Home

/

Historias

/

Artículo

17 de noviembre de 2005

Catadora de axilas

Los sniff test tienen uno de esos oficios que nadie en el mundo envidia. Si todos nos ganamos el pan con el sudor de la frente, ellos con el de las axilas ajenas. Meneses conversó con una de estas "narices" profesionales.

Por: Juan Pablo Meneses
.

-¿Señor, me da un desodorante?
-¿De bolita?
-No, de axila.
Anónimo
Antes de que empieces a leer, suelta todo el aire que tengas, pon la nariz en tu axila y ahora, lentamente, comienza a respirar, a olerte, de a poco y hasta el fondo. Luego, suelta el aire y responde el siguiente cuestionario:
-¿Te gustó lo que oliste? SI__ NO__
-¿Lograste diferenciar algunos aromas? SI__ NO__
-¿Olerías ahora la axila de tu compañero de oficina? SI __ NO __
Si tus tres respuestas fueron afirmativas, quiere decir que eres un sniff test en potencia. Algunos de los mejores sniff test del mundo están en Hamburgo, en Alemania, y su trabajo consiste en oler axilas de muchas personas, de gente que ellos ni conocen, de tipos gordos y flacos y jóvenes y viejos y hombres y mujeres que, como todos, sudan debajo del brazo. Algunos, por cierto, huelen mejor que otros. Otros, esos que levantan las manos y tienen la camisa con una mancha húmeda en la axila, suelen expeler aromas fuertes. Todos, finalmente, son futuros compradores de desodorantes. Y para ofrecernos mejores desodorantes es que los grandes laboratorios contratan a estas narices a prueba de balas. Personas que con su sacrificio, de alguna manera, pretenden salvar a la humanidad. Ellos también están en guerra. Pero su guerra es contra los malos olores axilares. ¿La ganarán?
Maren Meyer tiene 27 años, nació en Hameln, Alemania, es soltera, usa perfume Boss para mujeres y desodorante Nivea. Todo indica que huele bien. Y de eso, Maren sabe: esa es una de las mejores sniff tests de la compañía alemana Beiersdorf, encargada de producir los desodorantes Nivea DEO.
Maren se ha ofrecido a hablarme de su trabajo desde el otro lado del mundo. Sus respuestas son escritas en un computador de su laboratorio, en mitad de pabellones que imagino blancos y que huelen a flores y frutos suaves, donde la menor señal de mal olor es aplastada con eficiencia por una brigada antimalos olores que deambula por los pasillos del laboratorio.
Las respuestas las recibo en un cibercafé de la Avenida de Mayo, de Buenos Aires, donde no hay aire acondicionado, el calor aplasta, y entre los clientes de esta tardenoche nos repartimos entre sudamericanos indocumentados, chinos, mochileros gringos y argentinos desempleados, divididos entre los que bajan páginas pornos y los que juegan a balearse on line. Si tuviera que describir el olor de aquí, podría decir que es una mezcla entre camarín, taxi viejo, pescadería, aceite recocido y AguaBrava. No me atrevería a oler ningún sobaco ajeno.
Le pregunto a Maren que a qué cree que huelo. Ella prefiere no contestar.
***
Charles Bukowski se lo confesó a la periodista Fernanda Pivano: "Lo que más me gusta es rascarme los sobacos". Y varios de quienes alguna vez estuvieron cerca del autor de El cartero y de La máquina de follar corroboran que uno de los rasgos más llamativos del Bukowski en persona era, precisamente, el penetrante olor a sudor que salía de debajo de sus brazos. Un olor que podía nublarte la vista, si no estás acostumbrado a los aromas fuertes. O que podía reconfortarte, si estás en el bando de quienes luchan por erradicar los componentes químicos sobre el cuerpo.
Desde antes de El perfume es sabido que los olores son claves en la belleza y atractivo de una persona, sin embargo, no hay fechas exactas de cuándo el desodorante se transformó en parte fundamental del equipamiento humano. Algunos historiadores señalan que los hombres del Imperio Romano ya tenían sus propias fórmulas: después de lavarse se ponían debajo de los brazos almohadillas con sustancias aromáticas.
Todo indica que a finales del siglo XIX surgió el desodorante como producto de higiene personal de una mezcla de sulfato de aluminio y potasio. Pero que fue tras la Segunda Guerra Mundial cuando su uso se generalizó prácticamente en todos los países occidentales. La marca Odorono es la que terminó pasando a la historia por lanzar al mercado el primer desodorante, que en un comienzo solo se vendía en farmacias. De eso, hasta la alta tecnología de hoy, ha pasado, literalmente, una vida.
-¿Es diferente el olor de hombres y mujeres? ¿El olor de jóvenes y viejos? ¿El olor de gordos y flacos?
Responde Maren:
-Sí, yo puedo diferenciar a veces el olor de mujeres y hombres, pero no siempre. Los viejos huelen distinto que los jóvenes, pero tu no encuentras diferencias en el olor del sudor. Tengo que decir que no huelo directo en la axila de los voluntarios, solo en la almohadilla que han usado, y yo no sé nada de los voluntarios si son hombres, mujeres, jóvenes, viejos, flacos o gordos. Ahora bien, si un voluntario bebe mucho alcohol o come ajo, yo puedo oler eso en su sudor.
El proceso de trabajo de una nariz de axilas también es rutinario. Los participantes, cerca de cuarenta al día, llegan al Centro de Voluntarios de Beiersdorf con ganas de sudar. Una vez dentro del laboratorio los conejillos de Indias se ponen una camisa blanca con almohadillas en ambas axilas. Transcurrido un tiempo, vuelven al centro, y sus almohadillas son depositadas en una serie de frascos sin olor. Esas almohadillas húmedas con extracto de vida diaria es la que huelen los sniff tests, que antes han sido entrenados para ordenar varios olores, de más fuerte a más leve. Ninguno de estos "elegidos" fuma, pues los fumadores pierden gran parte de su olfato.
-Algunos olores son muy duros y desagaradables -responde Maren, con vocación de estar sacrificándose por el bien de todos. Son indescriptibles pues dan ganas de olvidarlos para siempre.
Algunas veces, para que la transpiración sea más eficiente, a los voluntarios se les mete dentro de unos saunas especialmente fabricados para los ensayos. Nada debe fallar. Porque aunque el sudor humano no huele a nada, al entrar en contacto con las bacterias del exterior es que se descompone, y producen el olor a sobaco del que Bukowski se enorgullecía.
La guerra de las narices a prueba de balas que huelen axilas ajenas no es, por cierto, solo contra los malos olores. También, contra la competencia: desarrollar un buen desodorante es clave para liderar un mercado que, solo en Francia (un país con fama de poco desodorante) gasta más de cinco mil millones de dólares en productos para embellecer el olor del cuerpo.
¿Qué rol ha tenido el olfato en tu vida?
El rol llegó a ser cada vez más importante porque me entrené en diferentes olores. Desde que uso mi nariz más intensamente conseguí un trabajo de olfateadora.

