... Una mujer antes de acostarse con un hombre siempre tiene una intención. Nuestro género tiene el poder muy bien ubicado. ¿Dejarlo de dar también es un arma? Claro. La coquetería no es una garantía. Tenemos dos maneras de manipular a un hombre, una es dándoselo y otra es no dándoselo. En cambio un hombre, para darlo, solo necesita tener ganas. Yo por eso en ustedes admiro la capacidad para mentir y en nosotras el poder para actuar y envolver. Y saben hacerse las locas. No sabemos hacernos, lo somos. Una mujer totalmente cuerda no existe. La locura es uno de nuestros atractivos principales. Por eso saber a qué atenerse con una mujer sigue siendo un misterio para ustedes. ¿Qué somos los hombres para ustedes? Definitivamente son un delicioso mal necesario.

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