11 de febrero de 2004

Preguntas

El panorama que ofrece hoy 'la Bogotá que queremos', cuando Garzón lleva pocas semanas como alcalde, no es tan brillante como lo siguen pintando los áulicos de Peñalosa

Por: Eduardo Arias

Dice el lugar común, la frase simplista, que con la llegada de Luis Eduardo Garzón a la Alcaldía Mayor de Bogotá se desbarata de un tajo eso que llaman ‘el modelo de ciudad de Pelañosa y Mockus‘. Sin entrar a detallar aciertos y errores de los últimos nueve años (más los primeros que los segundos), el panorama que ofrece hoy ‘la Bogotá que queremos‘, cuando Garzón apenas lleva un mes como alcalde, no es tan brillante como lo siguen pintando los áulicos de Peñalosa.
La avenida Caracas, reconstruida por tercera vez en 2001 con motivo de la llegada de TransMilenio, está otra vez desbaratada. Varias estaciones no operan porque el concreto no duró ni tres años. ¿Cuántos miles de millones de pesos botados a la caneca, doctor Peñalosa? ¿Más que con los bolardos que desaparecieron como por encanto de los andenes de la ciudad? ¿Error de diseño? No le irán a echar la culpa ahora al invierno o a unos urapanes que hace mucho tiempo no existen. ¿Qué pensará en su tumba el gran urbanista Karl Brunner, quien diseñó la primera avenida Caracas por allá en los años 30 ó 40 y cuyas placas de cemento no solo aguantaron cinco décadas de uso y abuso de buses y busetas, sino que también le dieron una brega de casi un año a los taladros cuando convirtieron aquella hermosa avenida de antaño en ese esperpento pastranista llamado Troncal de la Caracas?
Pero eso no es todo.
La ciclorruta de la carrera 30, que habría sido una importantísima alternativa de transporte en estos meses en los que se construye el nuevo ramal de TransMilenio, la desbarataron vaya uno a saber por qué. ¿Cuánto les costó a los contribuyentes el pavimento que se removió hace unas semanas y el que le van a volver a poner cuando la reconstruyan? ¿Acaso cuando se construyó la ciclorruta no se sabía de antemano que la 30 era una de las vías elegidas para la expansión del sistema de TransMilenio?
Dicen que uno de los atributos de Enrique Peñalosa es su mentalidad de gran gerente. No soy experto en administración de empresas ni en finanzas, pero supongo que un buen gerente hubiera programado mejor el calendario de estas obras. ¿O tan solo se trataba de inaugurar, inaugurar, inaugurar? ¿O de licitar, licitar, licitar? ¿O de contratar, contratar, contratar?
¿Y sí habrá presupuesto para mantener los miles de metros cuadrados de parques recientemente talados y pavimentados por las administraciones Mockus y Peñalosa? Vaya uno saber. Lo cierto es que el maquillaje, el pastillaje de ‘la Bogotá que queremos‘ comienza a cuartearse. Andenes y ciclorrutas hundidas, adoquines desprendidos.
Pero claro, como se trata de la obra del ‘mejor alcalde de todos los tiempos‘ (como si Mazuera y Jorge Gaitán Cortés jamás hubieran existido) ningún medio dice nada, ninguno de los sesudos columnistas que nos invitaron a votar por Juanito Lozano (así lo llaman ellos) señalan estas irregularidades. ¿Tal vez esperan a que pasen unos seis meses para rasgarse las vestiduras y echarles la culpa a Lucho Garzón, a sus colaboradores, a la izquierda?
Claro, Lucho no se ayuda nada cuando anuncia que con la plata de TransMilenio piensa construir cafeterías y baños públicos en vez de tratar de mantener la eficiencia de un sistema que, también hay que decirlo, comienza a flaquear. Aunque todavía funciona bastante bien, a ratos hacen falta buses, en particular en la nueva troncal de la 13 y las Américas, a veces el hacinamiento en TransMilenio es de veras pesadillezco.
A propósito, ¿Podrá soportar el eje Caracas-Autopista Norte el nuevo volumen de pasajeros que en pocos meses le llegarán de Bosa, Soacha y Suba?
Decía Enrique Peñalosa qué él soñaba con una ciudad sin carros. Solo bicicletas, peatones, solo TransMilenio. Como idea es brillante, sin duda. Sin embargo, en enero de 2004, en hora pico, los buses que van hacia la 170 por la Caracas y la Autopista ya van repletos y el embotellamiento de carros en el sentido sur-norte es total. ¿Puede el sistema, así sea en 20 años, asimilar semejante cantidad de pasajeros? ¿No sería mejor desde ya decirle a la gente que TransMilenio ha sido un grandioso avance pero que de todas maneras Bogotá necesita un medio de transporte pesado al menos en el eje de la Caracas?