Por culpa suya madrugar era un placer. Se fue a presentar El lavadero y tocó quedarse los sábados por la tarde pegados del televisor. Una buena noticia: ya no tendrá que pedirla más en nuestra página de Internet. Apague la televisión y quédese acá con ella.
MABEL CARTAGENA NO ES SOLO UNA VIEJA de 24 años metida en un cuerpo de modelo. Estudió Comunicación Social y le ha hecho guiños a la actuación como muchas otras presentadores de televisión. Pero ella no nació para limitarse a leer un telepronter o para seguir a una vaca sagrada como parte del rebaño. Como los toros de lidia, Mabel tiene sangre, carácter y si la atacan, ella embiste, con clase y de frente.
Tal vez los culpables de eso sean sus genes santandereanos, su gusto por la comida mexicana alta en chiles o su desparpajo de barranquillera amante del vallenato, a la que nada le da pena ni miedo. Lo vimos todos, desde la barrera, cuando tuvo ese sonado incidente con Jota Mario Valencia y Laura Acuña, otra muy deseada santanderana de casta junto a la que presentaba el programa Muy buenos días hasta hace poco y de la que ahora prefiere no hablar. De la pelea cayó parada. Se fue a trabajar como presentadora con la negra Candela en El lavadero y le ha ido tan “mal” que en el sondeo de modelos de nuestra página de Internet ha sido una de las más pedidas con porcentajes de hasta el 41% de los votos, entre más de 40 mil, que cualquier político le envidiaría. Y eso que muchos no le conocen otros de sus atributos. Mabel no es de gimnasio, ni de dietas, por ejemplo. Tampoco de rumba loca. Ella es el punto justo entre el picante y el dulce. Una mujer de una sola pieza y una verdadera pieza de arte.