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6 de enero de 2010

Testimonios

Un ejercicio de latonería y pintura

SoHo le pidió a Andrés Ríos que dejará sacar el metrosexual que no lleva adentro. Lea cómo hacer un completo ejercicio de Latonería y pintura.

Por: Andrés Ríos L.

Debo admitirlo. Me gusta comer, me gusta la rumba y me gustaba todo lo que iba en contra del metrosexualismo. No cambiaba una empanada con ají por nada, y odié siempre a esos tipos que se ponen a contar cuántas calorías tiene cada plato que se sirven.

Me parecía que se puede rozar la delgada línea entre verse bien y el cacorrismo. Nunca me fijé si el pan era integral, diet o normal. En lo que sí insistía era en que mis hamburguesas y perros calientes tuvieran todas las salsas posibles y que las papas fritas nunca faltaran. Tipo cuatro de la tarde, siempre tenía antojos de algo con grasa, ojalá unos chicharrones, o un buen cábano, pero jamás de una fruta o algo que tenga en su empaque la palabra light. Por todo esto, porque mi papada era peor que la del ministro de Agricultura y mi barriga casi igual a la de Álvaro García, es que en SoHo me propusieron volverme un poco más presentable. Querían ver en mí al metrosexual que no llevo adentro. Quisieron transformarme, en la medida de mis proporciones, en algo más bonito, cosa no tan difícil.

Acepté de una porque, admito, quería recuperar algo de mi figura cuasi esbelta de la adolescencia y porque —uno nunca sabe— así podía ver también nuevos resultados con el sexo opuesto. A mis casi 40 años, cualquier mejora es bienvenida. Eso sí, la única condición fue que nada de by pass gástrico ni de liposucciones. Nada con bisturíes ni quirófanos. Todo por medio de tratamientos no invasivos y así di con la clínica de medicina estética de Alejandro Rada Cassab. Mi diseño de sonrisa estuvo a cargo del doctor Jairo Quintana y mi cirugía de ojos con láser fue en la Clínica Barraquer con el Excimer Láser, de la compañía colombiana Rocol. Vamos paso a paso.


CUERPO
Diagnóstico: Mi cuerpo de manzana era evidente y ni hablar de mi panza de cervecero: tenía un peso de 92,7 kilogramos y un porcentaje de grasa del 27%. Mi cintura no era propiamente la de una reina: 110 centímetros que, de paso, me ponía bajo riesgo cardiovascular.

El primer paso: La vanidad tiene su precio y yo nunca he estado acostumbrado a los sacrificios y menos a dietas rigurosas que implicaban cambiar mi ‘corrientazo‘ diario por ensaladas o uno que otro quesito pera. Pero era el primer paso para embellecerme, la tecnología no es suficiente. Nada más esclavizante que una dieta y más cuando los que comen con uno no están en el mismo plan. Pero me tocó cambiar la gaseosa por el agua, y todos mis platos se volvieron verdes de repente. Mi rumba también cambió. Empecé tomando solo whisky pero como la rentica me estaba saliendo cara, me recomendaron el aguardiente sin azúcar y santo remedio.

Lo que me hicieron: Lipot y LPG fueron los dos tratamientos elegidos. Empecé a familiarizarme con términos que pensé solo eran de mujeres. En los dos tratamientos me tocó casi disfrazarme. En la Lipot, primero lo hacen vestir a uno con ropa interior desechable y la fisioterapeuta le unta un gel, y con una máquina de última tecnología que a través de tres herramientas que arrojan radiofrecuencias, la grasa se diluye y luego con drenaje uno la elimina. Son sesiones de 40 minutos. Yo estuve en 13 sesiones y mi panza bajó ostensiblemente.

En el LPG me tocó ponerme una trusa de color morado que me cubría todo el cuerpo, parecía el superhéroe El Fantasma, pero gordo y sin antifaz. Qué imagen tan deplorable. La idea es activar por medio de masajes y ejercicios de pilates todos los ganglios linfáticos para que la grasa drene y se pueda eliminar del cuerpo.

Resultados: Al primer mes de tratamiento ya los pantalones me quedaban grandes y pude volver a usar algunas camisetas que antes me hacían ver como un perrito shar pei lleno de pliegues de gordura. Pero acá la lucha es contra uno mismo. En más de una ocasión babeaba por comerme una hamburguesa llena de salsas y una cerveza fría, pero un queso pera me volvía a salvar de la tentación. Luego de dos meses y 12 días de tratamiento rebajé 8 kilos y medio y ahora peso 85 kilos. Mi cintura va en 99 centímetros. La barriga aún no ha desaparecido del todo pero al verme al espejo la diferencia es grande, al menos ya en mi trabajo y con amigos no me dicen "gordo".

Costos:

-Lipot abdominal: entre 300 y 400.000 pesos por sesión.

-Lipot de espalda: entre 250 y 300.000 pesos por sesión.

-LPG: paquete de 10 sesiones de 1.100.000 pesos.


CARA

Diagnóstico: Evidentemente tenía papada de periodista deportivo. Es de lo más difícil de desaparecer. Si alguien me identificaba como gordo era más por la papada que por la misma barriga. También decidieron limpiarme las manchas de la piel, que afortunadamente eran pocas, y quitarme un par de arrugas que tenía en la frente.

