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11 de febrero de 2004

Andrea Arias

Estudiante de bacteriología, veintiséis años. Madre de un niño de siete. Lleva ocho con su pareja y conoció la práctica gracias a una amiga que les contó de la existencia de bares swingers.



¿Hace cuánto hace swinging?
Hace más o menos seis meses. Antes solo había hecho cositas por ahí con amigas.

¿Cuántos sitios de swinging ha visitado y en dónde?
Tres. El que más me gusta es ADN, hay como más gente atractiva.

¿De quién fue la idea de entrar al mundo swinger, de usted o de su pareja?
Fue una decisión de los dos.

¿Cómo fue la primera vez?
Esa noche nos equivocamos de lugar y entramos a uno horroroso, salimos espantados. Pero aun así quisimos volver al que nos habían recomendado y fue otra cosa. Había niñas muy hermosas, personas físicamente más agradables. Uno empieza con la idea de entablar una amistad, conociendo a las otras parejas, no pensando en hacer algo de una.

¿Cuánto tiempo pasó desde esa vez hasta que se decidió a que hubiera penetración, verdadero intercambio de parejas?
Nos volvimos clientes de cada ocho días y tengo la fortuna de que para las mujeres soy muy atractiva, así que muchas niñas se nos fueron acercando. A los tres meses conocimos una pareja que nos llamó la atención.

¿Cómo fue?
En el bar hubo caricias y besos, pero cuando cerraron nos fuimos a un motel los cuatro y rumbeamos, las dos nos empezamos a besar y a acariciar y después nos fuimos al jacuzzi y comenzó el intercambio. Estábamos pendientes de darnos permiso de empezar cada uno con el otro. Al principio solo lo miraba a él con la otra mujer y era difícil porque te confunde pensar que estás compartiendo a tu pareja con otra mujer. Sentí un poco de miedo, pero después todo fluye y te metes más en tu cuento. Al terminar sí se siente un poco de cargo de conciencia, de '¿qué fue lo que hice?', pero pasa.

Y al otro día se levanta en su cama con su marido y ¿qué?
Lo miro y siento que me traicionó, pero después entiendo que simplemente se mostró como es y que después de hacer esto ya nunca me va a ser infiel, porque si tiene el interés de estar con otra persona, de sentir otra piel, otro aroma, pues lo puede compartir conmigo.

¿Qué le generaba más cargo de conciencia: lo que usted había hecho como tal o lo que su pareja pudiera pensar de usted?
Qué estaría pensando él de mí era lo que más me preocupaba, que se formara un mal concepto de mí. Pero después uno siente más que no tiene nada que esconder.

¿Cómo se despiden dos parejas que han hecho un intercambio?
Común y corriente, es como si hubiéramos ido a comer juntos o de rumba. Intercambiamos teléfonos e incluso me hablo con la mujer un par de veces a la semana.

¿Y quién le gustó más, su pareja o el swinger?
Mi pareja, porque ya me conoce y tiene una técnica increíble. Me ha enseñado todo lo que yo sé de sexo. Estoy con él desde los dieciséis años.

¿Cuáles son sus preferencias, le gustan más los hombres o las mujeres?
Acepto que soy bisexual. Me encantan las mujeres porque me hacen explorar nuevas cosas, más sutiles y eróticas. Acepto más a las mujeres que a los hombres.

¿Tiene algo que ver con darle gusto a su pareja?
No, es por decisión propia. Siempre he sentido la libertad de escoger lo que quiera. Y me gusta mucho verlo a él con otra mujer, porque yo era muy celosa, casi hasta el punto de oler la camisa cuando llegaba. ¡Ahora me he tranquilizado tanto!

¿Y no se compara más ahora con las otras mujeres con las que lo ve?
Claro, pero es sano porque me doy cuenta de que yo soy mejor polvo y además tengo en cuenta que a mí me quiere, con las otras no hay más que algo sexual.

¿Nunca ha sentido que hay una mujer que le gusta más a su marido que usted?
Sí, pero entonces así tengo la posibilidad de involucrarme inmediatamente para que ella no se lleve el protagonismo.

