10 de enero de 2007

En música

Por: Ben Nevis
| Foto: Ben Nevis

Lo peor del año es lo que nos venden como "lo mejor". Lo peor es que Luis Miguel, después de 36 discos de boleros clásicos, publique el primero de quién sabe cuántos dedicados a la música tradicional navideña. Lo peor es que nos hayamos llenado de tenores y barítonos pop: este año nos asediaron los imberbes Choirboys, los indeterminados Ten Tenors y los metrosexuales integrantes de Il Divo (y hasta tuvimos, en un ejercicio insuperable de mal gusto: Los Tres Menores Rancheritos, cuatro niños muy charros que resultaron tres y que trataron de poner a sonar en emisoras el Corrido play: "¡Qué ceba!, le dijo Maicol tronando bombas de chicle. Si quieres un duelo, Yeison, échale mano al cepillo. Soy hombre de gel en pelo y me la juego contigo"). Lo peor es que nos parezca muy original Bossa n‘ Stones, Bossa n‘ Stones 2, Bossa n‘ Marley y Bossa n‘ (Guns n‘) Roses, ejercicio comercial de un grupo de disc jockeys medio varados n‘ poco originales… dígase, de paso, fueron los únicos disc jockeys extranjeros que no visitaron Colombia, porque en 2006 cada dos meses tuvimos al "mejor DJ del mundo", uno de los cuales, llegamos a creer, era boyaco: "Su persona, páseme ese Tiesto".

Este año trataron de vendernos la idea de que un humilde y resentido muchacho privado de voz, Francisco, debía ser estrella gracias a las bondades siempre cuestionables de haber ganado el reality de la misma programadora que pone a sus actores a doblar rancheras todas las noches. ¡Y los lleva a Cartagena a legitimar el ridículo televisivo frente a la torva mirada de Reynmundo (nunca Miss Mundo) Angulo!

Más de peorología: en 2006 regresó Sandy (luego de la muerte de Papo) regalando letras muy fuertes a quienes, no sin razón, le advertían que estaba destinado al fracaso; y quienes comentamos discos recibimos el álbum de Luis Amazonas, un no del todo reconocido actor que se preocupó más por verse bien en las fotos del cuadernillo de su primer disco que en cantar, que es para lo que se supone que la gente publica discos. Nos visitó un boricua charlatán, José Luis de Jesús, que pasó de las drogas a presentarse como la reencarnación de Dios, y lo precedió su propio cantante, Iván López, que sin vergüenzas de ninguna clase cantó: "A mí no me sorprendió, en Puerto Rico nació… ya está en su gloria el Hijo del Hombre, José Luis de Jesús es su nombre".

Categoría única: lo mejor-peor del año fue Yasuri Yamilé o Yacasi la Gillette, o como se escriba, con un video de segunda que se convirtió en la burla más seria del año: "Mi nombre e‘ Yasuri, Yasuri Yamilé. Te mete conmigo, yo te saco la Yilé. Te dejo una ye que no e‘ de Yeyé, sino de Yasuri, Yasuri Yamilé". Otra inolvidable categoría: peor video musical criollo. El honor es para Jorge Cárdenas (actor, ¿cantante

, compositor), interpretando Como te quiero yo en la Jiménez con séptima, con pinta de biyi ochentero y con el respaldo de sus amigos actores Paola Rey, Julián Román y Roberto Cano. El video es demandable en cualquier tribunal serio.

Lo peor del 2006, sigamos, es que compramos los álbumes de homenaje a Andrés Calamaro que bien podrían haberse llamado de insulto a Calamaro, que no hayamos caído en la cuenta de que Naty (como sucede con su disco) se ve mejor de lejitos, que Los 50 de Joselito sigan en acción (¿son los mismos de hace una década

), que vayamos ya por el décimo volumen de los Corridos prohibidos, que los Tupamaros y sus bailarinas de silicona no se hayan extinguido, que Julio Iglesias insista en cantar en inglés lo que él llama "romantic classics" (Julio Inglesias), que Omar Geles infle pecho para reclamar la paternidad de un verdadero subgénero (sub, pero muy sub): el vallenatón, que todos los artistas de tropipop canten igual y hayan nacido en Bogotá o Tunja, que sigan publicándose discos de Buda Bar y Café del Mar y que la gente continúe comprándolos como algo novedoso, que perdamos tiempo oyendo a Paris Hilton cantando vestida y sobria, y que a un grupo de reggaetoneros se les haya pasado por la cabeza la idea de publicar villancicos a ritmo de reggaetón. Esto último imperdonable por dos detalles: uno, que en ninguna cabeza cabe el concepto de perreo cristiano y, dos, que el reciclaje de la Navidad corre, de ahora en adelante y hasta el fin de los tiempos, por cuenta de Luismi.