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17 de febrero de 2009

Manual de urbanidad para jovencitas

Olvídese del Manual de urbanidad de Carreño. Promueva, en cambio, el que escribió el poeta Pierre Louÿs y que aquí nos presenta Héctor Abad Faciolince. Una guía con un toque pornográfico para que las mujeres la sigan al pie de la letra.

Por: Pierre Louÿs Traducción de Héctor Abad
| Foto: Pierre Louÿs Traducción de Héctor Abad

Como se sabe, entre mediados del siglo XIX y principios del XX, tuvieron muchísimo éxito los manuales de urbanidad. En nuestro medio el más famoso fue el del venezolano Manuel Antonio Carreño, publicado por primera vez en 1853 (Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos). El fenómeno obedecía, probablemente, a que con la revolución industrial muchos cetos sociales de origen campesino, al trasladarse a la ciudad, tenían de repente acceso al trato civil, lo que hacía necesario dictarles algunas normas de comportamiento urbano, pues aquello que en el campo era normal e incluso necesario (comer con las uñas sucias de tierra, escupir en la hierba, hablar a los gritos para que te oyeran a la orilla de la quebrada) no era muy bien visto en las casas y calles de la ciudad.

Los fragmentos que se publican a continuación son una parodia extrema, en clave pornográfica, de estos detallados consejos de etiqueta. Las advertencias son tan fuertes, y todavía tan abiertamente procaces, que jamás se publicaron en vida de su autor, Pierre Louÿs (que lo redactó en 1917) y apenas vieron la luz, de modo póstumo y anónimo, en 1926, en un librito que ni siquiera da el dato de los editores. Su título completo dice así: Manuel de civilité pour les petites filles. A l‘usage des Maisons d‘éducation, es decir, Manual de urbanidad para jovencitas. Para uso de las escuelas.

Pocos recuerdan hoy en día a Pierre Louÿs, un poeta simbolista de lengua francesa nacido en Bélgica en 1870 y muerto en París en 1925, que en sus años de mayor actividad fue muy amigo de Oscar Wilde, de André Gide y de Claude Debussy (que musicalizó algunos de sus poemas). Aunque hoy su obra haya caído casi en el olvido, en 1896 publicó quizá el más grande best seller francés de aquellos años: Afrodita, una novela que en el solo año de su publicación vendió la nada despreciable cifra de 350.000 ejemplares.

Quizá el libro más conocido de Louÿs sea todavía sus Canciones de Bilitis, una colección de poemas lésbicos escritos por una supuesta poetisa griega, contemporánea de Safo, a quien el poeta francés se habría limitado a traducir. Su nombre, Bilitis, ha sido recogido en infinidad de publicaciones y películas que exaltan el amor entre las mujeres. Pero quizá la obra de Louÿs que mejor ha envejecido, por su desfachatez y su sentido del humor, sea este manual de consejos de urbanidad sexual.



No digas esto, sino esto

-No digas "mi coño". Di más bien "mi corazón".

-No digas "tengo ganas de tirar". Di más bien "estoy nerviosa".

-No digas "gocé como una cerda". Di más bien "me siento algo cansada".

-No digas "voy a masturbarme". Di más bien "ya vuelvo".

-No digas "cuando tenga pelos en el culo". Di más bien "cuando sea grande".

-No digas "prefiero la lengua al pájaro". Di más bien "Me gustan los placeres delicados".

-No digas "lo único que tomo entre comidas es esperma". Di más bien "sigo una dieta especial".

-No digas "me importan un carajo las novelas castas". Di más bien "quisiera algo interesante para leer".

-No digas "cuando se lo muestran se pone brava". Di más bien "es una original".

-No digas "es una de esas que se masturban sin parar". Di más bien "es sentimental".

-No digas "es la puta más grande de la tierra". Di más bien "es la muchacha más generosa del mundo".

-No digas "deja que se lo metan por detrás todos aquellos que le lamen el coño". Di más bien "es algo coqueta".

