La escena relojera en Medellín acaba de sacudirse con la llegada del MoonSwatch, esa colaboración entre Swatch y Omega que ya había enamorado a medio mundo y que ahora se instala en la ciudad como un objeto de culto.
La tienda del Centro Comercial Oviedo, renovada y lista para el desembarco, es el único lugar donde los paisas podrán conseguir esta pieza que mezcla el ADN del legendario Omega Speedmaster Moonwatch, el reloj que pisó la Luna, con el espíritu irreverente de Swatch.
No es solo un reloj: es un pedazo de historia espacial reinterpretado con materiales del futuro, como el bioceramic, ese compuesto de cerámica y aceite de ricino que lo hace ligero, resistente y, de paso, más sostenible.
Pero el MoonSwatch no se queda en lo técnico. Cada uno de sus modelos rinde tributo a un cuerpo celeste, desde el Sol hasta Urano, llevando en la esfera no solo colores vibrantes, sino también detalles que homenajean la exploración galáctica: grabados de misiones, logotipos de ambas marcas y esa escala taquimétrica heredada del Speedmaster original, que no está ahí solo por estética, sino como un recordatorio de que este reloj nació para medir el tiempo en condiciones extremas.
Es, en esencia, un objeto que habla de aventura, pero también de precisión suiza y diseño accesible. Porque ahí está el verdadero logro de esta colaboración: poner en la muñeca de cualquiera un pedazo de alta relojería sin que haga falta gastarse un sueldo entero.
Aterrizar en Medellín no fue casualidad. La ciudad, con su apetito por la innovación y su creciente escena de coleccionistas, era el terreno perfecto para un reloj que desafía categorías. De hecho, no es el único lanzamiento que llega: junto al MoonSwatch, la tienda del Oviedo también recibe la colección Scuba Fifty Fathoms, otra colaboración entre Swatch y Blancpain, la firma de lujo del grupo, que refuerza el papel de la ciudad como destino clave para los amantes de los relojes. Dos propuestas distintas, pero con un mismo mensaje: la relojería ya no es un lujo inalcanzable, sino un juego donde todos pueden participar.
Y quizás ese sea el secreto mejor guardado del MoonSwatch. Más allá de los materiales o los guiños al espacio, lo que realmente lo hace revolucionario es su capacidad para conectar con una nueva generación que valora tanto la tradición como la tecnología, tanto el diseño como la historia. No es un reloj para guardar en una vitrina, sino para llevar mientras la ciudad late a todo ritmo. Después de todo, si el original llegó a la Luna, esta versión tenía que terminar en las calles de Medellín.