Tener o no tener, esa es la cuestión. Desde la pubertad, las mujeres comenzamos a obsesionarnos con el tamaño de las tetas. Andamos en la eterna búsqueda de la talla perfecta que está en algún lugar entre los mamoncillos y los melones. Antes de la aparición de Eva Herzigova y su famoso wonderbra que levanta a los caídos, une a los separados y engrandece a los pequeños, la falta de materia prima para rellenar el brasier tocaba solucionarla con remedios caseros. ¿Cuántas jovencitas no dejaron volar su imaginación y fabricaron teticas postizas con toallas higiénicas, medias viejas, hombreras, esponjas amarillas de cocina, algodón y papel toilette.