Testimonios

Un camionero

Por: Javier Ramos

Llevo 15 años recorriendo las carreteras del país. Lo más importante en este oficio es la paciencia, pues uno tiene que saber que va a dormir poco, que estará viajando casi todos los días de la semana y que de pronto no llegará cumplido a su destino por culpa de uno que otro derrumbe.

Menú

1. Merienda
Dos tintos

2. Desayuno
Caldo de costilla
Chocolate en agua
Arroz
Huevos

3. Media mañana
Galletas Wafer

4. Almuerzo
Sancocho
Lentejas
Ensalada
Arroz
Jugo de papaya

5. Media tarde (de vez en cuando)
Pollo
Arroz
Aguapanela

6. Comida
Carne
Arroz
Ensalada
Aguapanela
Vive 100 (si le toca trasnochar)


Todas las semanas hago un recorrido que empieza en Pasto y termina en Bogotá. Soy de Ipiales y allí recojo los bultos de papas que tengo que llevar a Cali. Allá, las ferias de mercado son los lunes y jueves; por eso, casi siempre mis salidas son los domingos y los miércoles a las 5:00 a.m. Cuando llego, debo entregarle la mercancía al cliente que ya tiene fijado el patrón, y dependiendo del precio en Pasto, se fija el precio de venta en Cali. Normalmente vendo entre 50 y 200 bultos. De allí, el cliente distribuye el producto a diferentes supermercados y restaurantes. Yo me encargo de transportar la mercancía y de cobrar el flete. En el Valle recojo cargamentos de azúcar y harina, los productos que más distribuyo en la capital. De Bogotá me devuelvo con cerámica y hago el mismo recorrido para regresarme. Con todo este trote, el mejor método es dormir y alimentarse bien. Por eso siempre intento parquear el camión a las 7:00 p.m. para descansar desde temprano y arrancar a las 4:30 del siguiente día. Siempre duermo en un hotel de carretera, porque no me gusta dormir en el camión. Cuando me despierto, me tomo dos tintos con azúcar, después de eso un desayuno bien cargado y hacia el mediodía almuerzo con sopa y seco. Los viajes duran entre 12 y 24 horas, intento hacer pocas paradas. Esta rutina es muy brava para la dieta, entonces las comidas nunca tienen un horario fijo, y si me coge un trancón, me toca comprarles cualquier cosa a los vendedores ambulantes que pasan en moto. En las tardes, dependiendo del hambre que tenga, me como un plato de carne y arroz con aguapanela o un chocolate. Y cuando me toca trasnochar, me tomo una bebida energizante para contrarrestar el sueño del plato trancado de comida, que es igual al del almuerzo.

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