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El otro turismo. Un pasaporte al lado oscuro.

Por: SoHo. Fotografía: Netflix

¿En busca de unas vacaciones inolvidables? Para los adictos a la adrenalina y las emociones fuertes, el tanatoturismo es una tendencia a nivel mundial. Olvídese de las playas, el descanso y el confort; entréguese al morbo, a la curiosidad por lo extraño y lo desconocido.

El tanatoturismo o dark turism es una forma atípica de turismo, —asociada a lugares que usted difícilmente incluiría dentro de su itinerario de vacaciones—, donde se visitan lugares relacionados con eventos históricos y sucesos culturales donde la muerte, el dolor, el sufrimiento y /o el abandono han dejado una huella indeleble en el tiempo y en la memoria de una colectividad. Dentro de esta categoría, los grandes desastres naturales, las masacres, las tradiciones sociales y religiosas encuentran otro tipo de sentido y significado para foráneos de todo el mundo que buscan, con morbo y curiosidad, acercarse a otras formas de vivir la historia, sus interpretaciones e incluso su presente de primera mano, desde la experiencia cuerpo a cuerpo, sin pantalla ni mediador.

Sin embargo el asunto resulta más complejo que esto. La fascinación por la muerte y lo extremo ha fomentado la oferta de paquetes turísticos donde más que visitar lugares extraños, —algunas veces en lugares remotos y de difícil acceso por causas geográficas, políticas o ambientales—, se viven experiencias de inmersión donde el turista puede palpar “de manera segura” una experiencia cercana a la muerte, o que al menos termine por desafiar sus límites éticos y los de su propia cordura.

Esta es la temática de "El otro turismo" (Dark Tourist), la nueva serie de Netflix que en su primera temporada recorre el mundo mostrando el culto a la santa muerte, prácticas de exorcismo y vudú, lugares no aptos para humanos con altos niveles de radiación, espacios abandonados como vestigios de guerras por el territorio y el poder, museos y colecciones escalofriantes así como la oportunidad de reconstruir los pasos de asesinos en serie y capos de la droga, —la cuota colombiana, escalofriante por cierto, la pone el tour de Pablo Escobar en la ciudad de Medellín—, e incluso de someterse a una experiencia cercana a la tortura.

El programa conducido por el periodista neozelandés David Farrier deja inquietudes sobre los límites de la mente y el cuerpo humano, sobre lo multicultural y sobre el negocio detrás de lo macabro, dejando claro que la curiosidad, no todas las veces termina matando al gato.

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