¿Le encanta la comida criolla pero está cansado del mismo ajiaco, del mismo sancocho, de la misma cuajada? Entonces tiene que conocer El Chato, un nuevo restaurante de comida criolla, pero modernizada, donde redescubrirá desde el chontaduro hasta el bollo limpio.
Los recomendados
Si no le gusta el chontaduro, pida la crema de este fruto afrodisiaco para que recapacite; trae queso frito y bollo limpio. Las zanahorias horneadas con cacao y yogur de cabra son un descreste. De fuerte, cómase el pollo asado (para dos o tres personas), que es marinado durante tres días, toteado al horno y servido con una salsa de anís criollo.
Los anfitriones
Son dos: José, un chef empírico que desde chiquito se metió en este rollo; primero se entrenó con su familia y luego aprendió de los platos que probó viviendo en Barcelona y Londres, y el otro es Álvaro, que estudió en la encopetada escuela Le Cordon Bleu de París. Todo un dúo dinámico de la comida típica nacional, pero mejorada.Los tragos
Allá le ofrecen desde vinos de diferentes marcas hasta clásicos como el guaro o la cerveza. Y si quiere coctelear, pida el Papayuela Jack’o, que trae vermut blanco, whiskey Jack Daniel’s y syrup de papayuela hecho en casa. O mídasele al Chato Sour: pisco con tequila Olmeca y lulo. Los cocteles cuestan entre 18.000 y 22.000 pesos.
Los precios
Si usted es líchigo —acéptelo, no importa—, en El Chato puede comer mucho y no pagar tanto, algo difícil de encontrar en Bogotá. El arroz con pollo, por ejemplo, es bien generoso y cuesta la módica suma de 19.700 pesos. Por un sánduche o el tamal de cerdo también le arrancan menos de 20.000 pesitos: 14.700 y 17.700, respectivamente.
El sitio
Está en el barrio Quinta Camacho y es estilo inglés, aunque tiene varias reformas encima, pues antes funcionaba como la planta de catering de uno de sus chefs. La decoración tiene sello propio: las lámparas son cilindros de gas intervenidos, hay cuadros hechos con retazos de revistas y una biblioteca rústica adorna la zona de la terraza.
Dónde: Diagonal 68 n.° 11A-29