Aunque no lo crean, en
La Bobada Literaria estamos llenas de orgullo patrio. Vivir en Colombia es una experiencia única –pregúntenle a los secuestrados y a los falsos positivos si no– y es muy lindo que miles de guerrilleros, paramilitares, militares, policías y políticos hagan por este país lo que los otros cuarenta millones no podemos a pesar de nuestros esfuerzos cotidianos: hacerlo ver como un verdadero moridero. Tal vez por eso es que nos llenamos de orgullo cada vez que Édgar Rentería hace algo en ese deporte que nadie en el país entiende, cada vez que Shakira protagoniza un comercial en España, cada vez que Juanes se toma una foto con algún famoso de verdad o cada vez que Juan Pablo Montoya ocupa el puesto 47 en una carrera.
Como además estamos en la semana del reinado, aprovechamos el patrioterismo en que estamos sumidos –a pesar de que el país, en general, esté sumido en la miseria y el agua– e invitamos a María Claudia La Costura, ex directora de Colombia es Fachón, para que nos cuente quiénes deben ser considerados embajadores honorarios –principalmente para que cobren jugosos honorarios– de Colombia en el exterior. El requisito principal es que no sepan siquiera dónde queda Colombia; así, la cara linda de este albañal seguirá siendo la mentira de creer que somos el país más feliz del mundo.
Miguel Bobosé
El más famoso de los músicos colombianos obtuvo su ciudadanía apenas en 2009, pero desde antes había invertido tanto dinero en el mayor producto colombiano de exportación que su nariz merecía recibir las llaves de Medellín hace años, cuando se las sacaron del bolsillo a su antiguo patrón, precisamente en el tejado donde lo abalearon. Su mayor mérito para entrar a la lista de embajadores es su evidente falta de talento.
Anthony BurdelEste chef colomboneoyorquino mostró en la televisión internacional que en este país nos comemos desde tortugas en vías de extinción hasta el Sagrado Corazón, siempre y cuando esté bien cocido. Por exponer cómo ha cambiado el país de los tiempos de Pablo Escobar a los tiempos en que los presentadores de Trouble & Living están asesorados por Colombia es Tamal, este borrachín cincuentón ha hecho más por el turismo nacional que los precios irrisorios de las drogas en territorio colombiano.
Julia Louis-DreyfusHaber encarnado a Elaine en
Seinfeld o a la vieja Christine en
The New Adventures of Old Christine son logros que palidecen frente al hecho de haber vivido en Colombia durante su infancia, así haya residido también en países tan remotos como Sri Lanka. Julia merece ser reconocida como la mejor actriz colombiana de todos los tiempos –por encima incluso de Alejandra Haz Karate–, pues ha demostrado en la pantalla que a sus colegas les hizo falta en la infancia una dieta a base de panela y ha dejado en alto el nombre de un país de comediantes como Juan Lozano.
Los paramilitares extraditadosSu cinismo a la hora de confesar crímenes atroces e innumerables masacres, sumado a la evidente impunidad con la que pasarán a la historia, demuestran que, en materia de hijueputas, a Colombia no hay quien le gane. Si logramos una alianza estratégica con Hollywood, los paramilitares podrán inspirar películas tan sangrientas y escandalosas que harían vomitar a Tarantino y al equipo de la saga de
Saw. Así pondremos al mundo a hablar de Colombia.
Ricardo ArjonaEn materia de cursilería los colombianos dividen sus gustos entre Joaquín Sabina y Ricardo Arjona, pero sólo este último es capaz de conmover los corazones de secretarias y choferes de bus por igual. Cuando lo invitamos a formar parte de este selecto grupo, la única exigencia que le hicimos fue que, si tuvo el coraje de componerle una canción a la menstruación ¿por qué no una a Colombia?
Aura Cretina Geithner
Esta mexicana es tan mala actriz que aún en México parece sobreactuada. Por eso, y porque acá no nos cansamos de las lobas, Aura es la verdadera gata con bótox. Su misión como embajadora de Colombia es Tamal será dejar en claro que no todas las colombianas son Sofía Vergara, pero que todas las que triunfan por fuera del país están destinadas a vestirse y comportarse como pelanduscas.
Este ex presidente de Estados Unidos –y, por lo tanto, de Colombia– fue tan mal gobernante que parece colombiano, pero ya que no es colombiano decidimos darle la nacionalidad. Guerras sin sentido, frases incoherentes, despotismo y desdén por la gente son un legado que parece calcado de los dirigentes nacionales, que, aunque lo sobrepasan en maldad, son tan irrelevantes que el mundo nunca se entera de su existencia.