De esta ex porrista del Junior nos esperábamos una hincha furibunda del fútbol, pero no, a Shirley el juego no la mata; tal vez se hostigó de tanto verlo.
En esa época se divertía en el estadio, pero los dos partidos que más la marcaron no fueron en Barranquilla. Uno fue en Argentina, una final de lujo entre Boca y River; dice que fue muy impresionante porque allá el fútbol es casi una religión. El otro partido fue en Madrid, pero Shirley ni se acuerda quiénes jugaban; fue únicamente para ver a Beckham, que es lo que más le gusta del deporte rey. Pasó raspando nuestro quiz con un 3 sobre 6, mostrando que sí sabe algo de fútbol aunque no sea una experta. En cambio, Shirley, además de parecer una diosa, juega como los dioses; se hace goles de chilena y de tijereta. De pronto lo que pasa es que Shirley es como los brasileños, que juegan bailando samba (en el reality Bailando por un sueño ya vimos que, como buena costeña, baila espectacular). Dice que le gusta jugar de delantera porque no es miedosa, y sabe partir cintura para escaparse de las defensas. Nos contó que su equipo de la universidad era malísimo y nunca ganó ningún partido, pero que todos iban a verlas hacer show y pegarse (y verla a ella con un shortcito, claro). Además, parece ser que a Shirley se le sube toda la sangre a la cabeza cuando juega y cada rato la expulsaban por pelearse con el árbitro. Por ahora está dedicada a la actuación, una manera menos violenta de calmar sus ánimos, en la telenovela La hija del mariachi.