Las mujeres flacas tienen su encanto, pero nada como unos ‘mondonguitos’ para tener de donde aferrarse en el momento de la lucha espasmódica.
Nada como unas nalgas que nos brinden la ilusión de que cabemos allí en el medio, enteros. Un poder que solo está al alcance de las gordas.
Es una de las ventajas básicas, y reales, que veo en las mujeres con exceso de tejido adiposo: que a veces se concentra en la retaguardia. O en los pechos.
Sí, hay flacas con unas dos o tres libras de grasas muy bien distribuidas a nivel de los glúteos. No obstante, hay que recordar que 3 libras de cadera no es cadera.
Aclaración: Esto no es una defensa de las obesas. De hecho temo que podrían terminar más ofendidas si leen el texto. Y esta no es otra respuesta a la columna de Alejandra Azcárate “7 ventajas de la gordura”, aunque parta del asunto. Las oleadas de indignación bloguera-twittera que desató ya demostraron, con suficiencia, tres cosas: 1. La actriz-comediante-jurado-de-realitys padece un serio caso de anorexia mental. 2. Es mejor ser inteligente que bruto. 3. En Colombia es tan fácil indignarse por cualquier cosa, como olvidarse de esa ‘indignación’. Tras las decenas de cartas que le dedicaron en distintos medios, solo falta el respectivo programa de Pirry para cerrar el tema.
Ya que bajó un poco la marea, en Vergonymous nos montamos en las últimas olas de la controversia para analizar el problema de fondo: la eterna disputa de Gordas Vs. Flacas. Y #muysinceramentelesdigoqueenmicasopersonal las rellenitas ganan.
Poco o nada se puede aportar ya a tan adelgazado debate, aunque es evidente que aún se puede explotar un poco. Entre las 58 entradas de blog que surgieron por todos lados, al menos no hallé ninguna que tuviera el propósito de homenajearlas a través de la morbosidad.
Sin embargo, no hablaré solo de los beneficios que encuentro en esas carnes abultadas que a tantos nos hacen delirar. En honor a la imparcialidad, a la objetividad y la ética del bloguero, expondré algunas ventajas y desventajas que he detectado en mis experiencias tanto con gordas como con flacas. Este intento de caracterización está atravesado por el propósito de elevar el nivel de discusión en este blog, y aportar elementos de juicio que ayuden a ilustrar a cabalidad todas las dimensiones de la problemática. Esto, porque últimamente la gente se anda quejando de que hablo mucha verga (perdón, se me salió- es que escribo en sudadera y acostado en las noches, después de hacerme la paja).
Lo bueno resultará siendo entonces que, quizá, las flacas también se ofendan.
Toda generalización engendra errores e imprecisiones que en general nadie está dispuesto a tolerar.
- Los ventajas de la opulencia anatómica saltan a la vista. La primordial es que tienen “de donde agarrar”, con una consistencia amable. Suena a lugar común, así como es común apretar bolas esponjosas y de caucho para combatir el estrés. Efectos atribuibles a las carnes de las gordas. Siempre hay bastante para apretar y juguetear en momentos de relax, o aferrarse en momentos de clímax. No hay que ensañarse mucho, no sea que ellas también intenten apretarnos nuestras bolas para desestresarse.
- Es más fácil verlas más bonitas cuando la borrachera ha causado estragos en la percepción. La mente irá moldeando y optimizando la abundancia de caderas y pechos a medida que el alcohol fluye. Mejor que no tener nada que moldear.
- Las curvas son sinónimo de aventura, de explorar valles y rincones ocultos. Son, por naturaleza, un rasgo que profundiza la femineidad. Una ventaja en contraste con las planicies lánguidas, andróginas. Como desinfla todo, la delgadez iguala los cuerpos de hombres y mujeres, por lo que una chica muy flaca bien podría parecer un hermanito.
- Las gordas son más confortables para ‘arruncharse’. (Entiéndase por acostarse refugiado en el cuerpo del otro – no confundir con ‘arrecharse’, que son ganas de meterse en el cuerpo del otro). Piernas, brazos, barriga o senos sirven como grandes y tibios cojines para posar la cabeza, sin la incomodidad de clavículas o costillas duras. Recomendadas para tardes frías.
- Ofrecen mucho más terreno para juguetear. Por ejemplo, tomará más tiempo recorrer la superficie de la nalga con los dedos, o puede intentar abarcar los globos de sus senos con la mano, hacerlos saltar o darse cachetadas.
- En la penumbra o con los ojos cerrados, el exceso de piel y carne no se sentirá tan diferente del ideal heredado de la cultura narco (cuerpos inflados como balones, tipo Protagonistas de Bobelas). Con algo de imaginación, el sobrepeso ayuda a saciar la voracidad y el espíritu goloso de siempre querer más. Uno se pierde entre las formas y no alcanza a cogerlo todo.
- A nivel vaginal tienden a ser más acolchadas, incluso más tibias. El pubis inflado y blando es cómodo para el golpeteo del sexo. Es agradable sentir que le pegas a algo que te hace rebotar, como un brinca brinca. Libres de ese huesito filoso que se les siente sobresalir en la pelvis a algunas flacas. Además, nada como hacer sonar una nalgada en plano acto, como quien aplaude.
- Los jeans o pantalones se ajustan y recogen las pieles rebosantes. La tela apretada esculpe su cuerpo de manera que –casi- siempre resulta placentero para el tacto y la vista. Siempre es divertido cazar los ‘gorditos’ que se escapan por las esquinas. A diferencia de las chicas de contextura escuálida, las ropas nunca quedan colgando o volando sobre un vacío de incertidumbre aterradora.
- Acomodarse entre la línea que separa sus nalgas en dos es un buen plan de fin de semana.
