¿Qué es cultura? ¿Cuál es la buena música? ¿Todos merecemos oírla? Con un provechoso diálogo entre un carnicero y un poeta, Efraim Medina reflexiona sobre estos temas.
I
Carnicero: Leí que la monja que dirigía el coro del colegio donde estudió Shakira la rechazó porque no le gustaba su voz. ¿Qué piensas de eso, poeta?
Poeta: Que esa monja tenía un excelente oído y el resto del mundo está sordo.
Carnicero: Eres un amargado, Shakira es lo mejor de este país.
Poeta: Shakira no canta ni baila, tiene un sonsonete y un meneo.
Carnicero: Pero su enorme trasero y su estribillo venden miles de copias y en cambio nadie se interesa en tus libros.
Poeta: Mis libros no están hechos para las manadas sino para espíritus selectos.
Carnicero: Selecto mi culo. ¿Para qué te sirve la inteligencia si te mueres de hambre?
Poeta: Shakira es fast food, grumo para aves de corral. Ella es la carne que se vende y yo el espíritu que permanece.
Carnicero: ¡Y qué carne! Podría cobrar oro por uno de sus perniles. Tu espíritu en cambio es demasiado flaco, no se lo comería ni un perro y si te empecinas en creer en la inmortalidad del cangrejo terminarás en la acera. ¿Quién te conoce aparte de mí?
Poeta: No importa quien... En lo invisible, en lo improbable, seguiré existiendo.
Carnicero: Para mí lo importante es palpar, me encanta toda esa carne que mueve Shakira y espero que no metas en lo invisible la cuenta que me debes.
II
Alonso Mercado, un extraordinario escritor, poeta y director de teatro, solía decir que no sabía qué cosa era arte pero sabía que cosa no lo era. Definir las fronteras entre lo que es cultura y lo que no lo es resulta aún más complicado. ¿Qué cosa no es cultura? El arte es parte de la cultura pero la cultura va más allá, abarca cada rasgo de un hombre o de una comunidad y dentro de una determinada cultura todos esos rasgos tienen un valor. ¿Qué hace que una sinfonía de J.S. Bach sea más importante que una canción de Alejo Durán? ¿O no es más importante? A mi modo de ver no es "más" importante pero lo es. En el tiempo, en la historia de la humanidad, y ya sabemos que la historia es una trama de hierro construida por hombres de hierro, en la mayor parte del mundo, lo es. En algunos pueblos de las sabanas de Bolívar y Sucre nadie escuchó hablar de J.S. Bach y aunque supieran quien es jamás lo pondrían por encima de Alejo. ¿Acaso pesa más un kilo de algodón que un kilo de plomo? No existe una competencia entre Alejo y Bach, sería estúpido e inútil. Pero más estúpido es negarle a esos pueblos, donde Alejo es un dios, la oportunidad de escuchar a Bach y dar por sentado que eso no es para ellos olvidando que música es siempre música y el acordeón es un instrumento de origen alemán.
III
Carnicero: ¿Por qué odias a Shakira?
Poeta: No la odio, me gusta. Me parece bella y me divierte, si pudiera le daría una sacudida inolvidable. Ella está en el negocio de los sonsonetes y el meneo y no lo hace mal, no todos tienen que hacer música.
Carnicero: Pero ella hace música y canta muy bien, por eso se ha ganado una pila de premios.
Poeta: Si te fijas bien su sonsonete, eso que llamas música, siempre es igual. Hay variaciones de tiempo y algunos efectos electrónicos pero no música y las letras son de una pobreza infame. Los premios son parte de la promoción, los dueños del negocio se lo dan a quien vende más para que venda aún más.
Carnicero: ¿Y Juanes?
Poeta: Shakira al menos tiene gracia. Juanes es un producto inflado por los medios y la estrategia de Fernán Martínez Mahecha, su inventor. La habilidad de Mahecha para vender esperpentos no tiene límites; Julio Iglesias y su prole también fueron invención suya. Podría convencer al mundo que un sapo aplastado en una avenida es un gran cantante y hacer que le dieran todos los Grammys del mundo. La gente como Mahecha se dedica a enlatar sonsonete y meneo al vacío y lo hacen en serie; a medida que se agota uno ya tienen listo su reemplazo. La fábrica de sonsonete y meneo trabaja 24 horas al día porque ningún sonsonete resiste mucho tiempo.
Carnicero: ¿Qué vaina es música entonces?
Poeta: Cada quien tiene sus exigencias, las mías tienen que ver con la exploración, gamas y relaciones de sonidos. No importa el género siempre se pueden encontrar buenas cosas, cosas hechas sin intención de mercado.
Carnicero: Te gusta lo que no se vende, lo que casi nadie escucha.
Poeta: Al contrario, me gustaría que esa música hecha a partir de la música y no del Hit Parade fuera escuchada por millones, que pudieran notar las diferencias...
Carnicero: Pero al mismo tiempo sueñas con sacudir a Shakira.
Poeta: Una cosa no excluye a la otra, un día se pueden comer frijoles y al otro día langosta, todos deberíamos tener la oportunidad de escuchar La Ofrenda Musical, es magnífica y también lo es El Mejoral.
Carnicero: Pero Shakira es una langosta, poeta. No has visto que tiene toda la carne atrás.
IV
Los tres primeros lugares de mi Hit Parade de toda la vida serían: 1. Ben de Michael Jackson – 2. Lucero Espiritual de Juancho Polo Valencia – 3. La Ofrenda Musical de Bach.
1. Ben: Creo que fue compuesta por D. Black-W. Scharf aunque eso es meramente anecdótico. La canción no sería posible sin Michael. Es él, con su increíble habilidad, quien convierte unos sencillos acordes y algo de blanda retórica en algo letal, algo que nos atraviesa, nos destruye y nos deja pasmados. Ben es la rata asesina, el animal acosado que todos quieren aniquilar. Michael es Ben y lo sabe y por eso la canción es única.
2. Lucero Espiritual: ¿Qué puedo decir sobre los apurados acordes, la desgarrada voz y el fastuoso sortilegio de las palabras? De verdad me eriza recordar esta pieza irrepetible que por sí sola justifica, supera y borra toda esa bulla que llamamos vallenato. En otra canción, el autor de Lucero Espiritual, es retratado así: Juancho Polo Valencia/ no tiene dientes ni tiene muelas/ No tuvo grado de escuela/ Pero al cantar es la ciencia. Y lo era.
3. La Ofrenda Musical: Gustavo Taylor (un amigo pianista) me enseñó a escuchar y descubrir el arduo artificio que sostiene esta catedral del sonido. Un impertinente rey mortificó a Bach (es una historia larga y maravillosa que vale la pena investigar) y su respuesta, su regalo envenenado, fue esta pieza. Bach la compuso a partir de unas pocas notas dadas por el rey. ¡De unas pocas notas! Es increíble pero siempre están allí esas notas aunque no sé si el rey pudo encontrarlas.