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4 de octubre de 2006

PALO DE AGUA ES UN BALDE DE AGUA FRÍA

Por: Kendon MacDonald

Quiero mucho a mis papas, sobretodo cuando ellos están en Europa y yo estoy aquí. De todas las cosas que me molestan de ellos la ,más grande es que se quedaron en los años setenta. Mejor dicho: ellos salieron de la década pero la década no salio de ellos. Y sus íconos quedaron ahí; todo lo que paso después es un misterio.

Lo mejor de todo es que yo también había jurado a mi mismo que eso jamás me pasaría, pensando que iba a ser joven para siempre, con los mismos amigos jóvenes y con temas de conversación renovados. Pero el tiempo pasó y cada vez me fui metiendo más y más en el mundo de la cocina, que lentamente ha absorbido las horas que estoy despierto e incluso una gran parte de mis sueños. De todas formas es bueno decir que todos los buenos amigos que tengo los conseguí alrededor de a buena mesa; si esto parece una disculpla, ¡lo es!

Pues esta semana me pasó lo de mis papás. Había quedado de encontrarme con cuatro amigos mayores que yo para hablar de negocios. Con ellos estaba otro hombre mucho más joven. De entrada me pareció raro que estuviera en el almuerzo. Llevaba el pelo largo (como el mío), jeans (iguales a los míos, pero con rotos), tenis (como yo) y una camiseta (por lo menos yo tenía una camisa, pero sin cuello). Conclusión: si yo calificaba para el almuerzo, él también. Resolví entonces que debía tratarse de algún hijo de uno de los asistentes.

El almuerzo era en Kokoriko. Normalmente yo lo pido cuando llego tarde a la casa y no quiero cocinar, pero paraeste día nos reunimos ahí. Cuando me presnetaron “al joven” no capté su nombre, algo que me pasa a menudo, pero si me impactó ue cuando entramos al restaurante la gente lo miraba como si lo conocieran. Obviamente es algo a lo que yo no estoy acostumbrado pues no tengo que decir quien soy yo en mis tierras. Y cuando alguien le pidió un autógrafo, ¡quedé perplejo!

De la conversación pude recoger varios indicios: era cantante y había empezado con éxito su carrera musical. Había dado varios conciertos en Alemania y España, se graduó del Gimnasio Moderno y estaba nominado para un Grammy. Sus mercados principales son Colombia, Ecuador y Perú. Tiene que bajar diez kilos –tema delicado que prefiero no discutir- y vive solo. A estas alturas yo ya estaba intrigado y muy preocupado; todavía no había podido saber quien era.

Entonces recordé que tenía una tarjeta de él en mi bolsillo y la saqué sin que nadie se diera cuenta. La examiné cuidadosamente pero el nombre “Mauricio Palodeagua” no me dijo nada. El apellido me pareció raro, como si fuera argentino, pues son ellos los que tienen los apellidos más raros. Menos mal que es un tipo simpático y no se le ha subido los humos a la cabeza. Era obvio que estaba disfrutando su fama, Pero la situación se estaba poniendo peor: aún no daba con su nombre.

No se tomó la sopa que estaba rica; decía que le daba calor y ese día estaba muy caliente. Yo más bien creo que no la tomó por estar a dieta. Eso sí; comió bastante pollo apanado. Por mi parte, yo prefiero el pollo más tradicional, el asado. Es excelente, dorado y jugoso. El adobo es una receta de la familiad de los dueños que es tan secreto como la fórmula de Coca-Cola.
Mi compañero misterioso es de la nueva generación de ciudadanos que se caracterizan por ser nacionalistas. Es algo nuevo. Trabaja con “Colombia es pasión” y critica a muchos artistas que no colaboraron en los eventos alrededor de la campaña. Hasta ahí no me había metido mucho en la conversación por miedo a embarrarla. Cuando el tema cambió a Martinis, a cosa cambió: ¡hicimos click! A él le gustan los de Pravda pero a mi me parece que ahí no hay un suficiente control de calidad y le regalé mi famosa receta particular.

Me sentí un poco mejor cuando él no supo decir como se llama la mamá de Juan Arciniegas (es María Isabel Rueda), otro músico joven del Gimnasio Moderno. ¡Para el hijo es mucho más importante que la mamá! Seguimos hablando de música, viajes y comida. El almuerzo terminó cuando llegó el postre que fue estuvo muy rico y se lo comió todo. Era un maduro relleno con crema, arequipe y salsa de agraz. Y se fue con la promesa de que en una próxima oportunidad yo prepararía los Martinis.

Después de eso salí directamente a Tower Records a comprar su CD y una copia de TV & Novelas. Mauricio es un muchacho muy talentoso y su música muy pegajosa. Para los demás que no saben quien es, recomiendo que compren su música. Ahí sí, modernizado y actualizado, ¡juré a mi mismo que jamás me volvería a pasar lo mismo!