- No he conocido a la primera que cocine mal.
- Cuando están arriba en el sexo, corres el riesgo de que te fracturen la verga de un mal salto. O que te saquen el aire si se entusiasman. La presión termina provocando ganas de orinar.
- Si conoces a la suegra recibirás una triste alarma del futuro. Hay una fuerte probabilidad de que esos excesos que hoy le otorgan un carácter exuberante a su figura curvilínea, degeneren en la redondez absoluta. Cualquier día abres los ojos en una pesadilla, y ves a esa Yayita un poco pasada de kilos, que es tu novia, convertida en Doña Tremebunda.
- Es una agonía que se te sienten en las piernas. Además, su flexibilidad no es la mejor, y los grandes tamaños pueden cuartar las maniobras sexuales. Es insostenible cargarlas contra la pared y clavarlas, técnica practicable con las delgadas. Con ellas, terminas ahogado.
- Un tema delicado es el sudor y el olor, demasiado fuerte entre las que han estado involucradas con colaboradores de Vergonymous. Se han reportado casos de polvos interrumpidos por aromas incómodos. Pasó que la estaba recorriendo a besos, bajando por sus suaves cachetes. Mi nariz nunca se acercó tanto a las axilas, pero advertí su poder desde el escote. No quise arriesgarme a medir el nivel del bouquet que vendría más abajo.
- La amplitud de caderas puede ser engañosa ante el uso de faldas. Prendas como esas asoman piernas torneadas y encienden la imaginación, pero disimulan formas de nalgas que en realidad pueden ser abominables. Con las flacas se calcula lo poco qué esperar.
- Una barriga protuberante desaparece en el coito a tergo, o posición del perrito. Y su tamaño suele ir de la mano con grandezas en zonas más convenientes. El problema es cuando una panza enorme no se refleja ni en el busto ni en el trasero, y estorba para otras posiciones.
- Las gordas no son mejores en el sexo oral. El peso, la barriga o una papada no influye en la chupada, puesto que las más gráciles también lo hacen muy bien. Incluso la suelen chupar con más devoción, y tienden a ser más enérgicas antes y durante la penetrada.
- A una mujer delgada es más fácil cogerla como una ficha articulada y disponerla como prefieras en la cama: abrirle las piernas, estirarla, ponerla en cuclillas, hacerla brincar.
- En la medida que pese menos, será más pequeña y ocupará menos espacio en la cama, por lo que tendrás más comodidad al momento de descansar después del coito. Además, no tendrás que pelear tanto porque te haya dejado sin sábanas, un lío frecuente con las obesas.
- Las flacas a veces se pasan de frágiles. La gorda nunca dirá "me estás aplastando".
- La flacidez y la celulitis son fantasmas que aumentan con la masa corporal. Muchas dejan caer esa abundancia que las hacía tentadoras. Lo que es grande sufre más los efectos de la gravedad. En cambio, las mujeres esbeltas ostentan senos y glúteos parados y apretados. Aunque toque conformarse con su pequeñez.
- No tener barriga sino un abdomen plano es sinónimo de ser problemática con la comida. La lista de lo que no les gusta o no pueden comer limita muchas posibilidades, en cambio las que han aprendido a convivir con llantas abdominales acostumbran estar dispuestas a participar en una amplia gama de planes gastronómicos. Pero la gran ventaja se la llevan las flacas, puesto que en la mayoría de casos dejan parte de lo que estaban comiendo. Ocho de cada 5 veces terminarás su plato, por lo que finalmente, tú serás el gordo.
Mi balance final es: siempre preferiré una boterito a una Aeon Flux.
En la antigüedad los kilos que adornaban la figura femenina eran considerados señal de fertilidad y de buena salud para cuidar a los hijos. Caderas amplías para tenerlos, senos grandes para saciarlos como al papá. Las regordetas armónicas y proporcionadas reinaron desde las pinturas del Renacimiento hasta el Hollywood de los 50, época en que las pantallas se llenaban con la sensualidad de mamasitas como Marilyn Monroe y Sofía Loren.
Lo bello era la carne, vigorosa y rozagante, no los huesos detrás de una fina membrana de piel que parece a punto de romperse.
La conciencia del impacto del colesterol, de la diabetes y los problemas cardiacos quizás incidió en que se moviera el ideal de belleza. La tendencia a consumir productos Light, a alimentarse sanamente y eliminar al máximo la grasa del cuerpo terminó por imponer el molde famélico en las pasarelas y pantallas, y de ahí al resto del mundo. La consecuencia son concepciones raquíticas, como las de Azcárate, que condenan el sobrepeso a la hoguera.
Pero no hay nada como unos ‘mondonguitos’ aquí y allá para morder y pellizcar, y agarrarse fuerte a la hora de las sacudidas frenéticas.
Sobre todo cuando todo está bien puesto en su lugar, firme.
Cuando las gordas se arrodillan y levantan el centro de poder que cargan al final de la espalda, la grandeza evidencia toda su lozanía. Desaparecen rugosidades, protuberancias, la flacidez y los rastros de celulitis; la redondez es inmejorable en la penumbra. Una luna para devorar. Todo culo extendido en cuatro se ve bien.
Está sintetizado en una frase que alcanza grado de axioma, en el que podría considerarse el himno de toda una generación: Está medio gordita pero chupa chévere…
Hay que escrudiñar entre la plebedad para descubrir el gran mensaje que nos deja la canción: no es mejor ser ni flaca ni gorda. Ambos modos son ricos en término medio. Y los extremos en ambas direcciones son igual de desafortunados: tanto las comparables con esqueletos, como las comparables con neveras Whirlpool.
Es fundamental no perder de vista que todo es un asunto de gustos. En definitiva, por más gordas o flacas que sean, igual se les va.