10 de julio de 2001

Diafragma

Diafragma



JOHANA
VARGAS LA SOPRANO
Si tuviera que elegir entre una pegajosa canción
de los Beatles tarareada en plena ducha y los acordes inmortales de un aria
de Schubert cantada en La Scala de Milán, Johana Vargas (18 años) estaría
en problemas. En serios problemas. Ambos la desvelan. Sin embargo, por el
momento, lo suyo apunta hacia Mozart, y Rossini, y Schubert, y etcétera,
etcétera, etcétera. Seleccionada como una de las jóvenes talentos del Bel
Canto por la Biblioteca Luis Ángel Arango el año pasado, Johana se perfila
como una futura cantante de ópera para ser recordada. Su reciente presentación
en la sala de conciertos de la Luis Ángel lo confirma. Por ahora, con Beatles
o sin ellos, con Help o el Ave María, cae bien echarse una pasada por los
recitales que vendrán para comprender que la ópera, a veces, también entra
por los ojos.

Fotografía: Felipe Londoño

Locación:
Hotel de la Ópera
  
JUAN
CARLOS DELGADO ESPÍRITU AL ROJO VIVO
En Barcelona —aunque haya
quienes digan que fue en otro lugar— fue donde comenzó todo el cuento artístico
de Juan Carlos Delgado. Allá estudió, allá abandonó la escuela para dedicarse
a caminar y, finalmente, allá echó a rodar la bola de lo que hoy mejor lo
identifica: ser un artista enteramente contemporáneo. Seguidor de figuras
como Anish Kapoor, Joaquín Torres y la fotógrafa española Paloma Navares;
este colombiano de 27 años se ha dedicado a hacer lo que más le gusta, que
es hacer arte de todas las formas posibles (en el recuerdo permanecen los
220 zapatos encontrados en las calles de Marruecos que integraron una vasta
exposición que le dio reconocimiento). Por ahora, en medio de ese gran taller
móvil que es la ciudad, Delgado se las arregla para recuperar la memoria
de los objetos mediante impresiones digitales que, más que arte, son una
manera de manifestar el espíritu de un artista, definitivamente, poco convencional.

Fotografía: Felipe Londoño
  
ALLEN
IVERSON EL PEQUEÑO GIGANTE
¿Podría
un ex convicto ser el ídolo de miles de personas? Aunque piense que no,
la respuesta se encuentra en el base de los Sixers de Filadelfia: Allen
Iverson, quien de no ser por el perdón del gobernador del estado de Virginia,
todavía estaría pagando los 15 años a los que fue condenado en 1993 por
una disputa racial. Hoy, a pesar de ser muy bajito para el baloncesto —tan
sólo mide 1,83 m—, con 26 años, el ex vocalista de rap se abre camino en
ese mundo reservado sólo para los gigantes. Este campeonato lo demostró.
Tanto que, en su quinto año como profesional, fue elegido el jugador más
valioso de la NBA, llevando de la mano a su equipo a los playoffs después
de ocho años. Y aunque al final los Lakers le arrebataron el ansiado anillo,
el pequeño gigante dio visos de lo que vendrá más adelante. Pasos de animal
grande. FOTO: AP