Después de seis meses de insistirme y yo de negarme, me quedó claro que su idea iba en serio y no era un capricho cualquiera.
Cuando María Alejandra, mi segunda hija, me dijo que tenía un sueño, me imaginé cualquier cosa menos que iba a salir con que quería aparecer en SoHo. Yo, lo reconozco, soy un tipo conservador y pensaba que ni a bala lo permitiría; por eso desde un principio evadí el tema con chistes a ver si se le pasaba el entusiasmo.
Pero como la conozco tan bien, no se me hizo raro que le metiera toda la ficha para cumplir su sueño. En la casa, todos sabemos que María Alejandra es muy inteligente, arriesgada y logra cualquier cosa que se proponga. Entonces se puso a averiguar, logró contactarse con SoHo, le dijeron que era posible y habló primero con su mamá y se pusieron de acuerdo para convencerme entre las dos.
Después de seis meses de insistirme y yo de negarme, me quedó claro que su idea iba en serio y no era un capricho cualquiera, pero no lo haría si yo no le daba mi consentimiento. María Alejandra siempre se toma en serio sus metas, siempre incluye a la familia en sus proyectos y esa es una de las cosas que más me gusta de ella. Y si en realidad lo que quería hacer no le hacía daño a nadie, no veía por qué yo debía oponerme.
Apoyo a mis hijos en todas sus iniciativas y entiendo que los tiempos han cambiado: a mí me criaron de una manera y crecí en una época muy diferente a esta. Pero tengo muy claro que la única forma de educar bien a los hijos y sacarlos adelante es apoyándolos en todo. Creo que por eso María Alejandra es la gran persona que es hoy, y esta experiencia me lo confirma.