En medio de una guerra sin sentido y un mundo al borde del colapso, Ellie se aferra a la única certeza que le queda: su deseo de venganza.
Las esporas flotan en el aire como una amenaza invisible, pero en el fondo, lo que realmente pesa sobre los hombros de Ellie no es solo la infección: es el dolor. En el quinto episodio de la segunda temporada de The Last of Us, que se estrena este domingo 11 de mayo a las 8:00 p.m. en Max, la protagonista interpretada por Bella Ramsey se interna en un edificio que guarda más que peligros biológicos: allí empieza un viaje de confrontaciones externas y batallas internas.
Mientras la guerra entre los Wolves y los Serafitas desangra a lo que queda de la civilización, Ellie se mueve con otro objetivo en mente: vengar la muerte de Joel (Pedro Pascal).
Los enfrentamientos entre estas dos facciones, cada una aferrada a sus propias creencias, dejan un rastro de violencia y caos. Pero para Ellie, ese no es el verdadero conflicto. Su lucha es íntima, dolorosa y profundamente solitaria. Como dice la propia Ramsey, Ellie tiene “un corazón endurecido y emociones reprimidas”.
Esta versión de Ellie, endurecida por la pérdida, atraviesa una realidad donde el enemigo no siempre está claro y el precio de cada decisión se paga con el alma. ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar para cumplir su promesa? ¿Qué queda de sí misma cuando el objetivo es la destrucción?
Con las tensiones entre facciones aumentando, un nuevo peligro se cierne desde el aire. Cada paso que da la acerca más a una zona sin retorno, donde la línea entre víctima y verdugo se desdibuja.
The Last of Us regresa con un episodio cargado de intensidad, acción y dilemas morales, donde el amor, la pérdida y la rabia se entrelazan para revelar el rostro más oscuro de la supervivencia.