La verdad es que a mí me
gustó
Marx
cuando lo leí en la universidad, con Á
lvaro Oviedo
y Sergio de
Zubiría. Primero,
porque me
encontré
con que el comunismo es -o puede ser- un sistema coherente, é
tico y
prá
ctico
para la sociedad
postcapitalista, una sociedad que
necesariamente tiene que
ser más igualitaria. La segunda
razón es porque caí en cuenta
de que el fracaso del marxismo no fue culpa del marxismo mismo, sino de
la manera como algunos de sus lectores lo utilizaron e interpretaron. Y
eso muy pocas personas lo tienen en cuenta, y por eso reducen todo lo
que tenga que ver con
Marx a
comparaciones
con la mafia
sovié
tica, el
sinsentido
del las guerrillas colombianas o el capitalismo sin derechos humanos de
la China. El té
rmino 'comunista' en
Estados Unidos, para poner un ejemplo, tiene fuertes connotaciones
negativas. Pero lo cierto es que
Marx habría
criticado cualquiera de esos sistemas que se crearon en su nombre. No
es que el marxismo
esté
intrí
nsicamente
mal
diseñ
ado. Es que
la gente no lo ha sabido manejar y entender.
Pero no todos.
El
estado de
Kerala, al
suroccidente
de la India, lleva algo más de medio siglo siendo comunista.
Según
Amartya
Sen, el flamante
Nobel de
economía
indio,
Kerala es el Estado
socialmente más avanzado de la India. Y puede ser cierto. Los niveles de
analfabetismo (8%) y
corrupción
son los más bajos del
país, los sistemas educativos y
de salud tienen una cobertura amplia, la tasa de mortalidad (73 años)
es 10 años más alta que la del resto del
país y la infraestructura es
casi perfecta. A pesar de altos niveles de suicidio y alcoholismo (no
pues,
Suecia),
Kerala
es un Estado que a
través
de la
combinación
de una democracia de partidos y fuerte
intervención
social se conserva como un
país
autó
ctono, con su lengua
materna vigente y la mayoría de sus 30 millones de habitantes con
trabajo.
En
Kerala vi dos cosas
que me ilustraron, más que un consejo comunal o un debate en la
asamblea, de
qué
se trata el comunismo que se practica en
allá.
Lo primero fue en
Allapey,
el lugar de partida para hacer la
atracción
más pomposa de este húmeno Estado, el paseo por los canales.
Hacía nada
más un día un puente se
había caído, y los habitantes
de las dos islas que se conectaban con el puente, sin apoyo del gobierno
ni nadie, se reunieron por la
mañ
ana del día siguiente para
trazar el plan de construir, con su propias manos, un puente nuevo.
Designaron tareas, unos buscaron madera y otros la
cortaraon,
y por la tarde ya estaban los machos del pueblo clavando palos en el
río para construir en nuevo puente. El método era que los dos más gordos
se paraban en el palo y saltaban para enterrarlo mientras todos los
demás
alentaban con su canto. Se
reí
an, se caí
an, se
mojaban. A las 6 de las tarde ya se veí
an casetas vendiendo té y medio
pueblo siendo parte del acto de
construcción
del puente nuevo, que
terminó esa
noche a las 3 de la
mañ
ana en medio de una fiesta.
El desarrollo vial de
Allapey, en
otras palabras, va de la mano con se desarrollo social, siendo que de
por sí es un acto social.
Lo segundo fue en la larga playa de
Verkala.
Allí,
unos 50 hombres se
reú
nen todos los días entre 11 y
3 de la
mañ
ana a
pescar colectivamente. Ninguno
está contratado, entre
ellos poco se conocen y al final se paga la misma suma a todos los
participantes, confiando en
que todos llegaron al tiempo y ayudaron por igual. Con una red inmensa
que solo 50 personas pueden manejar, los flacos y
desfachatados pescadores sacan
millones de sardinas,
brá
midos
y atunes. Es un acto colectivo espectacular que dura más de una hora,
en el que, gritando y
alentá
ndose
ente sí, los hombres llaman, mientras halan, al hombre que desde una
canoa
guía
la red hacia la orilla. La
producción
en
Verkala, para
ponerlo en té
rminos
marxistas, es un método de
interacción
social.
Recuerdo cuando el Presidente
Uribe, en su visita a
la
Javeriana
durante su campaña hace 4 años,
llamó a los
estudiantes de ciencia
polí
tica 'marxistas
disfrazados', en respuesta a la protesta
pací
fica y silenciosa que los
estudiantes con tapabocas que
decí
an seguridad democrá
tica
estaban haciendo. No fue la ú
nica
vez que el Presidente
usó
ese té
rmino durante esa
campaña, una de las más polarizadas y pobres en argumentos de nuestra
historia. Por culpa de las
FARC,
el marxismo en
Colombia -y
con eso todo lo que suene medio marxista-
también se ha visto
estigmatizado. No es que las
FARC, los estudiantes de
polí
ticas,
Stalin,
el
Ché y
Kim Jong-
il
estén todos en lo cierto.
Es que el comunismo, en algunos rincones del planeta, de hecho funciona.