17 de agosto de 2005

El consumismo de SoHo

Por: Hollman Morris

De unos años para acá se ha venido estilando dentro del círculo que encierran los medios masivos de nuestro país un tipo de publicación como lo es SoHo, que enaltece temas como la moda, el consumo, el chisme farandulero, entre otros asuntos banales. Ciertas élites recurren a un vocabulario de tipos convencionales como la palabra play: "Ese es mucho play... ¡huuuuuy!", "tan play". En fin, toda palabra refleja un mundo y una concepción de la vida. Y puedo decir ahora que con palabras como esta, SoHo es una publicación que representa un mundillo muy especial. El play en nuestro país puede ser al que llaman "bien" o "gente bien". Puede ser aquel a quien le gusta mostrar el "aullido de la moda", porque su indumentaria rimbombante y su profesión de farsante para sentirse a la última moda chillan como mosca en leche en nuestra realidad.
Realidad colombiana: tres millones de desplazados, los $380.000 de salario mínimo, 25 millones de pobres. El hambre de 25 millones de habitantes en la pobreza absoluta, entre 40 millones que habitan donde nadie cuenta a los indigentes pero que existen en el país de las inequidades.
SoHo muestra el mercado para los que quieren ser y no pueden serlo. Usted puede encontrar objetos publicitados cuyos precios son inalcanzables para la gran mayoría de lectores de SoHo: la corbata de $333.000, el cinturón de $200.000, el pañuelito de seda de $70.000, los tenis de $300.000, las mancornas de medio millón de pesitos. Carro que clasifique en las páginas de nuestra querida revista, tiene que arrancar de 70 milloncitos p‘arriba. Estos precios frente a las cifras de la indigente realidad son chocantes, ¿o no? Aunque he tenido tentaciones de estas -tengo que decirlo-, me sonrojo y algunas veces lo considero como una bofetada en la cara a aquellos a quienes nos sirven a diario: a la empleada del servicio, al celador, al chofer, a ellos, que son los muchos, los casi todos.
La publicidad es en SoHo casi el 50 por ciento de la revista sobre las marcas más prestigiosas del mundo, con algunas excepciones que los play rechazan porque son de "la tierrita". ¡Qué oso! Se publicita exageradamente. Invita a gastarnos unos milloncejos en el "engalle" personal; para ser unos chicos play, para aparentar al precio que fuere. Y como este país está lleno de hombres que cultivan imágenes incoherentes (otra virtud play), la revista, su publicidad, son una buena fórmula para saciar el consumismo. Tú podrás entonces, entrar a la discoteca, al bar de moda, estar con la gente de moda y hablar de Uribe que está de moda, como un acto de arribismo que es muy play.
Pero hay mucho play y por eso nos está llevando el putas. Por ejemplo, Andrés Pastrana es un chico bien vestido, como buen play. De ácido crítico pasó a espadachín del gobierno de turno en Washington. O como los fernandos londoños, ese otro muchacho megaplay cuya frase predilecta es "la gente de bien", pero que su gran cualidad consiste en usar las leyes como bien propio y hablar de los derechos humanos como si fueran una secreción de la democracia. Bueno, la lista es larga, haciendo del país una patria extremadamente play al estilo SoHo: arribista, preocupada más por la imagen que por cambiar las estructuras de este desmadre nacional. El play necesita sus símbolos, su manillita tricolor, sus frases de cajón, gastar lo que no se tiene, consumir para estar in. Porque la moral play ordena esconderse en el clóset del mercado para ignorar a los indígenas rociados con glifosato, a los campesinos acusados de ser guerrilleros por estar en el escenario del conflicto. En fin.
SoHo hace feliz a la gente play pero deformando la verdad del país cuando hace énfasis en estas superficialidades, así compense con deliciosas crónicas que nos desnudan como nación. No se deben preocupar sus directores, pues esa es la triste realidad de todos los medios escritos, ya que un estudio realizado revela que el análisis en los diarios del país ocupa tan solo el 1 por ciento, y la crónica y el reportaje apenas el 4 por ciento de lo publicado diariamente; es decir que SoHo entra en "la media" de lo que produce el país a nivel nacional en materia de medios. Quizás por ello, por esa falta de análisis, de crónicas y de reportajes, es por lo que no entendemos la compleja realidad que vivimos. Creemos que consumiendo las mejores marcas del mundo, rodando las mejores marcas de autos estamos a punto de parecernos al primer mundo, pero, así les duela a muchos, lo seremos cuando de verdad se tome conciencia de que todos tenemos derechos... Derechos Humanos.
Mientras tanto, seguiremos siendo un país de muchas "SoHos", un país donde se aparece la virgen en las paredes, en los postes y hasta en el chocolate, pero también un país donde se desaparecen las personas.