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10 de abril de 2006

A qué sabe la comida de astronauta

Por: Pedro Duque

Bistec termoestabilizado, pechugas de pollo deshidratadas al vacío, pescado enlatado a la rusa, fresas irradiadas, jugo de naranja en polvo... Son las delicias de la gastronomía espacial. Claro que hoy en día, comer a bordo del transbordador y de la estación espacial es una experiencia mucho menos restringida, más variada, y que hasta cierto punto sigue los cánones de la civilización. Nosotros, los astronautas modernos, usamos cucharas y tenedores, tenemos platos fuertes, postres, cocteles de frutas y snacks. Y la materia prima de nuestros almuerzos, que ya no viene en forma de papillas, es tan identificable como la de cualquier terrícola.
Tenemos un menú muy variado que viene procesado de tres formas diferentes: alimentos deshidratados a base de un proceso de congelamiento al vacío llamado liofilización. Otros están a temperatura ambiente, como si fueran enlatados, pero en vez de estar dentro de una lata, los metemos en unas bolsas flexibles. Y también contamos con productos irradiados, un proceso que evita la proliferación de bacterias. Todas las bebidas vienen en polvo -pues en el espacio las bebidas con gas producirían sensaciones muy incómodas y sonoras, es decir, demasiado aire entre los intestinos. Esto es porque, al no tener la misma presión que en la Tierra, los gases se expanden y ocupan más lugar dentro de tu estómago.
Cuando llega la hora de comer, uno toma la bolsa de carne o pollo deshidratado al vacío y le inyecta agua caliente. Acto seguido, debe darle un "masaje" a la bolsa para que el agua se incorpore bien a los tejidos de la carne, y esperar unos diez minutos para que se rehidraten. Después hay que recalentar la bolsa dentro del horno (sí, hay hornos a bordo de los transbordadores). Si la carne viene en forma termoestabilizada, no hay que hacer nada salvo calentarla, puesto que ya viene con un poco de humedad.
Las carnes y pollos (el pescado está prohibido porque huele fuerte y allá arriba no se puede abrir una ventana para ventilar) podrán no ser gourmet pero se dejan comer como la comida de avión, pues saben muy parecido a lo que son: el pollo a pollo, las fresas a fresas... Claro que sí hay cosas que saben acartonadas, como el bistec. Pero en cambio las tortillas son deliciosas porque se rellenan con lo que a uno le guste.
Pero la verdad desnuda es que la comida en órbita es una cosa que podríamos mejorar. La alimentación a bordo del transbordador es apenas tolerable, y eso es para una misión de dos semanas. Después de una misión de cuatro meses en la Estación Espacial Internacional, los platos comienzan a repetirse y uno regresa con mucha necesidad de una buena cena.
En parte lo que sucede es que, en el espacio, por la falta de gravedad, la cabeza se llena de fluidos, y es como si uno tuviera gripa. Y entonces las cosas no saben igual. Son insípidas. Por eso los platos picantes son los más populares. Especialmente si pudiéramos acompañarlos con un buen vino tinto. Pero, al contrario de los rusos que permiten a sus astronautas tomar pequeñas dosis de vodka, la NASA tiene la política de cero alcohol a bordo.