Bernardo Hoyos, Juan Gustavo Cobo Borda y Jorge Reynolds se reunieron en el estudio Palmayuca, en el barrio Quinta Camacho, de Bogotá. Cualquiera pensaría que la finalidad era grabar una tertulia cultural.
Pero ese no era el tema que los había convocado. Ellos, junto con Salomé Ortiz, alumna de séptimo grado del Instituto Alberto Merani, iban a medir fuerzas en un enfrentamiento de Sabelotodo, un juego que combina azar y un buen acervo de los por muchos llamados ‘conocimientos inútiles’, base fundamental de eso que se denomina cultura general: ¿Cuál es la capital de Florida? ¿Cuál es el símbolo químico del potasio? ¿En qué país nació el escritor Carlos Fuentes?
El Sabelotodo es un juego muy traicionero. En una misma tarjeta puede haber una pregunta de geografía tan estrafalaria como el número de islas que conforman el archipiélago de las Cook y, en entretenimiento, algo tan evidente como el nombre del intérprete de la canción Un beso y una flor. Además, algunas de las preguntas son mal planteadas y generan dudas.
El juego es como un parqués en el que los participantes mueven una ficha que, según la casilla en que caiga, determina el tema sobre el que deben responder: arte, entretenimiento, ciencia, deporte, historia o geografía. En una tarjeta que se saca al azar se encuentra la pregunta correspondiente. Los jugadores lanzan un dado y, de acuerdo con lo que este indique, avanzan. Seis casillas dan un premio en cada una de las categorías a quienes respondan de manera correcta. Gana aquel que consiga seis fichas, una en cada categoría.
De entrada, Cobo Borda advirtió que en el Liceo de Cervantes, donde cursó su bachillerato, lo habían rajado en todas las materias y también en conducta, y manifestó que él jamás se había interesado en los juegos de mesa. “Eso son maricadas de Daniel Samper Pizano, que le fascina el Scrabble porque siempre gana”.
Al comenzar el juego, Cobo sugiere que él es Abelardo Forero Benavides y que Bernardo Hoyos es Tito de Zubiría, aunque debía ser al revés, ya que Cobo anda con bastón.
Lo primero que se debe decir es que el juego, como tal, estaba condenado al fracaso. Ninguno parecía interesado en ganar, mucho menos en mostrar su sabiduría, mucho menos en competir. Ninguno parecía interesado en contestar las preguntas de deporte, y lo hacían solo cuando no tenían otra opción.
Una de las primeras preguntas pedía el nombre del autor de una pintura cubista titulada Clarinete y botella de ron sobre la chimenea. De entrada manifiestan que no saben. Pero, en vez de limitarse al tradicional “no sé”, se dan a la tarea de enumerar posibles autores y divagar al respecto: Picasso, Bracque, Juan Gris… Un pequeño debate sobre la historia del cubismo, que el moderador tiene que detener con un amable “la respuesta correcta es Georges Bracque” antes de que pasen al fauvismo, al futurismo, al dadaísmo y al surrealismo. Bernardo Hoyos, no satisfecho con el veredicto inapelable de los creadores de Sabelotodo, manifestó que le parecía curioso ya que Picasso, por haber nacido en el Mediterráneo, estaba más cercano al ron que Bracque.
La pregunta sobre por qué Holanda se llama Países Bajos la responde Jorge Reynolds sin dudar: “Porque se encuentra por debajo del nivel del mar”. Bernardo Hoyos señala que por ese motivo Holanda construyó grandes terraplenes para ganarle tierra al mar (los pólderes, agrega otra voz) y Jorge Reynolds comenta que el futuro de Londres será convertirse en una ciudad flotante porque está amenazada de hundirse bajo las aguas del Támesis. “Parece que la idea ya la aprobaron y están en los estudios para saber cuánto va a costar. La idea es que Londres va a ser una ciudad itinerante”. Bernardo Hoyos agrega que Venecia pierde tres o cuatro milímetros al año. El moderador le entrega el dado para intentar continuar con el juego.