***

Maren me dice que ella no admira a otro tipo de sniffers, "porque me gusta mucho mi trabajo y creo que es interesante ayudar a la investigación y a desarrollar buenos desodorantes". Sin embargo, es posible que ella sepa claramente que está en uno de los últimos peldaños de la escala de catadores humanos.
En esa misma escala donde, claramente, uno de los líderes es Robert Parker Jr, el estadounidense que también es conocido como "La nariz del millón de dólares". Parker es el crítico de vinos más influyente del mundo, y lo que determine su olfato puede cambiar el rumbo del mercado global de mostos.
En un nivel parecido puede situarse a Alberto Morillas, un andaluz que vive en Suiza y que está considerado uno los mejores perfumistas de un planeta lleno de olores diferentes. Morillas se dedica a oler y oler y oler fragancias que le agraden, y con cuyas fragancias termina componiendo nuevos perfumes.
La argentina Inés Bretón está dentro de las top five catadoras de té del mundo. Inés se pasa meses recorriendo Asia en busca de los mejores y más suaves olores con los cuales elabora los blends que vende en Europa, que tiene entre sus clientes al Dalai Lama y que la transformó en una nariz de fama global.
Lejos del glamour de estos sniffers, Maren, nuestra catadora de axilas, se toma el asunto con filosofía y cuando le pregunto qué son los desodorantes para ella, dice con honestidad:
-El desodorante es un producto para cuidar el cuerpo que me da un buen trabajo.
Y aunque el olfato del ser humano es uno de los sentidos menos refinados del reino animal, Maren cuenta que con el tiempo entre sudores su nariz en vez de estropearse se ha afinado.
-Desde que trabajo en esto uso mi nariz más frecuentemente en el supermercado, eligiendo frutas, por ejemplo.
Y a la hora de describir el olor de Hamburgo, dice: "Verde, fresco (por el agua). Algunas veces apestoso (por los autos), algunas veces imposiblemente bueno
Quizás ninguno de nosotros esté vivo cuando esta guerra contra los malos sudores termine. Posiblemente falta mucho para que los sniff tests logren dar con esa arma secreta, con el desorante ideal que termine venciendo para siempre. Pero mientras eso sucede, las palabras de Marlen pueden darnos una pista.
-¿Con qué palabras describirías tu olor preferido, Maren?
-Mi novio después de la ducha, fresco, limpio, masculino.