-No digas "tiene el pájaro demasiado grande para mi boca". Di más bien "me siento como una niña chiquita cuando converso con él".

-No digas "cuando se lo maman, se viene ahí mismo". Di más bien "es bastante impulsivo".

-No digas "tengo doce consoladores en el cajón". Di más bien "no me aburro nunca cuando estoy sola".

-No digas "se viene tres veces sin sacarlo". Di más bien "tiene un carácter templado".



En la mesa

-Si te preguntan qué tomas durante las comidas, no respondas: "Bebo solamente esperma".

-No hagas entrar y salir un espárrago por entre tus labios, al tiempo que le haces ojitos dulces al joven que quieres seducir.

-No uses un par de mandarinas para ponerle los cojones a un banano.

-Si masturbas a un vecino dentro de su servilleta, hazlo con discreción para que ninguno de los otros comensales lo note.

-No le des lambetazos a un albaricoque abierto, picándole el ojo a la lesbiana más célebre de la compañía.

-Si encuentras un cabello sospechoso en la sopa, no digas: "¡Fantástico, un pelo del culo!".

-Si eres todavía impúber, no te apachurres una manotada de fresas entre las piernas para después mostrarle a todo el mundo que ya te vino la menstruación.



En clase

-No dibujes en el tablero las partes sexuales de la maestra, sobre todo si fue ella misma quien te las mostró en la intimidad.

-Después de masturbarte bajo el pupitre, no te seques el dedo mojado en el pelo de tu compañera de adelante, a menos que ella te lo pida.

-Si te parece más cómodo ir a masturbarte en los servicios, pide permiso simplemente para salir: nunca digas para qué.

-No te humedezcas los dedos en la boca ni en el coño para pasar las páginas.

-Si la suma que te ponen a hacer da como resultado 69, no empieces a carcajearte como una idiota.



De visita

-Antes de entrar, vuélvete a poner los guantes, si estuviste masturbándote en el ascensor.

-Di: "Buenos días, señora, ¿cómo está?", pero nunca le preguntes a una señora casada: "¿Tiró bien anoche, señora?", porque la mayoría de las veces no sabría qué responderte.

-En un salón donde la gente se porta con el más rígido formalismo, no cojas nunca el pañuelo de un señor para secarte tus vergüenzas, aunque haya sido él quien te las haya hecho empapar.

-Si ves una huella escarlata en los bigotes de un joven, no le digas delante de todo el mundo: "Conque la señora X... tiene entonces la regla". Caería un silencio embarazoso.

-Si te dicen que eres "muy machita", no muestres tu coño para demostrarles lo contrario.

-Decirle a una señora joven que sus cabellos rubios son espléndidos, es un cumplido muy amable de tu parte. Pero preguntarle en voz alta si tiene el vello púbico del mismo color, es grave indiscreción.

-Si el señor que está hablando con tu madre empieza a tener una erección detrás de los pantalones, no se lo digas a todo el mundo en voz alta.



Supersticiones

-Lo mejor para conquistar a un hombre es echarle un poquito de sal en la punta de la verga, y luego írsela lamiendo hasta que la sal se disuelva del todo.

-Si resulta que son trece los que están haciendo el amor juntos en la misma cama, no mandes a tu amiga más joven a que se masturbe sola en el sofá. Más bien haz subir a la hija de la portera, y así serán catorce.

-Si un amante te come trece veces en una sola noche, no lo dejes ir antes de que se haya descargado por decimocuarta vez.

-En el castillo donde tus padres reciben amistades, no te bebas el agua del bidé de todas las chicas con el fin de conocer sus pensamientos.



En la iglesia

-Cuando una muchachita se levanta de la cama debe haber terminado de masturbarse antes de empezar a decir sus oraciones.

-Si no te has masturbado lo suficiente por la mañana, no termines de hacerlo durante la misa.

-No le arranques un botón a los pantalones de tu vecino para darlo de limosna. Hazlo antes de entrar en la iglesia.