“Cómo se llama el personaje que se proclamó emperador de Francia”. Bernardo Hoyos contesta: “Napoleón I”. Menciona que el Papa fue a París a coronarlo, que Napoleón le arrebató la corona de la mano y se coronó él mismo. “Hay una anécdota muy bonita, que es esta —agrega Hoyos—. En el famoso cuadro de David, en la inmensa capa azul y el cuello de armiño, hay unas abejitas”. Le preguntan si es el símbolo de los Borbones y Hoyos les dice que es “el símbolo de Carlomagno, porque representa la laboriosidad. El amor al trabajo y la paciencia del trabajo”. “¿Tú sabes la anécdota de la abeja? —le pregunta Jorge Reynods, quien prosigue—: la abeja la hicieron en plata. El artesano se la llevó a Napoleón, quien la botó mientras exclamaba. ‘Mínimo oro’. Entonces la hicieron en oro y le pusieron dos diamantes en los ojos”.
Hasta ese momento Salomé no ha abierto la boca, salvo para reírse de los chistes que le dedica Juan Gustavo. Oye con interés la conversación, como si se tratara de una niña a la que invitan a la sala donde conversan y discuten los mayores. Cuando le preguntan si no está aburrida, dice que no, que le parece muy bueno que las respuestas generen conversaciones y observaciones. “Me parece muy bueno poder debatir, argumentar y tener ideología”, agrega.
La pregunta “de dónde proviene la seda” les permite hablar de:
Las cualidades de la seda, que a pesar de ser un compuesto biológico se comporta como una fibra sintética ya que no se degrada.
La manera como los chinos, a través de espías, les robaron a los japoneses la seda.
La importancia de la ruta de la seda.
La novela Seda, del escritor Antonio Baricco.
Cobo Borda exclama: “¡Qué cantidad de conocimientos inútiles!” y pide un paquete de papas fritas.
El turno sigue en poder de Bernardo Hoyos, a quien le toca responder en qué año se descubrió la tumba de Tutankamon. “¿1922, 1923? Creo que es 1923”, responde, y acto seguido dice que se sabe la fecha porque la BBC de Londres transmitió desde el lugar de los hechos el acontecimiento, y esa fue una transmisión histórica.
El moderador, que en otra circunstancia le hubiera valido la respuesta, es implacable porque quiere que Salomé juegue, es implacable con Hoyos. La respuesta era 1922 y no 1923, así que le cede el turno a Cobo. Mi Dios no castiga con palo ni con rejo, así que le toca contestar sobre deportes. “Ganadora del torneo de Roland Garros de 1997”. Se la juegan por la Kournikova, la modelo cuyo apellido no recuerdan al comienzo. Pero fallan, porque la respuesta correcta es la tenista croata Iva Majoli. El veredicto de los autores del Sabelotodo parece importarles poco, pues siguen evocando grandes tenistas de ayer, de hoy y de siempre.
Por fin le toca el turno a Salomé, quien acierta cuando se le pregunta acerca de la chica que se enamora del protagonista de High School Musical: “Gabriela”.
Pero en la siguiente pregunta Salomé no sabe la respuesta. El dado regresa a las manos del doctor Reynolds y, con él, regresan los grandes debates. ¿En qué año se constituyó Unicef? Ninguno acierta (según dice la respuesta impresa en la tarjeta fue en 1946), pero el tema da para que mencionen que Unicef fue el único remanente que quedó de la Liga de las Naciones, donde fue representante de Colombia Eduardo Zuleta, enviado allí por el presidente Alfonso López Pumarejo. “Airéese, mijito”, dice Cobo que le dijo López a Zuleta. La charla terminó en que Zuleta perdió toda credibilidad al trabajar para el gobierno de Rojas Pinilla. “Se volvió lentejo”, concluye Cobo.
Hoyos de nuevo toma el comando del juego y responde, sin dudar, que James Dean murió en un accidente automovilístico, lo que da pie a una revisión de muertos famosos en accidentes de tráfico (entre ellos Zsa Zsa Gabor), lo que desemboca en Porfirio Rubirosa, el dandy dominicano, prototipo del latin lover.
