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14 de abril de 2003

Qué pasa cuando uno sufre de priapismo

Por: Carlos Alberto Castellanos

Con la naturaleza masculina, además de la pasión por el fútbol, el gusto por la cerveza y la incapacidad de recordar fechas importantes, vienen las erecciones mañaneras. Esa disposición tan galante se desvanece luego de hacer pipí o brincarle a la consorte de turno, cosa que no ocurrió en mi caso.
Me había despertado hacía una hora, había logrado desocupar la vejiga a punta de penosos esfuerzos y, en vista de que seguía con el miembro como pata de perro envenenado, me puse a hacer el amor con mi mujer. Al ratico tuvimos que parar porque para mí estaba resultando más doloroso que placentero; mi mujer notó que, a pesar de que la erección que tenía era firme, la cabeza del pene era blanda. Ya era suficiente evidencia de priapismo que, a pesar de no estar excitado, mi pene siguiera en pie; pero que el glande estuviera desinflado mientras el resto no, le daba una apariencia siniestra a mi erección. "No sé, Carlos, pero a mí me parece que esto no pinta bien", dijo ella. Media hora después todo seguía igual, entonces nos fuimos para la Clínica Palermo y entramos por urgencias.
El médico me explicó que, si la erección continuaba, yo podía quedar impotente de por vida. Ahí fue cuando me entraron los nervios, me puse pálido y empecé a decir, casi gritando, que entonces me atendieran rápido, que qué esperaban, que si había que pagar un extra yo pagaba lo que fuera, y sacaba las tarjetas de crédito... Me dieron un calmante, y me empezaron a hacer el tratamiento, para nada agradable: una droga que se llama epinefrina y enemas de agua helada. Uno siente que lo está violando el Abominable Hombre de las Nieves.
Mi pene empezó a ceder de a poquitos hasta que estuvo del todo flácido. Durante unos días estuve en chequeos, y las erecciones me resultaban dolorosas. Pero, dos años después, estoy bien. Se me para completa, con cabeza y todo, aunque me pongo nervioso si me parece que está durando demasiado.
La erección se produce por un gran aumento del flujo sanguíneo y su estancamiento en las estructuras del pene. Una vez finalizado el estímulo, la sangre acumulada fluye hacia la circulación general. Cualquier cosa que altere este mecanismo normal, desencadenará el priapismo.
En el 45 al 60 por ciento de los casos de priapismo se desconocen por completo las causas (esta condición fue bautizada recordando a Príapo, el dios griego de la fertilidad).