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11 de mayo de 2005

Lazos familiares

Cinco plumas retratan con palabras a sus familiares inolvidables. Abad evoca a su padre en cinco recuerdos, Savater agradece a la vida por su pueblo, Caballero regresa a la infancia con su hermano Luis, Fuguet es un sobrino en busca de su tío y Escobar ofreceun retrato inclemente de su madre.

   
   

Mi papá y yo.
Por:Héctor Abad Faciolince.
Mis amigos y mis compañeros del colegio se burlaban de mí: cuando yo llegaba a la casa, mi papá, para saludarme, me abrazaba, me besaba, me decía un montón de frases cariñosas y además, al final, soltaba una carcajada. CONTINUA>>
   
   
Mi tío y yo.
Por:Alberto Fuguet.
Ocurrió en la ciudad de Baltimore, en el estado de Maryland, Estados Unidos, lejos de su Santiago de Chile natal. CONTINUA>>
   
   
Mi hermano y yo.
Por:Antonio Caballero.
Cuando niños, mi hermano Luis y yo éramos como Caín y Abel. Eso es al menos lo que decía papá, que era escritor y aprovechó esa circunstancia para componer con observaciones de testigo ocular y tergiversaciones de padre de familia dos novelas al respecto: Historia de dos hermanos y Caín. CONTINUA>>
   
   
Mi abuelo y yo.
Por:Fernando Savater.
No se puede tener suerte siempre en cuestiones de parentesco: yo la tuve excelente con mis padres y con mis hermanos, pero las abuelas me fallaron un poco. La paterna, Victoria, era una andaluza señorialmente decimonónica (o tal me lo parece con la presbicia del tiempo distante) que había tenido más CONTINUA>>
   
   
Mi mamá y yo.
Por:Eduardo Escobar
Mamá tenía los ojos indefinibles. Y se llamaba Elisa. Fue una mujer admirable para todos los que la conocieron. Inspiraba cariño y respeto. CONTINUA>>