Humor

Qué pasaría si el Quindío comprara a Beckham

Por: Adolfo Zableh

Me pregunto qué artilugio se inventaron los dirigentes del Deportes Quindío para arrancar de los brazos del ambicioso presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, a su última y más preciada ficha de colección: David Beckham.

Veinte millones de dólares anuales se ganaba Beckham en España por concepto de sueldo, premios y contratos publicitarios. Real Madrid se quedó con él después de pagar 30 millones y ofrecerle un contrato de 25 millones por cuatro años. Por jugar fútbol y posar ante las cámaras, Beckham factura más de la mitad del PIB del departamento, el cual superó los 750 millones de dólares en 2001. Nada mal para un carilindo de origen humilde de Leytonstone (en los últimos seis años la Lotería del Quindío ha transferido a la salud unos 17 mil millones de pesos. Beckham se gana eso en menos de tres meses).

A pesar de esto, a la capital del Quindío llegó a cambio de dos fincas cafeteras en Calarcá con un sueldo mensual de millón ochocientos mil pesos y una casa de material en el barrio Brasilia. Evocando el glamour de la capital de Brasil, Beckham aceptó gustoso, sin saber que se trata del barrio más pobre de la ciudad.

A su llegada al aeropuerto El Edén, después de un tortuoso viaje Madrid-Caracas-Barrancabermeja-Armenia (este último tramo hecho en avioneta bimotor), los eufóricos hinchas montaron a la encopetada familia en uno de esos ‘yipaos‘ (degeneración del célebre Jeep Willys) engallados que andan a 180 kilómetros por hora en dos ruedas y todo tipo de enseres y chucherías en el techo hasta el estadio Centenario, a donde Victoria, su esposa, llegó al borde de la náusea y Brooklyn, su primogénito, todo poposeado por el susto.

Una vez instalado, el inglesito fue una tentación para cualquier organización delincuencial. La presencia de Beckham, una multinacional que factura 300 millones de dólares al año, fue objeto en tierras cafeteras de continuas redadas por parte del Frente 50 de las Farc. En poco menos de una semana, la policía frustró un plan para secuestrarlo y esconderlo en una caleta cerca a La Tebaida.

En pocos días, la vanidosa ex Spice Girl cayó en las garras del tristemente célebre Arley López, cirujano plástico oriundo de la región, que le respingó aún más la nariz y los pezones, pero fue demandado por haber usado injerto de marimonda y hormonas de iguana para completar el trabajo. Luego, David fue acusado de desfalco por el robo de más de dos millones de dólares del Forec (Fondo de Reconstrucción del Eje Cafetero), a pesar de que en esa época él se encontraba en Manchester. Asesorado por Álvaro Fina, el jugador contrató a Evelio Daza (abogado de Diomedes Díaz) para afrontar un juicio que ganó después de dilapidar en sobornos los millones que ganó en Europa y los pesos obtenidos por Victoria en la demanda al doctor López.

Debido a tan penosa situación, Beckham solo alcanzó a jugar dos partidos en Colombia, ambos sellados con derrota. En el primero, no pudo crear una sola jugada de gol porque su compañero en el medio, James López, no entendía cuando en flemático y fino inglés le decía: "Pas mi de bol, Yeims". Imposible fue hacerle entender al volante que acá los ‘Yeims‘ se llaman ‘James‘.

En el segundo, ‘el Bombardero‘ Iván René Valenciano no le permitió cobrar ningún tiro libre y en un apretado costeño se la pasó diciéndole: "Quítate, cachaco ‘mamaoveja‘", porque para los costeños, todo aquel que haya nacido más abajo de Cantagallo, Bolívar, es considerado como tal y es tan degenerado que en lugar de burras, prefiere al lanudo animal. Arruinado y condenado a jugar en la B después de descender al equipo, viajó al Japón -donde confiaba en reconstruir su imperio- en compañía de cientos de fieles de admiradoras colombianas.

Victoria, quien para la época ya evidenciaba piel de iguana en meji-llas y orejas, se quedó en Armenia viviendo en unión libre con Davinson Alex Monsalve, uno de los sub-19 del equipo. Una vez allá, las colombianas se prostituyeron, por lo que Beckham fue acusado de trata de blancas y obligado a pagar una pena de 15 años en una prisión de Hokkaido, donde hoy se encuentra recluido y cumple labores sociales con homosexuales adictos al opio.

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