Les presentamos a Ana Bravo, la valiente modelo que asumió un reto nada fácil: tomarse fotos desnuda en una nevera, a 10 grados bajo cero, y en una cámara de hot yoga, a 40 grados. Detalles de cómo cambia el cuerpo en temperaturas extremas.
Aunque está acostumbrada a salir con poca ropa en las pasarelas más importantes del país y hasta se había desnudado antes para un editorial de moda en la revista Di Mode, la modelo y diseñadora industrial Ana Bravo nunca había vivido una experiencia que la llevara tan al límite. Las fotos en el cuarto frío fueron bastante complejas: no paraba de temblar, las manos se le entumían, los ojos le lloraban y cada diez minutos tenía que salir del congelador para tomar chocolate caliente. Una hora se demoró esta bogotana de 25 años en volver a aclimatarse después de la primera sesión.
Dice que prefiere el calor, pues, entre otras cosas, es más manejable a la hora de trabajar. Y se notó durante la segunda tanda de fotografías: pese a estar en una especie de sauna de apenas 5 metros cuadrados donde se practica hot yoga —también conocido como Bikram yoga—, con 50 grados centígrados más que en la nevera y una humedad infernal, disfrutó del momento.
Ana empezó su carrera de modelaje en 2008, luego de que su mamá enviara unas fotos suyas a un concurso de la agencia de modelos del canal RCN. Y quedó seleccionada, por supuesto. De ahí en adelante ha desfilado en pasarelas de importantes marcas, como Touché y Chevignon. Ahora quiere viajar a Italia para hacer una maestría en Diseño Automotor; y si tiene tanto talento para diseñar carros como para posar en cualquier tipo de condiciones climáticas, podemos augurar que tiene el futuro asegurado.