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5 de abril de 2004

31 Haber hecho el 69

Según muchos, no mirar de frente es una señal no verbal que produce desconfianza y permite sobreentender que en la personalidad existe algo oculto que no debe o quiere dejar al descubierto.

Por: Alejandra Azcárate

Sin embargo, existe una situación puntual donde mirar hacia abajo denota profesionalismo, talento, seguridad y poder. Esto solo se logra haciendo un 69. Según el libro sagrado del Kamasutra, el 69 es una posición sexual en la que su faceta oculta de contorsionista fluye de forma natural. ¿Por qué? Porque en cuestión de segundos su mente y su cuerpo se convierten en los protagonistas del 'mundo al revés' como el mismo número lo comprueba. Ópticamente, elementos como el televisor, los cuadros, el clóset, la cama, las lámparas y el techo pierden proporción y forma lógica mientras uno trata de alcanzar el equilibrio de los sentidos.
Gracias a la ley de gravedad todo se ve en su real magnitud. Nada se sostiene, todo cae y cuelga. Tal vez ahí es cuando entendemos el porqué desde chiquitos nos educan para entretenernos y disfrutar la magia de un
columpio.
A medida que el placer proporcionado y recibido aumentan, la dignidad, la sanidad, la salubridad, la ética, la estética y la vergüenza disminuyen, justificando que frases como "nunca pensé que fueras así" o "ahora te veo con otros ojos" pierdan importancia y trascendencia con tal de gozar sin pensar. Los sonidos aumentan y las palabras desaparecen. El silencio es placenteramente obligatorio ya que la conversación se vuelve telepática teniendo en cuenta que los órganos necesarios para modular se encuentran embolatados desarrollando varias actividades simultáneas.
Cuando el clímax se aproxima, el 69 se transforma en la vía más sencilla para acercarse al más allá y sentirse cerca a la muerte, visualizando de frente un túnel y percibiendo al fondo una luz, la luz de la dicha. Pero, inevitablemente, en fracción de segundos el retroceso del post nos desciende a la realidad y hace que la conciencia nos cuestione sin piedad: "¿Y yo qué hago aquí?". Despelucada, desacomodada, desolada, desarmada y lo peor: ¡descifrada! Pero, ¿y si no hubiera pasado por ahí , hubiera podido morir en paz?Es claro que en esta oportunidad perder es ganar. Por eso antes de irse de este mundo atrévase a explorar otro y no se quede con la boca abierta.
Colaboración: Flaco Jaramillo