Propuesta de Matrimonio Online

¿Te quieres casar conmigo?

Por: Adolfo Zableh

Por medio de esta carta publicada en la reciente Revista SoHo, el periodista Adolfo Zableh le propone matrimonio a su novia Claudia. ¿Le dirá que sí?

Después de todo por lo que hemos pasado, un cásate conmigo debería bastar. Igual, te escribo esta carta para que la leas cuando tengas dudas.


Tú y yo seremos novios toda la vida, pero nos casaremos por cuestiones operativas y legales. Y será dos veces. La primera, solos tú y yo, en el lugar del mundo y mediante el rito que queramos. Luego, si así lo deseas, nos casaremos frente a la gente, solo por hacer el show, pero será irrelevante. Pasar la vida junto a ti y querer casarme contigo son dos cosas que no tienen nada que ver. Lo primero lo quiero porque te amo. Lo segundo, porque verte entrar vestida de blanco debe ser un acontecimiento imposible de olvidar.

Y si me lees tan seguro es porque en este mundo es difícil tener certezas, pero tú eres una de ellas. Y no me preguntes por qué, solo puedo decirte que te estaba esperando sin saberlo. Me pasé la vida buscándote donde no tocaba: en viajes, pasatiempos, objetos inanimados que no podían herirme. Luego entendí que solo las personas pueden hacernos felices, entonces volví a equivocarme, tratando de entregarme a mujeres que no eran tú. Quería amor, pero no sabía dónde hallarlo. Y aunque siempre estuviste ahí, no te veía. Te tuve al frente durante años, te esperé, te amé y te sufrí sin saberlo. Sentía cosas por ti, pero convencido de que se trataba de algo más. Y un día todo me explotó en la cara, que es donde se esconden las respuestas más obvias, pero también las más trascendentales. Viniste a enseñarme, a completarme, y me tomó la vida entenderlo. Es que sencillamente no estaba listo para algo tan grande como tú. Hoy eres la medida de las cosas y eres también la respuesta a todo.

Tú también me estabas esperando y tampoco lo sabías. No sé si lo recuerdes, pero hace poco me dijiste que te gustaría saber qué sentías por mí cuando éramos niños. Luego, días después, mientras veíamos una película donde una pareja de ancianos tocaba el piano, saliste con que así seríamos tú y yo. De niños a ancianos, eso es toda una vida. Literal. Ahora que di contigo sé que no puedo aspirar a una mujer mejor. No porque no pueda conseguirla, sino porque no existe.

Es que no eres mi tipo de mujer, eres mi mujer. Yo no quiero hijos, quiero hijos contigo. No quiero enamorarme, quiero amarte y que me ames. Antes les escribía a las imposibles, a las que no podía tener, convencido de que así las conquistaría. Ahora te escribo a ti, que eres posible, que te tengo en la medida en que se puede tener a alguien. Eres grande, lo sabes todo, ves en mí cosas que nadie ve. Crees en mí más que yo mismo. Es tu corazón lo que celebro, tu corazón y tu cabeza. De ellos estoy enamorado, pero, encima de todo, eres una hembra. Y cuando no haya sexo, será la conversación lo que nos sostenga.

Una vez me preguntaste por qué te amaba tanto y no supe qué decirte. Supongo que solo te estoy dando lo mismo que recibo, en las mismas proporciones. Contigo nada es forzado, todo se siente correcto y guarda la emoción de la primera vez. Contigo el resto del mundo sobra. A veces te busco no porque tenga algo que decirte sino para saber que estás ahí. Decir que eres el amor de mi vida es poco, encuentro más apropiado confesarte que junto a ti me dan ganas de iniciar una dinastía.

Cuando nos casemos, si aceptas, no será el día más feliz de nuestra vida, porque eso significaría que todo lo demás vendría cuesta abajo. No sé qué nos vamos a inventar, pero cada día será mejor que el anterior. Prometo tratar de que siempre haya pasión, prometo no volverme perezoso ni darte por sentada. Y aunque no te puedo asegurar que estaremos mucho tiempo juntos, trataré de que vivamos el hoy, porque día a día es que se llega a la eternidad.

He llegado a ti libre de toda carga, con el pasado bien atrás, solo así puedo ser tu hombre. ¿Sabes? Nunca antes quise ser el hombre de nadie, el proveedor de nadie, el amor de nadie. No podía hacerme cargo ni de mí, qué iba a ocuparme de alguien más. Te pido que te sueltes, yo me encargo. Y no porque no seas capaz. Tú sola puedes con lo que sea y no me necesitas, es solo que quiero hacerlo. Tú y yo por separado somos buenos, juntos somos invencibles.

Cásate conmigo, Claudia. No por todo lo que acabo de decir ni porque nos amemos, sino porque no tenemos otra opción.