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2 de octubre de 2022

Vendiendo mazorcas en París

Del Cauca a París, el colombiano que vende mazorcas frente a la Torre Eiffel

A Deivinson Campo, el ciudadao que se hizo viral en TikTok, miles de kilómetros lo separan de su familia, pero llegó a Francia con un sueño y no volverá hasta cumplirlo.

Por: SoHo
Deivinson Campo, el colombiano de las mazorcas en París
Deivinson Campo, el colombiano de las mazorcas en París | Foto: Cortesía Deivinson Campo

“Tengo cuarto de primaria, hablo italiano y un poco de francés pero siempre le pido a mi Dios que me dé sabiduría porque yo sé que aprendiendo a hablarlo me defiendo más. Yo sé que estoy solo lejos de mi tierra, de mi familia, de mis hijos, pero le doy gracias a Dios por esta bonita oportunidad que me ha dado de viralizarme en TikTok”. Justo en frente de la Torre Eiffel, donde se hizo popular, Deivinson Campo relata su vida con nostalgia y emoción por este momento que está viviendo y que nunca se imaginó.

En redes sociales hay millones de usuarios que publican videos por diversión o para distraerse, sin embargo, solo unos pocos viven de la creación de contenido en estas plataformas y se convierten en influencers. Pero dentro de ese escenario de las redes también hay quienes un día inesperado, por suerte o mala suerte, se viralizan.

Ese fue el caso de Deivinson Campo, que lleva un año publicando videos bastante casuales mientras hacía su trabajo o simplemente compartía algunos pensamientos en su cuenta de TikTok, pero en las últimas semanas logró tener su primer hit con un clip en el que se puso frente a su carrito de mazorca y con un cartón para mantener encendido el carbón y la leña con el que asa mazorcas, empezó a ofrecer su producto a los turistas franceses y latinos que visitan la Torre Eiffel.

Con mucha actitud, el colombiano logró miles de reproducciones y likes, pero, tal como él lo dice, su fama solo está en Colombia y ante los latinos, porque en Francia sigue siendo como cualquier migrante y debe seguir buscando dinero para comer, pagar el arriendo, conseguir los ingredientes para seguir trabajando, pero también para ahorrar y para enviar a Colombia pues debe ayudar a su familia que le espera.

Dejar Colombia no fue una decisión fácil

Hace un año Deivinson o ‘Deivi’, como le dicen sus amigos, salió de Colombia para buscar mejores oportunidades y aunque no sabía muy bien a qué se dedicaría, sí tenía claro que en cualquier parte del mundo una persona como él podría lograr lo que se propusiera.

Deivi es un colombiano que nació en un pueblito al sur del departamento del Cauca y con orgullo dice que su municipio es el Balcón de Apatía. A pesar de que es oriundo del Cauca, muchos le dicen que tiene las cualidades de un buen paisa, pues es capaz de “enredar a cualquiera”.

En conversación con SoHo, el colombiano de las mazorcas más virales del mundo, dice que en Colombia hizo de todo y por eso llegar a París a pararse frente a la Torre Eiffel a gritar (maïs, maïs) no le da pena. De su país salió después de haber trabajado como constructor, pintando casas, como obrero, vendiendo ropa que llevaba desde Bogotá hasta su municipio, haciendo empanadas y hasta como mesero.

El Colombiano vende mazorca y morcilla en la Torre Eiffel I Deivinson Campo

“Yo me rebusco la vida. Antes de salir para acá anduve Colombia, iba a comprar ropa a San Victorino y me la llevaba para el Cauca a venderla para los campos, en los cafetales, donde hubiera gente ahí estaba Deivinson mi niño. Después estuve en Pereira, trabajé en una discoteca de mesero y me daban propinas y yo miro que donde más o menos a la gente le faltaba licor o algo así yo iba y le decía ‘se siente a gusto la mesa’ (...) así me ganaba la vida, vendía empanadas, después me fui para el Hernán Ramírez a vender pinchos, trabajaba en la construcción, después trabajé en un cultivo de guanábanas. Yo he hecho de todo”, cuenta Campo.

Sin embargo, nada de eso era suficiente para alcanzar lo que quería y por eso un día decidió empacar maletas y tomar un avión hacía México, para luego llegar a Estados Unidos y cumplir el sueño americano de ganar en dólares. Sin embargo, la llegada a Norteamérica no era fácil ni segura y, por cosas del destino, un día vio una noticia sobre Francia y así fue como supo que ese era el lugar al que debía ir.

La realidad de los migrantes

Son millones los colombianos que están alrededor del mundo y solo en Francia, según datos de los consulados y del Ministerio de Relaciones Internacionales, hay más de 13 mil connacionales residentes en ese territorio de Europa y muchos llegaron allí como Deivinson, sin nada asegurado.

Ya muy lejos de casa, al otro lado del mundo, sus primeros pasos en París fueron siguiendo a otros, pues no sabía hacia donde ir y hasta la comunicación era difícil porque solo podía expresarse con señas. Aunque había llegado a donde quería, su viaje no paraba, ya que por algunas recomendaciones se trasladó a Italia y allá la cosa al principio no pintaba bien.

Los primeros días en Italia tuvo que dormir en la calle y como muchos latinos que dejan su país natal, Deivinson cada vez que se comunicaba con su familia les decía que todo estaba bien aunque la realidad era aguantar hambre, dormir en las estaciones del tren o del metro y no tener un peso en el bolsillo.

Aunque no todo fue malo, después de superar esas dificultades conoció a una persona que le ayudó a conseguir el permiso para trabajar en Europa y sus problemas se empezaron a solucionar. Comenzó haciendo lo que mejor sabe, pintar casas y luego de 8 meses en ese país volvió a Francia, donde siguió haciendo amigos.

Estando de vuelta en el país del Louvre conoció a otros colombianos, entre esos a una valluna que es con la que ahora trabaja haciendo empanadas, tamales, pan de bonos y las morcillas que vende a sus conocidos en Francia, por encargo o puerta a puerta, pero eso sí su fuente de ingresos sigue siendo el trabajo en el sector de la construcción.

Lo de las mazorcas es una historia aparte, pues todo empezó por unos amigos de Bangladesh que estaban armando la idea de poner un puesto de comida, pero no tenían idea de cómo prender el carbón y menos de vender en la calle. Es ahí donde entró ‘el colombiano’, como le dicen, le puso fuego al negocio y ahora es viral, pero eso sí deja claro que aunque es famoso entre los latinos en Francia sigue siendo ‘el que pinta’ o el de las rellenas.

Su sueño es volver en un año a Colombia y echar raíces junto con su familia, apoyar a sus hijos y darles una casa que puedan disfrutar. Tiene dos hijos, uno de 16 y una niña de 9, por los que a diario sale a buscar la manera de conseguir dinero para que nunca piensen que los abandonó.

“La gente me dice Deivi monte un restaurante con el producto que ustedes hacen y yo les digo que suena muy bonito, pero aquí un arriendo para un local es costoso, los permisos que nos dan a nosotros como latinos son muy escasos, entonces seguiré vendiendo así puerta a puerta haciendo los tiktoks y que la gente siga viendo mis redes sociales y hasta el día que me vaya seguiré compartiendo esa gastronomía”, concluye Deivinson sobre la expectativas que tiene del año que le queda allá. Aunque ha disfrutado de su estancia en el país, se muestra ansioso de regresar con su esposa.

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