25 de noviembre de 2011
Cayendo al lado oscuro de You Tube
Si llega al popular portal de videos con la intención de recordar hazañas de los futbolistas colombianos, puede terminar inmiscuido en la entrepierna de presentadoras de TV. Vergonymous presenta cómo un rato de ocio se convierte en un rato de morbo, por la invasión voyerista
Por: Iván Bernal Marín
Incluso independiente del fútbol, es grande la probabilidad de caer al lado bizarro. Como cuando estás de retro-rockero disfrutando una presentación en vivo de The Kinks en 1973, y te recomiendan ver un dizque parto en la lista paralela.
Cometes el error de seguir el vínculo del parto. Resulta un minuto y 12 idiotas segundos que escupen anormalidad a tus neuronas, y abren la puerta a una extravaganza de thumbnails de desnudos pinta XXX amateur en el patio. Lo aborreces, pero el dedo aprieta el mouse para curiosar que tan tontas pueden llegar a ser las cochinadas.
Cualquier búsqueda desprevenida puede hundirnos en el torbellino de absurdidades. Uno se deja llevar de mano de los clicks, como en piloto automático, sumergiéndose en el laberinto de morbosidad trazado por los arrechines que nos precedieron.
Terminas topándote con toda clase de porquerías tenebrosas. Cada usuario va dejando una huella digital. Sus propios tubos los van guiando por la red de videos; su estela arrecha marca un camino, que YouTube nos muestra a los demás para que lo recorramos. Como: los que vieron este video también estuvieron interesados en este otro. "Saltaron del fútbol al pajazo, ¿te apuntas?"
Pasa si entras a ver a Lionel Messi burlándose de Mourinho.
En el extremo superior derecho se te proponen tres mujeres voluptuosas desvistiéndose en un baño; una cámara escondida. Y si le das click surgirán otros de prostitución, chicas sin calzones, violaciones en salones.
Esto indigna compañeros Vergonymous. No todo son crónicas genitales. Esto es una denuncia pública. Ingresan a YouTube porque necesitan distraer la mente. Explorar recuerdos gratos, de instantes vividos frente a un televisor. Como un gran casette de VHS con todos esos momentos que no alcanzamos a grabar.
Pero esta inundación voyerista corrompe los mejores periodos del día: como el post-almuerzo. Si tenemos habilitado YouTube en la oficina es una vergüenza pública que nos pillen viéndole los calzones en un inofensivo cruce de piernas a una presentadora, cual impúber.
Es inadmisible. Usted entra a perder su tiempo legítimamente, a aplazar sus responsabilidades. Tiene trabajo que hacer, pero ingresa a esa página unos minuticos, para rememorar una jugada sencilla; se termina hundiendo en los rincones estrechos y encajes asomados en los morbo-clips. Como no estaba listo, como no era un momento privado con el porno, no falta quien llegue de repente. No alcanza a minimizar, o la memoria falla.
“No, que es que era un video de futbol”. Nada, queda pillado pinche voyerista. No hay explicación para su inmoralidad. Si estaba viendo 'cogidas de punta', fue porque buscó algo como: debajo de la falda, tras las escaleras, nalguita asomada v.agina o algo así. Sucio, en usted no se puede confiar. No se le puede dar la espalda si se le ve con celular en mano.
Sí, Internet es justo para que cada quien vea lo que le place. Claro, lo que busca y decide en espacios para eso. (Ya los imagino viendo porno coreano, enfermeras enfermas o ancianas lesbianas en azoteas). El problema es que los morbo-clips son magnéticos e invasivos; halan, irrumpen en videos inocentes, se esparcen como virus.
YouTube debería considerarse como un espacio público. Lo visitas para ver qué hay por ahí. Te llama la atención una imagen de Cristiano Ronaldo pidiéndole la camiseta a Messi, y abres porque te cuesta creerlo.
Entonces te topas con una tal Kerly Ruiz mostrando media nalga a un lado, bien esculpida eso sí. Hay que seguir el link. La tentación se ve carnosa en la miniatura. La aprecias detalladamente en slow motion, por los aires y un par de veces, para saciar tus depravaciones sonsas. Y deja a tu disposición un menú de mini-perversiones similares.
Un día de remembranza salsera o rumba apartamentera escuchas canciones como Pacheco & Masucci. Y llega la propuesta de mirar a la aparentemente escultural Selena Gómez, siendo presa de una suculenta agarrada de culo por Justin Bieber. Abres porque cuesta creerlo.
Descubres una foto suave, y un monólogo de alguien que se te burla por arrecho.
Pasas a ver el karateca antilechuzas Luis Moreno dando patadas en un partido de Pereira y Cali.
Y en la barra lateral te captura una joven desnudándose en cama, bajo el título “si te quedas en casa no hagas esto”. Resulta una publicidad de colchones o un orgasmo explosivo. Pero en los relacionados hay piernas abiertas ante botellas, descuidos donde Shakira asoma las tetas y hasta “una pelea muy sensual”.
Volviendo al fútbol llegas dizque el verdadero final de Supercampeones, esa serie de anime en la que los partidos duraban dos meses y los delanteros brincaban tan alto que se notaba la curvatura de la tierra. ¿Cómo? ¿Oliver sin piernas y todo fue un sueño?
Farsa. Un video relacionado anuncia "la enfermera más golfa de la Uni" y atrae tus clicks. Petardada que no tiene ni enfermera ni golfa. Grabada como con un Alcatel. Te decepcionará de la humanidad. Te arrepentirás de haberla visto por siempre.
¿Todos los que entran a ver Supercampeones son voyeristas? ¿Terminan calentándose con videos de celulares de mujeres en vestiers; un minuto de una tal Liliana Mass sin calzón en un show les da material para masturbarse; se les revuelven las bolas con una audición de bailarinas con leotardos semitransparentes titulada “Violador”?. No me jodan.
Entre esos videos que surgen al lado de Supercampeones está uno que puso en problemas a Alicia Machado. Puras noticias. Por allí abajo nos topamos con el voyerismo más lamentable: una profesora medio "rica" en clases. A los 30 segundos te cuestionas ¿Qué carajos hago aquí? ¿Cómo culos termino viendo culos a tan baja resolución, y de reojo? Tengo cosas que hacer, culos reales que agarrar.
YouTube parece diseñado para que terminemos viendo lo que suben perdedores pajizos llenos de acné (todos llevamos uno así por dentro). Con solo teclear Dragon Ball el primer resultado que ofrece son escenas de Bulma en pelota. El mundo está enfermo. Los pajeros somos más. Digo, son más.
Señores eso estaba bien en los 90. No los juzgo por pajizos, aunque sean compulsivos. Yo también lo he sido. Pero es que esto parece un complot para mantenernos ahí en el yo con yo, incluso a los que navegamos el yo con el de ella. No nos jodan la experiencia youtubiana a los demás. Para eso hay páginas de porno, con un caudal de degeneración a la medida de sus depravaciones.
Me resisto a creer que los nostálgicos de las escasas glorias del fútbol colombiano permanezcan en romance perpetuo con Manuela, la primera novia de todo hombre.
Allá ustedes si quieren vender una erección tan barato, malgastarla en las poquitas carnes y telitas abultadas que alcanzan a ver en pantalla. Los reprimidos que siguen usando estos videos de erotismo güevón, le hacen un gran favor a los adolescentes de hoy. Le facilitan la posibilidad de estrenar parola.
Pero nos dejan las manchas de sus pajazos en las listas de vínculos que se despliegan en nuestras pantallas. Eso explica el nombre. YouTube es, en efecto, una herramienta primordial para el tubo de muchos. ¿Para TuTubo también?