Sin alfabetización emocional, la infancia se convierte en un lienzo incompleto. Enseñar a los niños a identificar y manejar sus emociones no es un lujo, es una necesidad urgente para construir adultos empáticos y mentalmente sanos.
Por INTUS, plataforma que ofrece contenido de bienestar integral.
Si el arte necesita los colores primarios para dar vida a un lienzo, la vida emocional de un niño requiere una base sólida para expresar su mundo interior y exterior. Rojo, azul y amarillo son la esencia de todas las combinaciones posibles, igual que la comprensión de las emociones básicas permite construir una paleta infinita de relaciones, decisiones y aprendizajes. Sin ellas, la vida se torna en una mezcla caótica de tonos difusos, como un cuadro inacabado sin dirección ni armonía, generando problemas de salud mental y emocional.
La alfabetización emocional es esa enseñanza que, aunque invisible en los currículos, define el trazo de nuestra existencia. Aprender a identificar y manejar emociones desde la infancia es tan esencial como aprender a leer y escribir. Los estudios lo confirman: los niños que desarrollan inteligencia emocional antes de los siete años muestran un mejor desempeño académico, mayor estabilidad emocional y relaciones sociales más saludables.
Según investigaciones por la Universidad de Cooperativa de Colombia, aquellos que aprenden a reconocer y regular sus emociones a temprana edad tienen hasta un 30 % más de éxito en la resolución de conflictos y en la toma de decisiones en la adultez.
¿Qué sucede cuando no se enseñan estos colores emocionales? Cuando un niño no distingue entre la tristeza y la frustración, o entre la ira y el miedo, su expresión se ve limitada, como un pintor que solo conoce un único color para describir el mundo. La falta de educación emocional puede llevar a dificultades en la comunicación, ansiedad y problemas de convivencia. Y lo más preocupante: perpetúa generaciones que enfrentan la vida sin herramientas para comprenderse a sí mismas ni a los demás.
Ahí es donde la tecnología y la conversación se convierten en aliados inesperados. Intus, con su innovadora propuesta de educación emocional reconocida en 2023 por la Escuela de Salud Pública de Harvard, ha demostrado cómo el aprendizaje de las cinco emociones básicas transforma la vida personal y familiar.
A través de experiencias de ciencia de comportamiento, educación y entretenimiento de 5 minutos, permite que padres e hijos exploren juntos sus emociones, abriendo espacios de diálogo donde antes solo había silencios incómodos o reacciones impulsivas, generando experiencias memorables. La tecnología, lejos de alejarnos, nos acerca cuando se usa para iluminar lo que muchas veces permanece en las sombras: nuestras emociones más profundas.
Pedir ayuda es un proceso que requiere coraje y valentía, y la tecnología puede ser una herramienta clave en este camino. A través del autocuidado y la promoción de la salud mental, nos permite prevenir enfermedades emocionales y psicológicas, brindándonos un espacio seguro para el reconocimiento y la gestión de nuestras emociones.
Así, la educación emocional con tecnología puede llegar a miles de personas en la Colombia más profunda no solo fortalece nuestra relación con los demás, sino que también se convierte en un pilar fundamental de nuestro bienestar integral.
Si queremos una sociedad más empática y resiliente, debemos enseñar a los niños y niñas a mezclar sus propios colores emocionales, a no temerles y a usarlos con maestría. Porque solo quien sabe crear matices podrá pintar un futuro lleno de comprensión, bienestar y plenitud. La alfabetización emocional no es un lujo, es el pincel con el que cada niño comienza a dibujar su mundo.