La euforia de la celebración le cobró la vida al joven.
El domingo 18 de diciembre Argentina escribió un nuevo capítulo en su historia deportiva. La selección Albiceleste le dio la copa al país después de esperar por 36 años. Un partido frente la campeón de Rusia 2018, Francia, le dio la victoria y el tercer título mundialista.
Si de algo tienen fama los argentinos es de futboleros, los hinchas de ese país parecería que les corriera la pelota por las venas, pues viven de formas increíblemente apasionantes el deporte más famoso del mundo. Por ello, que el que es considerado el mejor del mundo les trajera la copa a casa era sinónimo de celebración.
El día de la final, las calles alrededor del obelisco y en diferentes ciudades argentinas se inundaron de personas y celebraciones que continuaron por varios días. Por ejemplo, el seleccionado llegó en la madrugada del 20 de diciembre y millones de argentinos los esperaron para acompañarlos en su recorrido.
Al otro día, era el momento de la caravana. Los jugadores saldrían del predio de la AFA hacia el obelisco, pero la euforia y el descontrol que causó la felicidad e la tercera copa causó tragedias en Argentina, pues varios hinchas salieron heridos o perdieron la vida por la fiesta.
El descontrol por la felicidad de haberse coronado capones mundialistas terminó en tragedia y disturbios. La celebración empezó el domingo 18 y terminó en la madrugada del 21 de diciembre en las calles de Argentina. Hasta el momento, se reportan 30 heridos y 3 muertos.
Entre los trágicos hechos que se presentaron, se conoció que en Bahía Blanca, una provincia de Buenos Aires, salió a festejar un joven llamado Sebastián Oscar Maciel, de 22 años, en su motocicleta. Pero la celebración terminó en tristeza, pues el joven falleció.
Al parecer, se puso la bandera Albiceleste en el cuello y mientras gritaba por el triunfo de su país, se enredó en la cadena de la moto, perdió el equilibrio y cayó.
En videos virales han quedado registrados diversos incidentes que se dieron en los días de celebraciones, pues los argentinos enloquecieron y salieron a gritar en las calles de sus ciudades. Se subieron al obelisco, a los postes, a los buses, a los balcones y hasta intentaron subirse al bus en donde iban los futbolistas. Por ello, la caravana tuvo que desviarse y la selección terminó el recorrido desde helicópteros.