Los rosados están de moda en Colombia y la razón es muy sencilla: son vinos fáciles, afrutados, con buena acidez y muy refrescantes. Cuando usted viaja a Europa en verano, se puede dar cuenta de que el único vino que se toma en calles, plazas y parques es un rosado muy frío, para apaciguar el calor y calmar la sed. La mayoría de las ciudades en Colombia tienen un clima estival, y nada más indicado para comer y beber que un rosado bien fresco. Cuando pienso en estos vinos siempre se me viene a la cabeza una terraza en Cartagena a las cinco de la tarde y un rosé servido a 8 °C. También me acuerdo de un grupo de amigas en edad universitaria tardeando en Medellín o del coctel de lanzamiento de alguna galería en Barranquilla. En fin, las posibilidades son muchas y las virtudes de este vino —suave, ligero, alegre y descomplicado— están abiertas para que todos las podamos descubrir.