Testimonios

Aura Prada (semáforo de la carrera 15 con calle 92)

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Invidentes en Bogotá: ciega de nacimiento, Aura Prada cuenta su historia

Soy de un pueblo que se llama Chiscas, en Boyacá. Nací invidente y solo hasta los 9 años me llevaron al médico para dictaminar que tenía desprendimiento de retina y no había nada que hacer para recuperar la visión. Éramos campesinos y en parte pagué el precio de la ignorancia. Me llevaron a Bucaramanga y en una escuela especial para ciegos aprendí a leer braille y a escribir. Terminé mi bachillerato y un novio, también invidente, me convenció para venirme con él para Bogotá a buscar un futuro mejor, en el 2007.

Al poco tiempo mi novio decidió devolverse a Bucaramanga y yo me quedé para terminar un curso de sistemas. Con la ayuda de un lector de pantalla especial para ciegos aprendí a manejar Windows, Office y puedo decir que ningún computador me queda grande. Solo me falta el diploma que por diferentes razones no he ido a reclamar.

La primera vez que llegué a la 15 con 92 me dio muy duro, pedir no es fácil y me achantaba mucho. Por pena no me iba muy bien, al fin y al cabo había hecho mi curso de sistemas y no era fácil estar pidiendo plata en un semáforo. En esta esquina conocí a Álex, mi novio, que también aparece en este especial. Él me enamoró con su voz y su ternura porque a la gente que tiene visión normal, el amor le entra por los ojos; pero a los ciegos nos entra por el corazón.

Mi trabajo es duro, muy temprano me encuentro con mi otro compañero ciego con el que trabajo en esta esquina y llegamos en bus. A las 11:00 de la mañana empieza mi jornada y pido plata hasta el mediodía, almuerzo y sigo trabajando hasta las 6:00 de la tarde. A punta de oído reconozco el ruido de los motores antes de arrancar y de los pitos y así puedo saber cuándo el semáforo cambia y me monto de nuevo en el andén para que no me atropellen. En un semáforo en rojo alcanzo a pedirles a cuatro carros. He trabajado sola y acompañada, pero cuando estoy sola me rinde más ya que no tengo quién me entretenga y la plata llega solita.

El sector de la 15 con 92 me lo conozco a la perfección gracias a mi buena capacidad de ubicación. Sé dónde está la tienda, el tamaño de cada andén y el sentido de las vías, acá lo difícil es estar de pie tanto tiempo y estar aguantando frío y calor durante más de cinco horas seguidas. Es duro también cuando es la 1:00 de la tarde y no he recogido para el almuerzo, ahí toca hacer de tripas corazón y aguantar, aunque muchas veces llega una persona buena y me da un billete. He aprendido a diferenciar la nomenclatura de los billetes por su textura.

A veces la gente piensa que uno pide para satisfacer un vicio, y eso es injusto porque soy una persona que no le hace mal a nadie y que no quiere inspirar lástima. Así sea ciega no me quejo y no me dejo morir, a veces escucho a la gente "normal" quejarse y siento que lo hacen por cualquier cosa y no ven que hay gente peor. Últimamente me duelen mucho los ojos y me lloran. El sol me molesta mucho y creo que tengo un glaucoma, ya que he comparado mis síntomas con los de otros compañeros invidentes. Por ahora no puedo ir al médico pues no tengo ni Sisbén y me gustaría que alguien me ayudara para iniciar un tratamiento, poder conseguir un trabajo en sistemas y no seguir en una esquina pidiendo plata.

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