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25 de agosto de 2014

Testimonios

Soy el dueño de Lalo's, Los Cerezos y Paradise

En este negocio, aunque no se crea, hay muchas mujeres buenas y bonitas; pero sobre todo muy nobles de corazón.

Por: Eduardo Paez
| Foto: Fotografía: Jorge Oviedo

Entre en este cuento porque físicamente era grande de musculatura y le pegaba mucho al gimnasio. Tengo ocho hijas, 25 nietos y dos bisnietos, y a todos los he ayudado en sus estudios. Arranqué como portero en la avenida Caracas con calle 52, en un negocio que se llamaba Chivago’s, entre 1978 y 1980. Después fui mesero durante nueve años y entendí que la droga se lleva a muchas personas.

Lo primero que hice fue abrir Los Cerezos, ahí el servicio era personalizado. Comencé con solo dos mujeres que lo atendían, y eso era una berraquera. Nuestro propósito ha sido cuidar al turista para que siempre regrese. Si ven a un gringo o a un extranjero en otros lugares, lo único que quieren es quitarle la plata o hacer que a esas tarjetas se les salga la lengua. Tengo ya 42 años en este negocio de las chicas que brindan placer.

Es muy difícil que vendamos 30 o 50 millones de pesos al mes. Una cerveza acá cuesta 40 mil pesos. Llegamos a vender máximo entre 20 y 30 millones de pesos. Ahora está duro. El turismo estuvo frenado por el Mundial. Bajó la asistencia del turista a los hoteles y a los lugares, pero creemos que este mes volverá a subir la clientela, que será atendida por 300 o 400 mujeres que van rotando por todos nuestros lugares y se ganan entre cinco y seis millones al mes. Generamos 70 empleos directos.

No estamos afanados por la plata. Los consumos de nuestros clientes van desde una media hasta dos botellas de licor. Cuando llegan a la tercera, ya no se la vendemos, así se enojen y nos muestren tarjetas con las que se pueden comprar cualquier cosa.

El arriendo por los tres lugares es de 30 millones de pesos. Uno vale 13, el otro 14,5 y el otro 2,5 millones, que es el de Los Cerezos, en la carrera 15 con calle 88. Pienso que los propios clientes son la mejor publicidad. Acá llegan alcaldes, magistrados, concejales y hasta ministros encaletados.

Esto es una vida muy desgastante, siempre he estado encima de mis negocitos. Me voy a dormir a las 5:00 de la mañana y me levanto a las 9:00. Trabajo 20 horas y descanso cuatro. En 2010 tuve mi primer infarto, en 2011 otro y en 2012 tuve un problema en las piernas.

Un día, unos clientes mexicanos llegaron a las 2:30 de la madrugada, y justo estábamos cerrando. Nos pidieron que no cerráramos el lugar porque tenían ocho horas de estarlo buscando. Yo creé el sistema de las comisiones y los traductores para extranjeros en el medio. Eso no lo hace nadie. Nadie comparte de lo suyo, esto es 50% y 50%. Acá todos ganamos por igual.

Entregaremos dos apartamentos en julio de 2016. Si un taxista o cualquier persona me trae un cliente, yo le doy una colilla, un desprendible de la factura original. La mitad de esa factura se le paga a esa persona. Con la factura paga se le da una boleta. Luego de tres colillas participará en el sorteo de dos apartamentos que rifaremos en el Teatro del Minuto de Dios. Ese día esperamos reunir a más de 5 mil personas. Es nuestro sueño. Nosotros no miramos nada pequeño.

Somos el único sitio que descansa Miércoles, Jueves y Viernes Santo. Los demás días del año estamos abiertos al turista. Acá pueden llegar a relajarse y, sobre todo, a sentirse seguros, porque la seguridad no la paga nada.

Hace mucho tiempo me enamoré de una mujer, una abogada. En este negocio aunque no se crea, hay muchas mujeres buenas y bonitas; pero sobre todo muy nobles de corazón.

Los mejores clientes son los americanos. Nunca rechazan una mujer, y al finalizar el encuentro con las chicas, me dicen: “Very good, very good”. No podemos permitir que pasen casos como el del agente que trabajaba para la DEA, James Terry Watson, y que fue asesinado en un paseo millonario hace un año en Bogotá.

He visto a personas que dicen tener tres o cuatro millones de dólares y de un momento a otro se van para la mierda. Lástima que el 99% de nosotros somos analfabetos. Yo me pregunto: ¿por qué no salimos adelante como gremio? Creo que es porque somos muy desorganizados, creen que porque tienen un taco de dinero y lo muestran son el putas.

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