23 de septiembre de 2010

AM+LP

Por: Eduardo Arias
| Foto: Eduardo Arias

El equipo de sonido de mi cuarto funcionaba de la siguiente manera. Una pequeña maleta verde contenía un tocadiscos Garrard automático; un pequeño amplificador KLH, y las salidas de dos parlantes, también KLH, que se enganchaban a ambos costados de la maleta para que fuera fácil transportarlos.

A ellos conectaba, a través de una entrada auxiliar, una grabadora Panasonic de pilas o un transistor Sanyo AM, el que me abrió las puertas del rock y del pop en 1971 a través de Radio 15.

Conectar el Sanyo para oír con mejor volumen o algo de bajos lo que pasaban por la radio era una tarea compleja. AM significaba señal débil, interferencia, ruido.

Cuando tuve acceso a la maleta-tocadiscos, en la Navidad de 1974, ya había dejado de emitir Radio 15 y encontrar algo de rock en la radio era complicado. Enterarse de lo que ocurría en el mundo era tan complicado que muchas veces la única información disponible sobre una banda de rock eran los créditos. Por ejemplo, en el LP de Too old to rock n roll, too young to die uno se enteraba que Jeffrey Hammond-Hammond ya no era el bajista de Jethro Tull y que en su lugar estaba ahora John Glascock. Uno vivía de esos detalles, señal de que el mundo avanzaba, que no era un lugar estático e inamovible.

Algunos amigos del curso y mis primos tenían acceso a diferentes LP que alguien traía de Estados Unidos o Europa, así que las sesiones de grabación fueron un ritual fundamental. Había que medir la ecualización de la grabadora, limpiar el vinilo. En 1976 descubrí por azar que la HJCK tenía programas especializados de rock que, mientras duraron lo que duraron (tal vez unos dos años, un poco más), fueron mi principal contacto con el rock. Durante una muy larga e inolvidable tanda de miércoles, Víctor Olgliastri pasó todos los álbumes de Jethro Tull, Michel Balavoine (ortografía sugerida, jamás vi su nombre impreso) me abrió las puertas al mundo de Genesis, y también estaba Ventana, un gigantesco ‘duty free‘ de rock progresivo inglés, alemán, italiano, holandés... Juan Valencia y Germán Kessler, los encargados del programa, que era los jueves al final de la tarde, emitían en directo y no siempre llegaban muy a tiempo que digamos al estudio. Recuerdo haber tenido que oír casi una cara completa del álbum Concorde, de Frank Pourcell, que puso el operador mientras los presentadores llegaban al estudio, víctimas (decían ellos) de infernal tráfico bogotano. Pero bueno, valía la pena esperar. La recompensa podría ser un álbum del grupo francés Ange, algún concierto de Gentle Giant, Amon Düul II, el Chocolate kings de Premiata Forneria Marconi…

Por las noches, Édgar Restrepo Caro (quien murió en un accidente a mediados de los noventa) presentaba Rock adulto, en el cual uno sabía lo que le esperaba cuando Édgar advertía que iba a poner material de un disco "de colección". Había que prepararse para un festival de scratch y rayones que competían con la guitarra de Eric Clapton, la voz y el bajo de Jack Bruce y la batería del rubio Peter ‘Ginger‘ Baker. La Crema del blues-rock británico.

Poco a poco comencé a conseguir los LP de aquellas bandas, por lo general segundazos. En los ochenta, las casetas de la calle 19, y en particular la Musiteca de Saúl Álvarez (más mi entrada al mercado laboral), me permitieron acceder a varios de esos LP que había grabado en casete o que había oído en la HJCK.

Conseguí algunos de esos discos en CD pero jamás me deshice de los vinilos. Nada reemplaza una portada de un LP. Una carátula de Yes dibujada por Roger Dean se merece el formato de 30 centímetros de alto y de ancho. Si se pudiera viajar en el tiempo, cómo me gustaría, así fuera por un día, volver a sintonizar Radio 15, oír la promoción "Este es el sonido de las grandes ciudades" con el fondo del solo de sintetizador de Won‘t get fooled again; volver a oír What is life, de George Harrison, como lo hice por primera vez una tarde cualquiera de 1971. Disfrutar de alguno de los discos de colección de Édgar Restrepo Caro y, al final de una aburridora tarde cualquiera, así fuera por un par de minutos, volver a pelear a tuning partido con Radio Cordillera para evitar que una ranchera mal sintonizada se cuele en el momento en que Peter Gabriel susurra "this is an announcement from Genetic Control".