María Claudia Chavarriaga quería regalarle unas fotos eróticas a su novio, pero lo pilló poniéndole los cachos, terminaron y como venganza decidió compartir esas imágenes íntimas con los lectores de SoHo. “Quiero que vea de lo que se perdió”, dice.

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La venganza de una ex

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María Claudia Chavarriaga quería regalarle unas fotos eróticas a su novio, pero lo pilló poniéndole los cachos, terminaron y como venganza decidió compartir esas imágenes íntimas con los lectores de SoHo. “Quiero que vea de lo que se perdió”, dice.

¿Por qué decidió salir en SoHo?

Porque la venganza es el placer de los dioses, como dice mi mamá, y porque es difícil pasar la página, olvidar y pretender que no pasó nada cuando a uno le pusieron los cachos después de cinco años de relación. Así que decidí tomar medidas al respecto: estas fotos son mi protesta, mi reclamo. Me rehúso a conformarme con llorar y sentir el vacío de la tusa.

¿De qué se está vengando exactamente?
De unos cachos que me dejaron como a un alce. Muchas veces oí a mi mamá y a mis tías abuelas decir que “no existe ningún santo varón con pipí”. La frase pretendía hacerme creer que no hay solución más sabia que asumir la infidelidad como una cosa inevitable a la que todas las mujeres estamos condenadas. ¡Pues no, me niego!

¿Quién era el tipo?
Un médico. Un hombre inteligente y exitoso, pero con un ego que supera todo límite humano. Era ‘el novio’, ese con el que uno sueña casarse.

¿Y la amante?
Una vieja de tan solo 19 años, pero con las espuelas de una de 45. Yo tengo 29 años.

¿Cómo se dio cuenta de que se la estaban haciendo?
Un sábado le sonó el celular como a las tres de la mañana, y él me dijo que era una paciente pero no contestó. Se me hizo raro porque un médico siempre contesta. Aunque no soy de esas que reviso el celular, más o menos lo obligué a que oyéramos el mensaje de voz que había dejado. Pero solo se oía una parranda vallenata de fondo. Y desde ahí supe que había algo raro...

Y usted se la olió…
No sé si fue suspicacia o sexto sentido, pero me quedé con la inquietud y me aprendí el teléfono de la tal paciente. Empecé a marcarle y a presionarla hasta que ella me confesó que, en efecto, llevaban tres meses juntos. 

Y a todas estas, ¿él qué?
Aceptó todo. Pero me buscó unos días después, y yo lo recibí porque mi mamá, que lo adora, me lo pidió. Pues este sujeto se acercó y, después de verme en mi peor facha, con los ojos casi cerrados de tanto llorar, me dijo: “La verdad es que entre ella y yo no pasó nada, yo te dije lo que te dije porque eso era lo que querías oír”. Entonces no sabía qué me dolía más, si la infidelidad o que se atreviera a insultar mi inteligencia de tal forma.

Pero lo perdonó, ¿no?
Intenté perdonarlo, y nos fuimos a vivir juntos y todo, pero fue un fracaso: regresé a mi casa a los dos meses.

¿Y las fotos que estamos viendo, qué?
Eran un regalo para él, quería sorprenderlo con unas fotos muy al estilo Modelo no modelo de SoHo, porque es fanático de la revista. Decidí tomármelas cuando yo intentaba perdonarlo, quería mostrarle que estaba dispuesta a darlo todo. 

¿Cuándo se decidió a publicarlas?
Cuando nos separamos pensé en renunciar al proyecto, pero esto no se podía dejar pasar así no más. La última vez que nos vimos me dijo: “De lo único que me arrepiento es de haberme dejado pillar”. Fue entonces cuando decidí llevar a cabo esta elegante venganza.

¿Qué cree que va a pensar él cuando las vea?
Me va a odiar. Pero no me importa, necesito esto para cerrar un capítulo.

¿Siente rabia?
No. La verdad ahora todo esto me da es algo de risa. Es una travesura, la más atrevida y divertida que he hecho. Sé que él está en otra relación ahora, y le deseo lo mejor. Eso sí, que aprenda la lección y que no se le olvide que ya no tiene nada de esto de lo que hoy pueden disfrutar los lectores de SoHo. 

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