Confieso que por intentar conseguir el “cuerpo perfecto” ensayé todo tipo de productos y dietas.
1. Desayuno
5 g de L glutamina de Met-rx
130 g de claras de huevo
50 g de avena cocida en agua y una cucharada de canela
Café mitad agua y mitad leche de almendras sin azúcar y cinco gotas de stevia
Una cápsula de vitamina C, una de omega 3, tres de amino 3000 de Met-rx y dos de un quemador de grasa CLA
2. Media mañana
Una medida de proteína de suero Isolate de Met-rx en agua
Tres cápsulas de amino 3000 de Met-rx, cinco gramos de L glutamina, y dos CLA
3. Almuerzo
150 g de pollo adobado con hierbas y sin sal
100 g de brócoli semicrudo
100 g de espárragos
Lechuga, pan árabe
Una cápsula de omega 3
4. Tarde
Yogur griego sin grasa ni azúcar
5. Comida
150 g de salmón adobado con especias y sin sal
100 g de espárragos al vapor
6. Merienda
Una medida de caseína de Met-rx en agua
5 g de L glutamina de Met-rx
Al superar esto, comprendí que lo importante es la salud, por eso ahora soy una fanática de la nutrición y el deporte. Cumplo con una estricta dieta: como seis veces al día cada tres horas, utilizo una báscula para pesar cada cosa que me voy a comer y llevo un conteo de las calorías.
Mi menú y mi rutina deportiva se ajustan a mis metas. Si estoy intentando subir de masa muscular, consumo entre 2300 y 2500 calorías diarias, pero si estoy intentando bajar de peso y marcarme, solo como 1344. En ambas dietas, mi gran aliada es la proteína, pues es lo que ayuda a construir y a mantener el tono muscular. Cuando estoy preparándome para una competencia de fitness, intento reducir las harinas y las grasas; a veces mis carbos los obtengo solo de frutas y verduras. Eso sí, cuando no estoy en etapa de entrenamiento, me doy mis gustos con pancakes de proteína, arroz integral y avena. Nunca consumo carnes rojas, no es por una cuestión de dieta, simplemente de un momento a otro dejaron de gustarme. Tampoco como azúcar refinada ni nada con preservantes; siempre me inclino por los productos orgánicos. Mi dieta semanal incluye un día libre donde me como una pizza artesanal entera (sí, para mi sola) y peco con queso parmesano, postre sin azúcar y un par de copas de vino rosado.
Esta dieta y mi rutina de ejercicios, que dura dos horas y media cada día, fueron especialmente diseñadas para mí. Por eso no recomiendo que la gente las siga sin antes consultar a un experto. De todas formas, con esto quiero demostrar que para tener el cuerpo que uno sueña no tiene que someterse a ninguna medida extrema ni mucho menos aguantar hambre.