“Cantante inglesa, melenuda, con problemas de droga”. Para Sabelotodo, la respuesta correcta es Amy Winehouse. Sin embargo, Bernardo Hoyos ofrece la respuesta correcta de los de su generación: Marianne Faithfull, novia de Mick Jagger, a quien él le dedicó la canción Sister morphine.
El tiempo pasa, pero el juego poco progresa. A ese ritmo habrá un ganador en unas tres o cuatro horas más.
Le toca jugar a Cobo, responde acertadamente una pregunta sobre el estilo gótico y pide otro paquete de papas fritas para celebrar su acierto. Pero no todo son respuestas correctas. Salomé, de tan solo 12 años de edad, y quien intentó conquistar el nicho del entretenimiento, no había nacido en tiempos de AC/DC, de Nirvana, de los Gemelos Fantásticos, mucho menos de Nino Bravo, así que nunca logra conservar el turno. Algunas preguntas de bachillerato enredan a los sabios. ¿Cuál es la parte de la planta donde se produce la fotosíntesis? ¿Cuál es la parte de la planta encargada de producir las semillas? En ambas se miran perplejos. Tampoco logran contestar a orillas de cuál lago está Chicago.
A Cobo le toca responder en qué país y en qué año nació Juan Rulfo. “Escribí un artículo para El Tiempo del pasado domingo y ya no me acuerdo del año…”. Bernardo Hoyos, entrevistador nato, aprovecha para preguntarle a Cobo si conoció a Rulfo.
Cobo Borda le responde que lo conoció en la feria del libro de Fráncfort. “Yo iba con el escritor Manuel Puig, un personaje muy simpático que pedía que lo llamaran Rita”. Se encontraron con Rulfo, lo saludaron y Rulfo le preguntó: “¿Qué haces con ese maricón argentino?”. Cobo le contestó que le parecía un personaje muy divertido, a lo que Rulfo le dijo: “Sí, pero es maricón y además es argentino”.
El dado cae una y otra vez, y a los participantes les tiene sin cuidado buscar las casillas especiales, las que dan puntos, las que deciden el ganador. Se niegan sistemáticamente a contestar sobre deportes.
En algún momento la conversación cae en Robert Hughes, crítico de arte australiano de la revista Time. Como era amigo de Mauricio Obregón, navegante y gran pescador, así que la conversación se centra en la expedición que hicieron a las ciénagas de la costa caribe tras unos animales extrañísimos que buscaba Hughes.
Juan Gustavo Cobo Borda, a quien el desarrollo del juego lo tiene sin cuidado, se para a comer pasabocas. Unos cinco minutos después se sienta y, acto seguido, el moderador lo sorprende leyendo las tarjetas. El juego no evoluciona. Las cuatro fichas avanzan, se devuelven, se cruzan, y las preguntas siguen estimulando la tertulia.
Cuando Cobo, un tanto dubitativo, responde que la bombilla eléctrica la inventó Thomas Alva Edison, Jorge Reynolds aclara: “Eso dicen. Pero fueron los egipcios. Ellos produjeron la electricidad con cántaros y con una serie de fermentos, cinc y cobre. Usaban pelos de gato entorchados y revestidos de grafito, y esa trenza, al contacto con la electricidad, se ponía al rojo vivo y daba luz, igual que la caperuza de una lámpara de gasolina. Entonces, la respuesta correcta es Edison y los egipcios”.
Después de disertar sobre el arte en Colombia en las primeras décadas del siglo XX, los jugadores deciden parar y declaran ganador a Bernardo Hoyos, quien logró cuatro de las seis fichas.
Salomé, que no ganó ninguna ficha, manifiesta que ha estado muy contenta y que se siente satisfecha con su desempeño. Tiene razón. Todavía es una niña y ya tendrá tiempo para aprender que Chicago queda a orillas del lago Michigan, que la parte de la planta encargada de producir las semillas es la flor y que el guitarrista de AC/DC se llama Angus Young.