Lo que me hicieron: Para luchar contra la papada me trataron con Lipot. La máquina es la misma que usaron para mi cuerpo aunque la herramienta es más pequeña y emite ondas de calor más suaves, pero igual de efectivas y sin dolor. Eso sí, a uno de igual forma le restriegan la cara y la zona donde hay gordos, en especial el cuello. La sensación es fuerte.

Con Lumenis, una máquina que quita todo tipo de manchas y arrugas en la piel, rejuvenecí. Con dos sesiones uno queda como un quinceañero, siente la piel suave y retrocede una década en el tiempo.

Al bótox siempre le he tenido repulsión, el simple hecho de ver cómo quedó ‘Chupeta‘ con sus mil cirugías me hacía pensar que esto no era para mí. Con un par de inyecciones de toxina botulínica mis arrugas de la frente simplemente desaparecieron. El efecto es casi inmediato, dura seis meses y no quedan gestos postizos.

Resultado: La papada aún necesita trabajo pero mi cara se ve más pulida. Siento que está más suave y mis amigas me han dicho que me veo mejor. Con el bótox he visto que las arrugas en la frente no se ven casi, pero no he notado una gran diferencia.

Costos:

-Lipot facial: entre 350 y 400.000 pesos por sesión.

-Tóxica botulínica: una aplicación cuesta entre 700 y 800.000 pesos.

- Lumenis One: entre 200 y 350.000 pesos por sesión.


DEPILACIÓN LÁSER

Diagnóstico: Los incómodos pelos de la nariz, las orejas y la espalda tenían que desaparecer.

Lo que me hicieron: En dos dolorosas sesiones les dije adiós a los pelos. Ahora existe una máquina que ayuda a minimizar el dolor, pero de todas formas en zonas como la cara, las orejas y la nariz uno siente que la vanidad tiene su precio… y su dolor.

Resultado: Ahora no tengo que andar con las tijeras pequeñas o la máquina depiladora. No tengo un solo pelo en la nariz y en las orejas, me delinearon la barba y en la espalda ya no parezco un oso. Los pelos desagradables, para las interesadas, ya no están.

Costos:

-Depilación láser BiodoDuet: entre 700 y 900.000 pesos por sesión.

- Depilación láser en nariz y orejas: entre 35 y 45.000 pesos por sesión.


DISEÑO DE SONRISA

Diagnóstico: Mis dientes eran del tamaño de un arroz y los tenía tan separados que a veces me decían que el metro de Medellín cabía por ahí. El doctor Jairo Quintana fue el responsable de devolverme la sonrisa. Tengo dientes. Eso sí, más de un amigo me la monta porque pasé de tener los dientes que tenía el cantante Luis Miguel a los de Bugs Bunny. ¿Envidia? Mejor despertarla…

Lo que me hicieron: Me hicieron una gingivoplastia para cortar las encías y aumentar el tamaño de los dientes. Con un sistema computarizado me cortaron 2,5 milímetros de encía, con anestesia ni se siente. Luego me hicieron cuatro sesiones de blanqueamiento dental.

Resultado: quedé con dientes grandes y muy blancos. No me dolió nada, todo fue rápido y ahora en todas las fotos ‘pelo‘ el diente sin pena. Mis gestos, mi cara, todo cambió con este diseño sencillo, práctico y fácil.

Costos:

-Cuatro sesiones de blanqueamiento: 1.000.000 de pesos.

-Diseño de la sonrisa: 2.500.000 pesos.

-Gingivoplastia: 600.000 pesos.


CIRUGÍA DE OJOS


Diagnóstico: Mis gafas eran un cuento aparte. Mucho le invertí a este accesorio, pues en cada rumba botaba un par. Cansado de esto y de verme como un ñoño, quitarme las gafas era clave para mi nuevo look.

Lo que me hicieron: A mediados del siglo pasado, el profesor José Ignacio Barraquer (fundador del Instituto Barraquer de América en Bogotá) inventó la técnica conocida como "queratomeliusis", en la cual removía la córnea del ojo del paciente, la congelaba y luego la tallaba con un torno hasta lograr la curvatura esperada, para luego suturarla nuevamente al ojo del paciente. Hoy la empresa Schwind eye-tech-solutions ha sido pionera en el desarrollo, diseño y fabricación de Excimer Lásers para esa cirugía refractiva. La cirugía es corta (cuestión de media hora), el láser es efectivo, no duele y el resultado es inmediato.

Resultado: Ya veo perfecto, las gafas medicadas quedaron atrás, ahora uso gafas de sol solamente y en la rumbas ya no me preocupo por botar nada… excepto el celular.

Costos:

La cirugía completa, con los exámenes de evaluación y los cuidados postoperatorios, tuvo un valor total de 3.055.000 pesos.


EL PRESENTE

Con 8 kilos menos, con dientes nuevos y sin gafas hoy siento que mi vida es distinta. No soy un Brad Pitt pero el cambio es notorio. Ahora en mi baño hay dos bloqueadores solares, dos cremas hidratantes, gotas para los ojos y un kit completo de desintoxicación para el cuerpo. Antes odiaba a los metrosexuales, pero ahora no me disgusta la idea de poder convertirme en uno.

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