Así, tan olímpicamente

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Los Olímpicos, aunque lo parezcan, no son cosa de juego. Son lo suficientemente serios como para mantener una estrecha relación con la impecable casa Omega, y de ella nace el Seamaster Chronograph.

Los agarrones entre los jurados de los Juegos Olímpicos, las rabietas de los competidores después de cruzar la línea final y los insultos de los espectadores se acabaron hace más de medio siglo, cuando Omega presentó al público la primera cámara photofinish, dispositivo que se usó en Helsinki 52. La casa de relojes siguió con sus aportes a las justas al introducir los paneles de contacto que se probaron en las competencias de natación durante los polémicos juegos de México 68 (en la ceremonia de entrega de medallas en la prueba de 200 metros, el campeón, el norteamericano de raza negra, Tommie Smith, y el tercero, John Carlos, con el puño en alto y la cabeza gacha, se rehusaron a ver su bandera en protesta por el racismo que se vivía en Estados Unidos. Esta actitud les valió ser expulsados de la villa olímpica). Para los años 90, Omega abrió una página en Internet para ver los resultados de las competencias en tiempo real.
Estos son solo algunos hechos que demuestran la estrecha relación de la marca de relojes con los Olímpicos, vínculo que se extiende a los aficionados a través de su colección Omega Olympic Timeless.
El Seamaster Chronograph hace parte de esta serie. Sus números arábigos blancos y agujas de contadores rojas, sobre una esfera negra protegida por un cristal de zafiro, su robusta caja con bisel giratorio de acero noble y la pulsera de caucho resistente al agua atestiguan el carácter deportivo, pero sofisticado, de esta máquina creada por Omega, la casa en la que los Juegos Olímpicos han confiado repetidas veces. De hecho, fue la compañía escogida para cronometrar oficialmente los tiempos en los primeros juegos realizados en Los Ángeles en 1932.
¿Se atrevería usted a poner en duda semejante historial? Entonces es hora de tener una de estas celebradas piezas.