En el momento del intercambio, ¿usted y su pareja toman la iniciativa o espera que se acerquen a ustedes?
Pues casi siempre yo soy el gancho, por lo de mi atractivo, pero todo comienza con una conversación. Después se decide si hay química o no. Una vez, por ejemplo, nos reunimos diez mujeres mientras que los hombres miraban solamente. Fue increíble.

¿Cuántos intercambios ha llegado a tener?
Con hombres solo el que ya conté. Con mujeres, como quince, aunque con muchas de ellas hemos repetido.

¿Qué la excita más: tener sexo con un desconocido mientras su pareja los mira o verlo a él con otra?
Verlo a él.

¿Qué cree que puede ser tan atractivo de usted como para que un hombre deje de lado a su pareja para tener sexo por una noche?
No, las parejas no se dejan de lado, todos estamos satisfaciendo a nuestras parejas de alguna manera. El hecho de estar en parejas nos pone en igualdad de condiciones y da seguridad.

¿Le gusta hablar durante un intercambio? ¿De qué habla?
Me gusta ser muy morbosa, fantasear mucho y sobre
todo imaginarme cosas y decirlas.

¿Cuál es el ideal de hombre para hacer swinging?
Se parece a mi pareja, con un cuerpo bien formado y, por supuesto, que lo tenga bien grande.

¿Cuál es la diferencia entre una noche en un bar de swingers y una orgía?
La orgía se piensa como algo vulgar. Hacer swinging es más sensual, más profundo, con más esencia.

¿Ha visto intercambio entre hombres?
No. No hay.

¿Y si hubiera?
Dañaría el sentido de los bares en sí, porque para la gran mayoría no es excitante ver a dos hombres, es muy rudo. De hecho la peor experiencia la tuvimos con mi pareja en nuestra casa, porque nos fuimos con otra pareja y el tipo quería tener algo con mi novio.

¿Qué es lo más erótico que ha hecho?
Dos mujeres más y yo con mi pareja, pero digamos que él y yo teniendo sexo total.

¿Prefiere el sexo público al privado?
El privado así haya más gente involucrada, pero a veces en el bar es aburrido que haya gente como muy morbosa o que un hombre que no se contiene te toque, eso es incómodo.

¿Cuál cree que es su límite, qué no haría jamás?
Ser infiel. Irme a escondidas con otra persona.

¿Le ha tocado negarse a alguna clase de pedido sexual?
No todavía, soy muy abierta.

¿Hay algo que no le permitiría a su pareja a la hora de un intercambio?
No.

¿Inclusive que quisiera tener algo con otro hombre?
Inclusive, aunque sé que no le gusta.

¿Ha sentido que su pareja entra a un bar swinger en busca de mujeres con las que pueda tener sexo esa noche, más que en busca de un intercambio para ambos?
No, él siempre me ha dado la prioridad de que yo sea la que mejor se sienta de los dos.

¿Qué cree que van a decir las personas que no sabían que usted es swinger ahora que la vean en esta revista?
Seguro que no va a ser bien visto, pero ya no me importa tanto. Los hombres dirán que mi novio es un loco que deja que se acuesten con su mujer. Y las mujeres se indignarán por todo y me harán cuestionamientos morales. Pero todos esos morbosos igual van a sentir curiosidad.

Si alguien que quiere mucho le pide que deje de ser swinger, ¿lo haría?
Por amor, sí. Por mi novio. Pero en el fondo ya es algo que incorporé para la vida aunque no lo vuelva a hacer.

¿Y si le pidiera a su pareja que dejaran de hacerlo?
Él lo pensaría. No sé si dejaría de ser swinger.

¿Qué le dice la palabra monogamia?
Con mi pareja y no más. A pesar de todas esas experiencias, seguimos juntos. Solo lo quiero a él y él solo me quiere a mí.

¿En qué momento de su vida cree que va a dejar de ser swinger?
No sé. Me veo perfectamente dentro de quince años
haciendo swinging. Ahora tenemos planeado hacer un viaje a Miami para ir a un bar allá.