-Si el joven vicario, durante la lección de catecismo, les pregunta qué es la lujuria, no le respondas riendo: "¡Lo sabemos mejor que usted!".

-Si se lo mamas a un señor antes de comulgar, fíjate bien en no tragarte el esperma: romperías el ayuno que es necesario mantener.

-Si un día por la tarde te pegas una acostada en una iglesia campestre, no te laves el culo en la pila de agua bendita. En vez de purificar tu pecado, lo harías aun más grave.



Durante la confesión

-Si tu confesor te pregunta cuántas veces has profanado tu cuerpo, no le respondas: "¿Y usted?".

-No te masturbes en el confesionario, para hacerte absolver un instante después.

-Cuando relates todas tus porquerías al buen sacerdote que te está escuchando, no le preguntes si se le está parando.



En el museo

-No te trepes encima del pedestal de las estatuas antiguas para servirte de sus órganos viriles. No está permitido tocar las obras de arte; ni con la mano, ni con el culo.

-No garabatees ricitos negros sobre el pubis de las Venus desnudas. Si el artista representa la diosa sin pelos, es porque Venus se afeitaba la pájara.

-No le preguntes al vigilante de la sala por qué diablos el Hermafrodita tiene tetas y huevos. No es un asunto que sea de su competencia.



Con la servidumbre

-Si eres una chica a la que le gusta muchísimo tirar, si tienes siempre el camisón lleno de esperma y las sábanas plagadas de manchas, acaricia de vez en cuando a la camarera para que no vaya a contar por ahí tus secretos.

-No se lo mames nunca al camarero delante de la cocinera. Se pondría celosa y empezaría a espiarte.

-Al subir al automóvil de tus padres, no le des un besito en el cuello al chofer, ni siquiera si le estás muy agradecida porque acaba de comerte seis veces.

-No te lamentes con tu señora madre porque la nueva sirvienta no te lo quiere lamer. Hazla echar con cualquier otro pretexto.

-Cuando la institutriz inglesa está durmiendo, no le cortes los vellos para hacerte unos bigotes rubios.

-No entres nunca al estudio alzándote las faldas y gritando: "¡Ánimo, cómanme entre todos!". Perderías el respeto de la servidumbre.

-Por muy interesado que sea el camarero que jode contigo, no le regales una joya de tu señora madre cada vez que se te monta.

-No le exijas a una camarera que te lamba más de dos veces al día. No conviene fatigar a la servidumbre.

-Después de habérselo mamado a alguien, no vayas a la cocina a escupir el esperma en las ollas. Te juzgarían mal los domésticos.



Con el señor Presidente de la República

- Si tienes el honor de pronunciar un discurso de ocasión frente al Presidente de la República, no le susurres al oído en el momento en que te besa: "Pasa cuando quieras por la casa de mi madre, haré que se te pare".

-Aunque lo reconozcas como uno de los clientes más asiduos del burdel clandestino donde prostituyes tu boquita, no lo llames "viejo sátiro" ni pretendas chantajearlo con cien mil francos como precio por tu discreción.

-Si, en cambio, en secreto te hace secuestrar y se te avienta contra el trasero para apagar su lujuria, nada te obliga a dejarte violar por el jefe del Estado.

-Si, con tu pleno consentimiento, te vas a la cama con él, y si él te ruega que hagas pipí en su boca, no objetes que sería un acto indigno del respeto que él se merece. El Presidente conoce el protocolo mejor que tú.

-Puedes pedirle al señor Presidente de la República un rizo de su cabello para acordarte de sus favores, pero sería indiscreto cortarle la verga para guardarla de recuerdo.

-Si una noche en que vagabundeas por ahí te topas con el Presidente de la República y este, cagado de la perra, se revuelca en un charco, haz que lo lleven al Elíseo con todos los honores que su cargo se merece.

-Si el señor Presidente de la República estira la pata en el mismo momento en que se lo estás mamando, puedes hablar del asunto en cualquier parte y no serás perseguida. Hay precedentes ilustres.