Álvaro Castaño Castillo, uno de los hombres que ha tenido el privilegio de vivir más de una anécdota junto a Gabo, nos contó la historia de aquel viaje a Grecia que hicieron juntos en 1982, con el pretexto de celebrar su cumpleaños número 62.
El minucioso y cálido homenaje que le hizo La W Radio a Gabriel García Márquez con motivo de sus 85 años de edad y los comentarios que de dicha emisión me hizo mi hija, la periodista Pilar Castaño de Uribe, han movido el reflector de estas memorias hacia el nombre del Nobel colombiano.
En efecto, pienso que este fervor por Gabo durará mucho tiempo y es seguro que no va a terminar. Pilar estaba conmigo en mi oficina de la HJCK, cuando me llamó Julio Sánchez Cristo para pedirme que le narrara una anécdota sobre mi amistad de muchos años con Gabriel García Márquez. Al finalizar la entrevista telefónica, mi hija me dijo: “¿Ves, los periodistas saben que eres amigo muy cercano de Gabito y que en la HJCK guardamos muchos testimonios de tu amistad con él”.
Mi hija tiene razón; Gabo ha sido uno de los personajes persistentes de mi vida y de la vida de esta emisora que tanto amo. Los archivos están empapados con el nombre de Gabo. En los primeros tiempos de la HJCK, él fue un personaje decisivo.
Pero dejemos que sea él quien lo diga. Voy a tomar un fragmento de la entrevista que concedió en 1990 a nuestra colaboradora de entonces, Alejandra Buitrago, advirtiendo a los lectores que fue registrada dentro de un automóvil, que atravesaba las calles de Bogotá con todos sus horrores:
—Maestro Gabriel García Márquez, muchas gracias por regalarnos unos minutos para la emisora HJCK de la cual usted ha sido miembro desde siempre.
—Fundador.
—Miembro-fundador. ¿Nos quisiera contar cómo fue ese tiempo en que usted colaboraba en la emisora, usted era muy joven, y cómo eran esas colaboraciones?
—Bueno, primero, todo el mundo era joven y fue cuando Álvaro Castaño y Gloria se embarcaron en la aventura de hacer una cosa que se llamaba “La emisora de los intelectuales”, en la época del porro y de los grandes boleros, decidieron hacer una emisora donde solo se transmitiría música clásica y se hablaría solo de temas culturales. No hay que decir nada más. Hay que darse cuenta de que 40 años después todavía siguen haciendo lo mismo y lo siguen haciendo muy bien para descubrir lo acertada que era la idea.
Ahora, ¿cómo caí yo en eso? Por lo mismo que he caído en tantas trampas eternas, por la amistad. Álvaro Castaño y Gloria eran amigos míos a través de Álvaro Mutis y Gonzalo Mallarino. Entonces, Álvaro Mutis me los presentó y fue una especie de amor a primera vista. Desde entonces no hemos dejado de tener comunicación. Y la colaboración en ese momento era mucho más espontánea que ahora —me refiero a la colaboración— porque a toda hora, de día o de noche, en las fiestas o donde estuviéramos, estábamos inventando cosas para la emisora.
Y como era una pandilla en la cual había nombres que ya son descomunales en este país: Jorge Zalamea, Eduardo Zalamea, los grandes poetas de Piedra y Cielo, Eduardo Carranza, Jorge Rojas… yo era el benjamín, aunque no demasiado benjamín, la diferencia no es muy grande. Pero era más que todo el benjamín en el sentido de que acababa de llegar de la costa, entré a la universidad y empecé a hacer mis pinitos en el periodismo como crítico de cine y como reportero.
Entonces inventábamos. Como era radio, había que inventar cosas originales y nuevas sobre las cuales pudieran hablar grandes nombres. Así empezó todo.